EL PAÍS

La denuncia de un migrante contra la guardia de fronteras griega: “Nos golpearon y arrojaron a balsas inflables como si tiraran basura”

La noche del 20 de octubre de 2020, hombres encapuchados asaltaron un pequeño barco pesquero cerca de la isla griega de Creta. La embarcación había zarpado de Turquía un día antes y su destino era Italia, pero una tormenta la obligó a acercarse a la costa griega ante el peligro de naufragar. Nada más subir a bordo, los asaltantes golpearon a parte de los 190 hombres y mujeres del pesquero. La mayoría eran sirios, acompañados de algunos iraquíes, unos pocos afganos y cuatro mujeres somalíes. Había más de 20 niños. Pretendían pedir asilo en la Unión Europea. El que rememora esta noche de terror es Fedaa A., uno de los ocupantes del barco.

Su relato, por teléfono desde Suwayda, su localidad natal en Siria, forma parte de una denuncia de una decena de afectados ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) contra Grecia por la supuesta devolución en caliente de refugiados (expulsión ilegal sin garantías) que intentan llegar a la UE, malos tratos y el abandono en mar abierto. Atenas, según la documentación a la que ha tenido acceso , rechaza las acusaciones. Por su parte, la agencia europea de fronteras (Frontex), a la que los denunciantes han reclamado información, no ha querido revelar lo que pueda saber del incidente.

“Soy una persona legal, no hago daño a nadie. No puedo entender cómo me golpearon de esta manera tan brutal”, afirma Fedaa A, abogado de 38 años. “No nos resistimos, estábamos asustados. Nos golpearon con palos y tenían armas. Querían aterrorizarnos”, añade sobre el grupo que asaltó la embarcación, hombres no identificados pero acompañados presuntamente de guardacostas griegos, según los denunciantes.

Fedaa A. y su esposa, farmacéutica, habían vendido su casa para pagar ese viaje con el que él pensaba llegar a la UE, obtener asilo y solicitar el reagrupamiento familiar. Los encapuchados también les robaron todo su dinero, asegura. A otro de los pasajeros le rompieron la muñeca y tres dedos a golpes y obligaron a una pasajera que hablaba inglés a traducir una advertencia al grupo: “Si no colaboráis, os haremos lo mismo”.

Junto a estos hombres había otros con uniformes de los guardacostas griegos, según el relato de Fedaa A. También tenían el logotipo de los guardacostas las patrulleras donde lo subieron. Tardaron varias horas en recorrer más de 300 kilómetros, hasta un punto situado entre las islas griegas de Rodas y Symi, colindantes con las aguas territoriales turcas. Después usaron balsas salvavidas para dejarlos a la deriva. “Nos arrojaron a todos, hombres, mujeres y niños, a las balsas inflables como si tiraran basura”, recuerda Fedaa A. Una de las personas que viajaba con él consiguió esconder su teléfono y llamó al 112, el teléfono de emergencias, durante horas. “Pensábamos que íbamos a morir hasta que respondió una voz en turco”, afirma. Enviaron su ubicación y los rescataron los guardacostas turcos.

Fedaa A., junto a otros 10 pasajeros de ese viaje truncado, denunció a Grecia ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Es una de las decenas de demandas que se han interpuesto contra la república helena por devoluciones en caliente o expulsiones colectivas, que también han salpicado a Frontex por supuesta inacción ante los incidentes. Pero la de Fedaa A. es de las pocas que ha superado el trámite inicial para ser examinada. Este diario ha tenido acceso a los dos expedientes que debe examinar el tribunal de Estrasburgo, incluida la respuesta de Grecia.

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En la demanda, se incluyen documentos que tratan de demostrar que Frontex supuestamente encubrió los hechos. Las abogadas de los demandantes pidieron los registros oficiales de la agencia europea de fronteras, pero esta solo respondió parcialmente a la petición. Solicitaron a Frontex que remitiera al tribunal dos informes operativos, de los días 20 y 21 de octubre, relativos a la presencia de dos grupos de personas en balsas salvavidas hinchables, lo que consideran que podría corresponder con el relato de los demandantes. Una portavoz del organismo ha confirmado que la agencia elaboró dos documentos que rechaza revelar porque “contienen datos personales, así como información operativa sensible, cuya divulgación no solo contravendría las leyes de protección de datos, sino que podría poner en peligro futuras actividades operativas de la agencia”.

Los pasajeros del pesquero vieron un dron, o avión militar, que les sobrevoló en círculos mientras aún navegaban en aguas internacionales. Aportan vídeos, fotografías y ubicaciones de GPS para mostrar que habían alcanzado aguas griegas. “Estábamos tan cerca de la costa que incluso podía ver las casas”, asegura Fedaa A. Un equipo de investigación forense propuesto por los demandantes ha redactado un extenso informe que reconstruye los hechos en el que colige que la devolución en caliente ocurrió en aguas territoriales griegas. Además, la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (Acnur) ha remitido al tribunal un escrito de 12 páginas en el que da credibilidad a la demanda y, tras una larga introducción en la que da por cierto que la guardia costera realiza sistemáticamente devoluciones en caliente a pesar de que Grecia lo niegue, adjunta el informe de lo ocurrido en el viaje de Fedaa A., según el relato que otro de los pasajeros sirios hizo al organismo en Turquía 10 días después de los hechos.

