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La Euroliga de la incertidumbre

Siete meses después de una temporada inconclusa por la irrupción de la epidemia del covid-19, la Euroliga arranca con una mezcla de ilusión por recuperar la competitividad pero también mucha incertidumbre.

Los equipos llamados a luchar por el título retomarán el pulso dejado a medias la pasada campaña pero en circunstancias extrañas, por la ausencia de público en muchos pabellones todavía y dudas sobre lo que está por venir.

Por el momento, todos los equipos tendrán que someterse a unas estrictas medidas sanitarias, con tests PCR tres días antes de cada partidos y burbujas en los desplazamientos a algunos países donde es complicada la entrada y salida de viajeros.

Además de las normas de procedimiento para cada partido, también se establecen unos pasos a seguir para la reprogramación de partidos que puedan ser suspendidos a causa de las normas de las autoridades locales.

Así, si un partido no puede ser reprogramado por falta de fechas o se debe suspender en más tres ocasiones por las dificultades creadas por la pandemia, el equipo local será declarado perdedor por 0-20. Del mismo modo, si un equipo tiene menos de ocho jugadores disponibles por culpa del covid-19 también perderá el partido por 20-0.Por otro lado, si un equipo se niega a jugar sin que existan restricciones oficiales locales o nacionales perderá el encuentro por 20-0 a la primera ocasión y será expulsado de la competición si lo hace una segunda vez.

Si la temporada tiene que ser suspendida, la clasificación en el momento de la suspensión podrán ser consideradas definitivas de cara a la reanudación de la competición o el pase a una siguiente ronda.

De todos modos, el CEO de la competición, Jordi
Bertomeu, aseguró este martes que la cancelación es una posibilidad remota, después de la experiencia del pasado año y que existen alternativas previstas. “Tenemos un plan B pero nos gustan los planes A y el nuestro es muy flexible”, dijo el dirigente español. “Sabemos que habrá dificultades durante la temporada y veremos cambios de última hora. Veremos partidos que se jugarán en otro país, reasignaciones de árbitros… Si las cosas empeoran y tenemos que parar, como pasó en marzo, volveríamos a nuestro plan de mayo, a nuestro plan B. Todo estaba listo, el único problema era que tres o cuatro equipos no podían salir de sus países. Por eso no hubo ‘burbuja’”. No realizarla esta vez, cuando la ACB demostró el pasado mes de junio que era posible, sería un fracaso que podría pasar factura al futuro de este torneo.

Hablar de favoritos en estas circunstancias a ocho meses vista, resulta más aventurado que nunca aunque al final, por recursos, potencial deportivo y tradición, el análisis coincide en señalar a los de casi siempre: el turco Anadolu Efes, el ruso CSKA Moscú, los españoles Real Madrid y Barcelona y el italiano Armani
Milán, que con una expansiva política de fichajes se ha subido a este póquer de favoritos en detrimento del Fenerbahce turco que ha perdido fuelle económico


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