La escuela francesa va a la huelga, “harta” de los protocolos covid

Hartos. Así se declaraban los miles de profesores de primaria y secundaria de Francia que secundaron este jueves una huelga de la educación para denunciar las constantes renovaciones del protocolo sanitario, intempestivas y anunciadas casi sin tiempo de realizar los cambios, decretadas por el Gobierno de Emmanuel Macron desde la vuelta al cole en enero. Según el Ministerio de Educación Nacional, el 38,4% de los profesores de primaria y el 23,7% de secundaria secundaron la protesta, que también sacó a miles de personas a las calles en todo el país, incluidos padres y alumnos igualmente indignados por las disposiciones. La cifra está muy alejada del 75% en escuela maternal y elemental y del 62% en institutos de secundaria que calculaban por su parte los sindicatos, que habían pronosticado una protesta “histórica” y el cierre de la mitad de las escuelas de primaria.

Apoyada por una decena de sindicatos y muchos de los candidatos presidenciales, la protesta para expresar el “agotamiento y exasperación” reinante en el sistema escolar desde la vuelta al cole el 3 de enero, en plena oleada de ómicron, puede convertirse también en un serio toque de atención a un Macron que, con casi toda seguridad, buscará la reelección en las elecciones de abril y que ha hecho de las vacunas en particular, y de la gestión de la crisis sanitaria en general, uno de sus buques insignia.

Muestra de la presión de la protesta, la oficina del primer ministro, Jean Castex, anunció que recibiría en la tarde a los representantes sindicales en el Ministerio de Educación Nacional, junto con el ministro responsable de esta cartera, Jean-Michel Blanquer, y el de Sanidad, Olivier Véran, conectado por videoconferencia dado que este mismo jueves anunció haber dado positivo de covid-19. Tras más de tres horas de una reunión de trabajo “nutrida” y con discusiones “francas”, Blanquer aseguró la disposición del Gobierno de mejorar la comunicación y su voluntad de “volver a un clima de confianza, en interés de todos”.

Tal como habían adelantado poco antes los representantes sindicales, no se ha decidido ningún cambio por ahora de protocolo, pero sí se ha acordado que se celebrarán reuniones bimensuales para mantener las vías de información abiertas. Además, Blanquer anunció que, si bien no se generalizará el uso de mascarillas FFP2 en la educación, se distribuirán 5 millones de estos tapabocas más protectores en la educación primaria “para quienes las necesiten”. Asimismo, el ministro reconoció que la crisis ha evidenciado una falta de personal y anunció la próxima contratación de “varios miles” de personas que “apoyarán el sistema educativo para afrontar la crisis”, desde asistentes educativos a personal de apoyo administrativo. El objetivo siempre ha sido y sigue siendo, recordó, “hacer todo lo posible para que los colegios permanezcan abiertos”.

La mayor parte de los sindicatos de enseñanza habían secundado el llamamiento a la huelga para denunciar una “situación caótica total debido a los cambios incesantes, a protocolos insostenibles y a la ausencia de medios para garantizar el funcionamiento de la educación”. Lo que es más inédito, destaca la prensa francesa, es el hecho de que no solo algunos sindicatos de estudiantes y asociaciones de padres la apoyan, sino incluso los representantes de los responsables escolares: personal de dirección de colegios e institutos, pero también inspectores académicos. Varios de los candidatos presidenciales rivales de Macron, entre ellos la socialista Anne Hidalgo, el ecologista Yannick Jadot o el líder de Francia Insumisa Jean-Luc Mélenchon, participaron asimismo en las marchas convocadas.

Según había declarado Castex el martes ante la Asamblea Nacional, en primaria actualmente permanecen cerradas unas 10.400 clases, es decir, el 2% de las aulas. Por su parte, Blanquer confirmó que, también hasta el martes, se habían dado a conocer 50.000 positivos entre los 12 millones de escolares que volvieron a clase la semana pasada y que este jueves vieron sus cursos interrumpidos en gran parte.

Lo más criticado han sido los constantes cambios de protocolo ante la variante ómicron decididos desde el restablecimiento del curso y, sobre todo, la forma de anunciarlos: el primer cambio se conoció el domingo previo a la vuelta al cole y fue realizado por Blanquer en el periódico Le Parisien. A apenas 24 horas de volver a mandar a los menores a clase, los padres se enteraron de que para evitar un cierre masivo de aulas, los menores de 12 años, así como los estudiantes mayores y profesores ya vacunados, podrían seguir yendo a clase aunque fueran contacto estrecho, siempre y cuando diera negativo el test PCR o de antígenos que tenían que hacerse nada más conocer su situación —lo que implicaba que los padres debían ir a recogerlos de inmediato al colegio y se formaran eternas colas ante las farmacias y centros de salud que practican las pruebas— y se siguieran realizando test negativos dos y cuatro días después de la primera prueba.

Ante el caos generado y las fuertes críticas, Castex anunció solo una semana después, este lunes, por televisión, un “aligeramiento” del protocolo. Así, los padres ya no tendrán que correr a recoger a sus hijos para realizarles un test en cuanto se sepan que son contacto, sino que podrán esperar al final de la jornada escolar. Además, bastará con que el alumno se haga tres tests en casa y que los padres hagan una sola declaración jurada —y no tres como hasta ahora— asegurando que dan negativos.

Profesores y padres “exhaustos”

Las medidas no han aplacado, sin embargo, ni a profesores ni a unos padres que se dicen “hartos” y “exhaustos” y que participaron en esta jornada tildada por la prensa como “día de cólera” o “jueves negro”.

“No sabemos cómo aplicar los protocolos, son inaplicables”, denunciaba Clothilde, una profesora de secundaria que se ocupa de alumnos con discapacidades y que acudió a la manifestación de París. Junto a ella caminaba su hija Julia, de 14 años, para quien la forma en que se han decidido las medidas y, sobre todo, cómo han sido anunciadas, demuestra un “completo desprecio por los profesores, los padres y los estudiantes”.

También Marie-Anna, una profesora de primaria que enseña en la periferia de la capital, marchaba junto a su hija de seis años, ambas portando sendos carteles en los que manifestaban su “cólera” por la situación. “Estamos en cólera porque nos piden cosas que no podemos hacer, no podemos seguir así, esta situación es ingobernable”, decía Marie-Anna, para quien solo hay dos salidas: “O apostamos por la seguridad y volvemos a cerrar clases desde el primer caso, o lo abrimos todo, sin restricciones, pero estas medidas intermedias, someter casi todos los días a los niños a tests, no son posibles”, zanjó.

Según el Ministerio de Interior, unas 77.500 personas se manifestaron este jueves en toda Francia en contra de la gestión por parte del Gobierno de la crisis sanitaria en las escuelas.

Pese a las críticas y los llamamientos de sindicatos —y de varios candidatos presidenciales— a la dimisión de Blanquer, el Gobierno ha asegurado su apoyo al ministro de Educación, si bien durante el Consejo de Ministros del miércoles se vivieron algunas escenas de tensión, según la prensa.


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