Deportación de una familia en Evros

Una segunda demanda a la que Grecia ha contestado en Estrasburgo también acusa al Gobierno de Atenas de emplear violencia contra solicitantes de asilo desarmados. Concierne a la expulsión de un matrimonio sirio con tres hijos. El padre, Hassan T., responde a las preguntas de este periódico desde Turquía. Aunque la demanda se refiere únicamente a una de las devoluciones en caliente, era la cuarta vez que su intento de llegar a Grecia se topaba con los métodos de las fuerzas de seguridad helenas, según su relato. Los tres primeros intentos de llegar a Grecia, entre marzo y junio de 2020, fueron por mar.

La primera vez llegaron a la isla de Quíos, pero los guardacostas presuntamente los devolvieron en barco y los dejaron a la deriva en balsas salvavidas. La segunda vez fueron remolcados de vuelta al mar sin tocar tierra y la tercera pensaron que lo habían logrado al bajar de la patera. “Pasamos mucho miedo en la travesía desde Turquía, es muy peligroso”, cuenta Hassan T., y “cuando llegamos a Lesbos [Grecia] pensé que estábamos a salvo y todos nos abrazamos. Los guardacostas griegos nos condujeron a un barracón y después nos subieron a un pequeño barco con la promesa de llevarnos a Mitilene [la capital de la isla]”. Pero los volvieron a dejar a la deriva. Ni los mayores ni los niños sabían nadar, por lo que decidieron no volver a intentarlo por vía marítima.

El 9 de julio de 2020 se dirigieron a la frontera terrestre entre Turquía y Grecia, a una zona del río Evros. Lo cruzaron junto a otras familias y se escondieron entre la vegetación, ya en Grecia, durante toda la noche. De día, caminaron por el bosque con la esperanza de llegar en autobús a Atenas, para solicitar asilo allí. Tras cinco horas de marcha, se detuvieron a descansar. Entonces, policías con perros los detuvieron y los trasladaron a una comisaría. Antes de que le quitaran el teléfono, Hassan T. envió su ubicación por WhatsApp a miembros de su familia y, al día siguiente, tras su expulsión a Turquía, reenvió la ubicación al teléfono de Legal Center Lesvos, una ONG formada por abogadas que le asistió a la hora de interponer la demanda ante el TEDH.

La demanda incluye una pormenorizada reconstrucción forense elaborada por Legal Center Lesvos para concluir que la detención tuvo lugar en la comisaría de policía y guardia de fronteras de Soufli, cerca del límite con Turquía. Allí retuvieron al grupo de adultos y niños durante aproximadamente ocho horas, siempre según el relato de Hassan. Los policías golpearon a varios de los mayores, asegura. Y se negaron a dejarles coger leche de una bolsa para el hijo del denunciante que tan solo tenía un año. Al atardecer los llevaron en furgones al río y les obligaron a subir en una balsa inflable. Volvieron a golpear a algunos de los adultos durante el trayecto hasta dejarlos en el lado turco, como advertencia para no regresar. Tuvieron que caminar más de 20 kilómetros hasta Edirne, la ciudad turca más cercana.

El Gobierno griego lo niega todo en los escritos que ha remitido a Estrasburgo en respuesta a las demandas. Sostiene que la actuación de la policía y los guardacostas cumple siempre con la legislación internacional y, en la medida en que las demandas describen comportamientos ilegales, “no resultan verosímiles”. En su primer escrito, remitido en junio de 2022, el Ejecutivo heleno argumenta que los demandantes acusan sin pruebas a Grecia de la práctica generalizada de expulsiones colectivas. En su último escrito, de noviembre del mismo año, considera que la demanda responde a motivos políticos para cuestionar la política migratoria del Gobierno conservador de Kyriakos Mitsotakis.

La agencia de fronteras exteriores de la UE está en el punto de mira de investigaciones en torno a la pasividad o encubrimiento de devoluciones en caliente de migrantes en el Mediterráneo. ¿Confirma Frontex la existencia de devoluciones en caliente? “Al tratarse de un procedimiento judicial en curso, no podemos hacer comentarios”, responde un portavoz.

Un informe de la Agencia Europea de Lucha contra el Fraude (OLAF) divulgado el pasado octubre constata graves irregularidades en la gestión de Frontex y sostiene que altos mandos de la agencia eran conocedores de prácticas ilegales e irregulares por parte de sus empleados y de algunos Estados miembros —como Grecia— para evitar la entrada de migrantes de manera irregular. El informe analiza devoluciones en caliente en alta mar, denunciadas sobre todo desde 2020, bajo el mando en Frontex del francés Fabrice Leggeri, quien finalmente dimitió como director ejecutivo de la agencia. La OLAF destaca una decena de casos en los que la policía fronteriza griega expulsa de manera violenta a pateras con decenas de migrantes a bordo a aguas turcas y los “abandonan” a su suerte, todo ello a ojos de agentes de Frontex. La agencia será dirigida a partir de este mes por el holandés Hans Leijtens, que ante el Parlamento Europeo destacó su preocupación por la legalidad de las operaciones.

La única vez que el TEDH ha condenado a Grecia por una supuesta devolución en caliente tardó ocho años en emitir una sentencia. La expulsión de Grecia impidió a Fedaa A. pedir asilo en la UE. Haberse arruinado en el intento le obliga a seguir viviendo en una zona de Siria donde la guerra no ha terminado. A pesar de ello, este abogado no pierde la esperanza en que se haga justicia. “Respeto las leyes europeas y al pueblo europeo, pero creo que Europa debe cambiar su sistema de asilo, ya que es como una carrera de obstáculos en la que apuestas a todo o nada. Perdí 15.000 euros y casi muero”, sostiene, antes de añadir: “Grecia acabó con mis sueños y con los de mis hijos”.

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