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La dictadura del balón en el Mundial de 1978


Fue un escándalo, una vergüenza. No, no me refiero a que la Argentina de los militares celebrara un Mundial y que llegara a la final y la ganara a la maltratada Holanda, que también; sino a los miles de rollos de papel higiénico que se lanzaron sobre el pasto -como dicen los del cono suramericano- en los momentos previos al partido. Ahora, cotizarían en Bolsa como metal precioso.



Es la primera final planetaria de la que tengo un perfecto recuerdo. Lloré desconsolado por la mala suerte de Rob Resenbrink
, quien acaba de fallecer hace unas semanas, que estrelló el balón al palo un minuto antes del 90. Llovía sobre mojado. Unos doce meses antes el Athletic había perdido la final de Copa ante el Betis y la de la UEFA ante la Juventus. El fútbol nos ponía a los ‘forofogoitias’ el caramelito en la boca y nos lo quitaba de la peor manera.

En Bilbao, casi todos íbamos con Holanda. Como había ocurrido en Alemania cuatro años antes, con aquel fútbol total de ‘La naranja mecánica’ de Cruyff
. Todo nos salía mal. Lo único bueno del Mundial argentino fue que salió a la luz la terrible y oscura cara de la feroz dictadura militar de Videla
, a quien curiosamente, a sus espaldas, llamaban la pantera rosa, como a nuestro Sarabia
.

Hasta entonces, en Europa se hablaba de
Pinochet
, pero las televisiones aprovecharon el viaje para sacar a las Madres de la Plaza de Mayo y enfocar lo que ocurría con los derechos humanos. Mientras el balón Tango rodaba entre pantaloncitos ajustados, se torturaba en la Escuela de Mecánica de la Armada, a escasos kilómetros del Monumental de River.

Los melenudos ganaron el Mundial, aunque nadie se creyera aquel triunfo por 6-0 ante Perú. Pero el régimen, que quiso hacerse un lavado de cara con el campeonato, fue repudiado, cayendo en marzo del 81.


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