La Eurocup 22-23 se pone este martes en marcha en la que será segunda temporada con un sistema de cruces a un partido. El mejor clasificado volverá a tener ventaja de campo en esa eliminatoria a partir de octavos pero en sólo 40 minutos se jugará todo el trabajo de meses.
“Hay momentos de la temporada en los que te juegas todo a un partido”, dijo Pau Ribas, jugador del Joventut después del revés sufrido en octavos el pasado mes de abril ante el Ratiophalrm Ulm (73-79) que supuso la eliminación de los verdinegros, que habían acabado líderes absolutos con 12-4.
Con las derrotas del pasado año a las primeras de cambio de Joventut Badalona y Partizan, los dos primeros del Grupo A, y el triunfo final del Virtus Bolonia, que había acabado cuarto en el B, la nueva campaña arranca con ciertas dudas sobre la importancia de esta fase regular, que empleará durante cinco meses a los 20 equipos participantes con el estímulo principal de no quedar en las últimas dos posiciones que suponen no acceder a cruces. Mejorar el balance para contar con ventaja de campo puede parecer importante pero el balance del pasado año lo pone en entredicho: los locales ganaron el 60% de los partidos de los cruces, porcentaje que bajó al 43% a partir de cuartos de final.
“Tenemos mucha ilusión en la Eurocup, pero tenemos que centrarnos en el primer partido”, dijo ayer el técnico del Joventut Carles Duran con vistas al debut europeo de esta campaña, este martes en casa ante el Germani Brescia. “Como vimos el año pasado, es una competición muy larga y con un formato muy distinto. Lo mejor que podemos hacer es centrarnos en el partido que toca, que es el del Brescia”, explicó.
A todo ello también hay que añadir que uno de los activos principales, la promoción a Euroliga, no se mide sólo por méritos deportivos y estos tampoco están claros. El acceso del finalista depende de lo que ocurra en la Euroliga y, además, este año también han sido invitados Partizan y Valencia (que no superó las ‘semis’).