La covid-19 asesta un golpe histórico a la lucha contra el VIH, la tuberculosis y la malaria en 2020

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La covid-19 descarriló la respuesta contra la tuberculosis y el VIH y frenó el progreso frente a la malaria en 2020 con respecto a 2019, según el informe anual de resultados del Fondo Mundial (The Global Fund). Por primera vez en sus 20 años de historia, el mayor financiador multilateral contra estas dolencias ha registrado serios retrocesos en los países con pocos recursos en los que invierte. Sobre todo, en materia de pruebas y tratamiento de la tuberculosis y de diagnóstico y prevención del VIH.

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“Las cifras son una cruda confirmación de nuestros presagios cuando empezó la covid-19,” dice el director ejecutivo de la organización, Peter Sands. “La covid-19 es el peor obstáculo en la lucha contra el VIH, la TB y la malaria que nos hemos encontrado desde la creación del Fondo Mundial, exacerbando las desigualdades existentes, desviando recursos críticos, parando o reduciendo el acceso a tratamientos y prevención y aumentando el riesgo entre las personas vulnerables”.

Según el documento, el número de personas que recibieron tratamientos contra la tuberculosis se redujo en un millón con relación a 2019. El tratamiento de los casos resistentes a fármacos cayó un 19%, y el de casos ultrarresistentes, un 37%. El impacto, que la organización tilda de catastrófico, podría multiplicarse teniendo en cuenta que cada paciente puede contagiar a unos 15 individuos por año. Hasta la irrupción de la covid-19, la tuberculosis era la enfermedad infecciosa más letal del mundo, con 1,4 millones de víctimas en 2019, y sigue siendo la principal causa de mortalidad entre las personas con VIH.

Una paciente recibe su tratamiento de tuberculosis en su casa en Dacca,  Bangladés.
Una paciente recibe su tratamiento de tuberculosis en su casa en Dacca, Bangladés.The Global Fund / Yousuf Tushar

En cuanto al VIH, las pruebas diagnósticas cayeron un 22% y los programas de prevención llegaron a un 11% menos de personas. “Después de tantos años de avances ganados a pulso, sería una tragedia ver un nuevo repunte de las infecciones de VIH”, dice Peter Sands, director ejecutivo del Fondo Mundial, cuando se cumplen 40 años desde la detección de los primeros casos de este virus. En el mundo, todavía hay 4,1 millones de personas que no saben que viven con VIH y otros 6,1 millones que saben que están infectados, pero no reciben tratamiento. La respuesta contra la malaria fue la más resiliente, aunque las pruebas de casos sospechosos cayeron un 4,3% y los avances contra la enfermedad quedaron en punto muerto.

Después de tantos años de avances ganados a pulso, sería una tragedia ver un nuevo repunte de las infecciones de VIH

Peter Sands, director ejecutivo del Fondo Mundial

El informe ofrece diversas explicaciones. En numerosos países, el virus desbordó los sistemas de salud, los confinamientos interrumpieron la provisión de servicios y las cadenas de suministro, y muchos recursos existentes se destinaron a combatir la nueva pandemia. Luego está el miedo de las personas a acudir a centros de salud por miedo a contagiarse de la covid-19 o de ser estigmatizados si se presentan con síntomas como tos y fiebre que bien podrían tratarse de casos de malaria o tuberculosis.

En declaraciones a EL PAÍS, la responsable de relaciones externas y comunicación del Fondo Mundial, Françoise Vanni, ha explicado: “Los resultados son graves porque las tres epidemias son unos adversarios temibles: si relajamos la prevención, aumentan los casos, y luego pueden aumentar las muertes, devolviéndonos a un círculo vicioso que eche al traste los progresos logrados hasta la fecha”.

Debido a su experiencia con el ébola, Pauline, de 58 años, y sus colegas pudieron adaptarse más rápidamente a los desafíos que surgieron cuando la covid-19 llegó a la República Democrática del Congo. Curar a la gente le da alegría, pero su lucha no es fácil: “El manejo de los pacientes sigue siendo muy difícil. También nos enfrentamos a la escasez de equipos de protección y medicamentos ”.
Debido a su experiencia con el ébola, Pauline, de 58 años, y sus colegas pudieron adaptarse más rápidamente a los desafíos que surgieron cuando la covid-19 llegó a la República Democrática del Congo. Curar a la gente le da alegría, pero su lucha no es fácil: “El manejo de los pacientes sigue siendo muy difícil. También nos enfrentamos a la escasez de equipos de protección y medicamentos ”.The Global Fund / Pamela Tulizo

Algunos cambios positivos

A pesar de todo, la pandemia de covid-19 ha promovido algunas mejoras importantes en la respuesta contra las tres enfermedades —mejoras que, según Vanni, hay que consolidar y desplegar a gran escala—. Por ejemplo, ahora hay más personas que reciben medicamentos de VIH y TB para diversos meses, de modo que ya no tienen que desplazarse al centro de salud cada semana y les resulta más sencillo seguir el tratamiento prescrito. Además, se están desplegando herramientas digitales y de mensajería en distintos países para hacer un seguimiento de los tratamientos de TB y para reforzar la prevención del VIH. También se están haciendo esfuerzos para diagnosticar, en una sola visita, el VIH, la TB y la covid-19.

En Nigeria, por ejemplo, la estrategia de hacer pruebas de VIH a las personas que acuden para hacerse pruebas de covid-19 ha permitido hallar casos que, de otro modo, habrían escapado al diagnóstico. En el caso de la malaria, los programas han pasado de distribuir mosquiteras en plazas mayores de los pueblos y barrios a hacerlo puerta a puerta, logrando llegar a un número récord de personas. Gracias a medidas de adaptación como esta, el año pasado se distribuyeron un 17% más de mosquiteras.

La covid-19 también se ha beneficiado de las inversiones realizadas en las últimas décadas en otras enfermedades y en los sistemas de salud en su conjunto. “Era lo esperado, pero ahora ha quedado demostrado”, afirma Vanni. Se refiere a los numerosos países que han respondido a la pandemia de covid-19 utilizando los mismos laboratorios, sistemas de vigilancia de enfermedades, redes comunitarias, trabajadores sanitarios formados y cadenas de suministros que se crearon para luchar contra el VIH, la tuberculosis y la malaria.

En Nigeria, por ejemplo, la estrategia de hacer pruebas de VIH a las personas que acuden para hacerse pruebas de covid-19 ha permitido hallar casos que, de otro modo, habrían escapado al diagnóstico

La organización ve el futuro inmediato con preocupación, pero también con confianza —tanto en lo que respecta a la covid-19 como al reflote de la respuesta contra las tres epidemias—. “Lo que nos da esperanza es que sabemos lo que funciona, pero si no invertimos ahora, las nuevas variantes de la covid-19 nos ganarán la carrera”, alerta Vanni. “El mundo todavía no ha comprendido la escala de la crisis y la magnitud de los recursos necesarios para hacerle frente y evitar peores impactos sanitarios, sociales y económicos”.

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