La crisis interna del unionismo pone en riesgo el Gobierno autónomo de Irlanda del Norte


La entrada en vigor del Brexit, y especialmente su protocolo de Irlanda del Norte, ha provocado una crisis interna en el principal partido unionista de ese territorio, el Partido Unionista Democrático (DUP, en sus siglas en inglés), que amenaza con poner en riesgo el Gobierno autónomo de Stormont. Después de la dimisión de la líder de la formación y ministra principal de Irlanda del Note, Arlene Foster, una revuelta interna a causa de una ley lingüística ha forzado a su sucesor, Edwin Poots, a tirar la toalla cuando apenas llevaba tres semanas en el cargo.

El Acuerdo de Paz de Viernes Santo de 1998 obligó a unionistas y republicanos a compartir las nuevas instituciones autónomas de Gobierno. De ese modo, es necesario el consentimiento de ambas partes para activar el Ejecutivo. Al dimitir Foster, el DUP tenía que acordar con los republicanos del Sinn Féin el nombramiento de un nuevo ministro principal. Poots había optado por una bicefalia en la que él se mantendría al frente de la formación unionista. A cambio, había nombrado para el puesto del Gobierno a su protegido, Paul Givan, de 39 años, quien se hubiera convertido este jueves en el líder más joven del Ejecutivo norirlandés.

El nuevo líder in pectore del Gobierno Autónomo, también del DUP, tenía previsto atender este viernes a su primer acto oficial, pero ha decidido suspender su presencia hasta que se aclare la situación con parte de su partido y con el Sinn Féin. Y es que los republicanos, cada vez más fuertes política y demográficamente en la región, han impuesto como condición para el nuevo nombramiento del ministro principal que se apruebe una ley lingüística de Irlanda del Norte, por la que el gaélico irlandés compartiría la cooficialidad con el inglés. Según los republicanos, se trata de una medida acordada ya hace más de 15 años en anteriores pactos de Gobierno con los protestantes, pero un amplio sector unionista no reconoce ese compromiso.

En medio de las turbulencias del Brexit, considerado por muchos de ellos como una traición del Gobierno de Johnson, la ley lingüística ha sido la gota que ha colmado el vaso. Tan complejo era el asunto que tuvo que impulsarse desde el Parlamento de Westminster, en Londres, porque no tenía ninguna posibilidad de salir adelante en la Asamblea Autónoma de Stormont, en Belfast. “Puedo confirmar que, si el Gobierno autónomo [de Irlanda del Norte] es incapaz de impulsar la ley antes de finales de septiembre, el Gobierno del Reino Unido llevará el texto al Parlamento [en Londres] para tenerlo aprobado en octubre”, ha anunciado Brandon Lewis, el ministro para Irlanda del Norte, en un claro mensaje para despejar el camino del nuevo Ejecutivo autónomo. Poots y Gavin habían dado a regañadientes su consentimiento a la nueva ley lingüística para asegurar la formación de un nuevo Gobierno que diera por fin estabilidad a Irlanda del Norte.

Moción de censura

Nada más cerrar el acuerdo y proclamar al nuevo ministro principal, una reunión de urgencia en Belfast de los principales diputados y cargos orgánicos del DUP anticipaba ya una crisis ingobernable. Una mayoría de más de 20 miembros sacó adelante una moción de censura contra Poots. “He pedido al presidente del partido que ponga en marcha el proceso electoral interno para permitir que la formación [DUP] pueda elegir un nuevo líder”, ha explicado el político en un comunicado al final de la reunión. “El partido me ha pedido que me mantenga en el puesto hasta que elijan a un sucesor”. El defenestrado líder esquivaba a los medios y evitaba responder preguntas.

La idea de abrir un nuevo proceso de primarias en el DUP ha alertado a actores políticos como el Gobierno de la República de Irlanda, muy sensible a todo lo que tenga que ver con la región autónoma. Su ministro de Exteriores, Simon Coveney, ha advertido este viernes de que la decisión podría derivar en una suerte de nuevo referéndum sobre el conflictivo protocolo: “Las dificultades y tensiones derivadas de la implementación del protocolo y de la llegada del Brexit siguen estando muy latentes en Irlanda del Norte”, ha dicho, y el verano que está a punto de comenzar puede ser “potencialmente muy tenso”. Coveney se refería a la “temporada de los desfiles”, la época del año en que los protestantes celebran con marchas por las ciudades la victoria de Guillermo de Orange contra el rey Jaime II en la batalla de Boyne, a las que se suman desfiles de otras organizaciones unionistas y republicanas. Durante muchos años, fue un periodo de violencia asegurada, y Londres y Dublín temen que la tensión de este año derive en problemas graves.

El protocolo de Irlanda, que impone la permanencia de este territorio británico dentro del Mercado Interior de la UE -como solución para evitar una nueva frontera en la isla que pusiera en peligro el acuerdo de paz-, ha incendiado los ánimos de la población unionista. En los últimos meses ha resucitado una violencia callejera con una intensidad que no se veía desde hacía muchísimo tiempo. El Gobierno de Johnson ha señalado esta inestabilidad como la razón principal para incumplir de forma unilateral los compromisos adquiridos con Bruselas, lo que ha provocado un enfrentamiento entre el Reino Unido y la UE y la posibilidad de una guerra comercial grave.


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