Para Marc Márquez el GP de Alemania del pasado fin de semana fue lo más parecido a un calvario. Aunque chirríe en un primer momento a quien esté leyendo esto, no lo digo tanto por sus cinco caídas, que también, sino porque Marc se dio de bruces con una realidad que no quería encontrarse. Lo de caerse una y otra vez para Marc no fue nuevo; todos hemos sido testigos de ello. Sin ir más lejos, en el GP de Cataluña de 2017, Márquez se fue al suelo en cuatro ocasiones antes de la carrera, para terminar segundo el domingo. La diferencia entre Montmeló 2017 y Sachsenring 2023 está en que esta vez la moto le ganó la partida. Y eso que Marc se dejó la piel en el pulso con su moto, nunca mejor dicho.
Para Márquez la situación en la que se encuentra es completamente nueva para él. En el duelo con su moto por primera vez está del lado perdedor, lo que debe de haber sido un shock para alguien ganador como él. Porque por muy difícil, complicada o simplemente mala que fuese su Honda – que las ha habido horribles -, hasta el pasado fin de semana se las había arreglado para hacerla parecer mejor de lo que era.
Al quedar al descubierto esta realidad Marc Márquez tiene dos opciones:
La primera, arremangarse, dejar de salir a la pista pensando en él y sus resultados – que es lo que ha hecho hasta el pasado fin de semana -, y ponerse de verdad en modo 2024. Es decir, hacer de piloto de pruebas para poder suministrar a los ingenieros de Honda la información necesaria para que puedan hacer una moto competitiva. Para ello la actitud de Márquez debe pasar por renunciar al continuo flirteo con los límites a priorizar llevar su moto hasta la meta en cada carrera. Un planteamiento sólo es aplicable, claro, si a Marc le queda confianza en la capacidad de Honda para darle lo que necesita, y si entiende que tiene el tiempo que exige el desarrollo de esa nueva moto. Porque los años van pasando…
La otra opción es dar por finiquitada su relación con Honda… “Gracias por todo, hemos ganado muchas cosas juntos, pero no me dais lo que necesito para ganar así que me voy”.
Marc Márquez, en Sachsenring
La otra variable
Por otro lado, la otra variable de esta ecuación, Honda, tiene a su vez que asumir el compromiso de hacer lo que aparentemente no han hecho hasta ahora: mostrarle al piloto su compromiso por darle una moto competitiva. Porque por las denuncias hechas públicas por parte de Marc, nada nuevo ha llegado desde Japón desde el inicio de temporada.
Una manera incomprensible para una mentalidad occidental como la nuestra. Pero es que en Japón los tiempos y la manera de gestionar las crisis son muy diferentes a los nuestras. Pero mucho me temo que o Japón reacciona, o la relación entre Marc Márquez y Honda acabará en divorcio.
Marc Márquez sufrió muchísimo con su Honda en Sachsenring