La cruzada del orgullo gay continúa 50 años después



El orgullo empezó hace 50 años en el 53 de Christopher Street, en el Stonewall Inn. El bar en el Greenwich Village era un puerto seguro para los homosexuales. La policía entró de madrugada y comenzaron los arrestos. Lo que nadie esperaba es que esa redada se convertiría en el detonante de la rebelión que simboliza el nacimiento del movimiento de defensa de liberación LGTBIQ.

Cada 28 de junio desde entonces, activistas como Martha Shelley se concentran en ese mismo lugar para conmemorar la histórica revuelta y recordar a los que lanzaron la cruzada contra la opresión que sufrían los gais. Estuvo al inicio con la revolución que lideró el Gay Liberation Front. El 50 aniversario, dice, es el momento perfecto para hacer una pausa y examinar el camino recorrido para evolucionar.
“Los homosexuales estábamos destinados a no existir”, recuerda el artista Tommy Lanigan-Schmidt. Ir a Stonewall Inn le hacía sentirse humano. En Nueva York no era ilegal servir en un bar a gay, pero casi. En aquella época no ondeaban las banderas del arcoíris, ser homosexual era motivo de despedido e incluso les negaban el alquiler. Eran vistos como pervertidos sexuales o enfermos mentales.
El mundo es ahora muy diferente. El Stonewall Inn dejó de ser un lugar oscuro regentado por la mafia donde los homosexuales podían bailar juntos a escondidas. Pero la cruzada continúa. Los participantes en la concentración esperan que el hito del 50 aniversario represente una nueva de muestra de fuerza frente a los ataques que los derechos de la comunidad LGTBIQ sufren en el clima político actual.

Lady Gaga en los actos conmemorativos del Stonewall. G. Allen GTRES

El grito de Stonewall contra la discriminación retumbó con fuerza por todo el mundo. La actriz Whoopi Goldberg insiste en que la celebración debe ser una oportunidad para dar nueva energía a este movimiento de liberación e inclusión. “Los últimos 50 años de orgullo no fueron fáciles”, recordó, “siempre habrá fuerzas luchando contra la comunidad”.
Por el escenario montado en la calle Christopher con Waverly Place pasó también Lady Gaga. “Sois la pura definición del coraje”, afirmó ante los asistentes bajo un calor intenso, “esta comunidad ha luchado y sigue luchando una guerra por ser aceptados, una guerra por la tolerancia”. La llama que prendió el alzamiento sigue viva, pero los activistas coincide que cambió el campo de batalla.
Familia global
El orgullo es ahora una fuerza imparable, como dice Maryanne Fine, copresidenta de NYC Pride, “ahora somos una familia global y tenemos que recordar a los que siguen luchando por el mundo”. Y no solo para defender los derechos de los homosexuales. Unen fuerzas por cualquier persona que se sienta marginada. Como dice Paris, “es una obligación hacia los que afrontan los mismos retos”.
Sarah Ellis dice en este sentido que “la aceptación no es algo sobre lo que se pueda legislar”. “Nuestras historias son la herramienta más poderosa para ser aceptados”, insiste, “si no, no estaremos seguros”. La activista Monica Helms, creadora de la bandera transgénero, denunció la represión que sufre entre su colectivo las mujeres de color. Diez murieron en lo que va de año en EE UU.
“El transgénero es el gran reto”, señala Summer Minerva, “la gente se encuentra más cómoda con la sexualidad pero no con el género”. El motivo por el que importan los primeros activistas como Sylvia Rivera, que puso la T al moviento, no es que tirara el primer ladrillo contra la intolerancia sino por todos los que siguieron después. “En lugar de esconderse aprendieron a representar”, añade.
Aquel primer acto de resistencia duró cinco días y se saldó con docenas de arrestos. La policía acabó cerrando el bar. Pero la revolución estaba en marcha. La lucha por la supervivencia y la aceptación se transformó en la celebración del orgullo de ser gay. La primera marcha se celebró un mes después justo al lado, en la plaza de Washington Square, y congregó a medio millar de personas.
Disidentes
Stacy Lentz, dueña del Stonewall Inn, cuenta como su principal objetivo ahora es preservar el valor histórico del local. El bar es una meca a la que acude la comunidad para celebrar nuevas victorias, como la legalización del matrimonio sexual por parte de Tribunal Supremo. El presidente Barack Obama declaró la zona monumento nacional como reconocimiento a su papel en la historia de EE UU.
La comunidad LGTBIQ es una parte esencial de Nueva York. La ciudad acogió durante todo el mes de junio múltiples eventos para conmemorar el 50 aniversario de las revueltas en el Stonewall Inn. Culminará este domingo con la gran marcha anual del Orgullo. Es el evento más importante que se celebra en la ciudad de los rascacielos y coincide por primera vez con el WorldPride Festival.
Los organizadores de Heritage on Price esperan la participación de 150.000 personas, además de los cientos de miles que se concentran en las aceras por todo el recorrido. Pero este año habrá marcha alternativa de protesta, bautizada como la Queer Liberation March. Los disidentes se quejan de que la NYC Pride es demasiado festivo y comercial, como la cabalgata de Acción de Gracias de Macy´s.
Tom Viola participó por primera vez en la Marcha del Orgullo hace justo cuatro décadas, cuando seguía siendo un símbolo de rebeldía contra la opresión. Cree que la celebración se volvió excesiva. “No se trata de reconocer solo nuestros logros”, dice, “también hay que velar a los que perdimos y ser perseverantes frente a los que siguen tratando medio siglo después amedrentarnos y degradarnos”.


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