La televisión pública atraviesa por un momento crucial para su propia supervivencia. El aspecto más visible de la frágil situación en la que se encuentra es el desplome de la audiencia, que pesa como una losa sobre el ente público, y sus dificultades económicas. El pasado año, el conjunto de los cinco canales de TVE lograron un 15,4% de cuota de pantalla, muy lejos de los grupos privados Mediaset (28,4%) y Atresmedia (26,3%). Además de una acelerada pérdida de espectadores, la corporación ha experimentado una persistente merma en los recursos financieros que, a su vez, ha impactado de manera directa en la calidad de la oferta. Para el próximo año no se vislumbra una mejoría. RTVE contará con 1.101 millones de euros, frente a los 1.127 de este año, según fuentes de la corporación. Es una cifra que se aleja del presupuesto óptimo, situado en 1.200 millones, y ahonda la delicada posición del ente en el ecosistema audiovisual.
Dentro de las grandes partidas de ingresos, la compensación del Estado para la prestación del servicio público será de 443 millones de euros, lo que supone un 6,3% menos respecto al actual ejercicio (473 millones), ya que se excluye la cantidad extra que se otorgó para la cobertura de los Juegos Olímpicos de Tokio celebrados este verano. El resto procederá de la recaudación de la tasa radioléctrica (410 millones) y de las aportaciones de las cadenas privadas de televisión y los operadores de telecomunicaciones, que suman alrededor de 188 millones.
Aunque en principio el Gobierno pretendía suprimir esta tasa a las telecos y sustituirla por un nuevo impuesto aplicado a las plataformas de Internet (Netflix, HBO, Amazon Prime, Apple TV+ Disney+), los números no salen. Por esta partida, fuentes de RTVE calculan que percibirían unos ocho millones de euros, mientras que las compañías de telecomunicaciones (Movistar, Orange, Vodafone) aportarán unos 125 millones. Este desequilibrio ha llevado al Ejecutivo a mantener el actual sistema de financiación hasta 2023 y evitar así la asfixia económica de la televisión pública, que necesitaría nuevas vías de ingresos, como por ejemplo el acceso limitado al mercado publicitario.
Anquilosamiento burocrático
La fuga de los espectadores y los problemas financieros contribuyen a que RTVE se encuentre en “una situación crítica multipolar”, según advertía José Manuel Pérez Tornero en el proyecto de gestión presentado al Congreso para su elección como presidente. Su diagnóstico no deja mucho espacio al optimismo. Se muestra contunde sobre su delicado estado salud del grupo —que en octubre cumplió 65 años— e insta a actuar con urgencia para corregir el rumbo. De lo contario, “RTVE puede encontrarse dentro de poco al borde del colapso”. Entre los males que aquejan a la corporación, alerta del recorte de la financiación, la pérdida de audiencia, el cambio rotundo del comportamiento de los espectadores, la crisis de credibilidad y un cierto anquilosamiento burocrático en su modelo de gestión. “Si se actúa con parsimonia, si la inercia se sobrepone a la necesidad de cambiar o si se ignoran los retos reales”, la situación “puede ser fatal en RTVE”, expone.
Comparando la salud de los entes públicos europeos, España figura entre los que están “heridos gravemente”. Desde el punto de vista financiero, la corporación ha vuelto a instalarse en los números rojos. A final de este año la previsión de deuda alcanza los 325 millones, una cifra que en el próximo ejercicio ascenderá a 588. A lo largo de la historia, RTVE ha recurrido al endeudamiento para cuadrar sus cuentas en una espiral que llegó a acumular casi 8.000 millones. El Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero quiso acabar con este apaño y el Estado puso el contador a cero y cambió radicalmente el modelo al eliminar la publicidad en TVE. Con la llegada del PP, en 2012 los recortes impactaron el lleno en la televisión, que aún no se ha recuperado del fuerte hachazo.
Cambio de hábitos
Ahora, uno de los principales retos de TVE es levantar la audiencia y, sobre todo, superar la debacle de los informativos, considerados su columna vertebral. Sin contar la emisión simultánea en el canal 24 Horas, los telediarios, cerraron el año pasado en la tercera posición con el 12% de la audiencia, por detrás de Antena 3 (16,6%) y Telecinco (15,2%), según datos de la consultora Barlovento Comunicación. Pero lejos de mejorar, la situación ha empeorado. En los últimos meses, la edición de sobremesa ha caído hasta la cuarta posición, por detrás del noticiero de La Sexta. Aunque se han despojado del sectarismo de otros tiempos y han ganado en pluralidad e innovación, una errática estrategia de programación, con cambios constantes en la franja que precede al telediario, ha tenido un impacto muy negativo. Para intentar revertir este efecto, TVE recuperó la semana pasada la emisión diaria de Corazón, un viejo formato de crónica rosa con 25 años a su espalda. Un parche cuyo efecto está todavía por ver. Lo que no parece dejar lugar a dudas es que los vaivenes en la parrilla dañan la fidelidad de los espectadores. El público de TVE apenas tiene un puñado de programas de referencia: la serie de ficción Cuéntame cómo pasó, que lleva dos décadas en antena, o el espacio de entretenimiento MasterChef, con más de 20 ediciones en antena en sus distintas versiones. Ambos han resistido el paso del tiempo y se han convertido en los espacios señeros y de más éxito.
Junto a esta lenta pero constante caída de la audiencia se ha producido un cambio en los hábitos de consumo, sobre todo del público joven, que ha dado la espalda a la televisión lineal para abrazar las emisiones en diferido. El grupo de 18 a 24 años dedicó en octubre una media de 180 minutos al día a ver contenidos audiovisuales, de los que 64 minutos estuvieron enganchados a YouTube. Por el contrario, los mayores de 55 pincharon la famosa plataforma de vídeos apenas 15 minutos de los 363 que invirtieron en ver contenidos audiovisuales, según los datos de Kantar y Comscore.
Otro de los aspectos clave para el futuro de RTVE es superar es la obsolescencia del modelo de gestión. Según Pérez Tornero, “la inercia burocrática, el seguidismo político y la falta de reflejos del sistema de gestión parecen haber instalado en RTVE una cultura poco propicia al cambio y que, sin duda, no contribuye a superar las dificultades presentes”. Su apuesta pasa por medidas concretas, como crear una plataforma digital para la educación, convertir La 2 en un canal para la divulgación cultural y científica, lanzar un programa de cooperación con las universidades, crear un centro piloto de producción de documentales y series de ficción, impulsar la programación transmedia y potenciar 24 Horas como canal iberoamericano de noticias.
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