La Feria del Libro de Fráncfort que se inaugura este miércoles debería haber tenido a España como invitado de honor para conmemorar los 30 años de su primera presencia, en 1981. Pero la covid-19 ha desplazado la efeméride al próximo año, algo que de ninguna manera quita la sonrisa a un sector del libro español que ha visto cómo las ventas se incrementaban entre un 17% y un 23% respecto a 2019, para superar una facturación no vivida desde hace una década. Desde hoy, cuando arranca en la ciudad alemana el evento más importante del mundo del libro, hasta el domingo, una setentena de autores participará ya en la avanzadilla del programa España, creatividad desbordante.
Las notables cifras de un sector que es el 0,8% del PIB total de España y que emplea a 49.750 personas podrían resumirse en los 74.589 títulos publicados en el pandémico 2020, espoleadas por un máximo histórico en los índices lectores (el 57% admite hacerlo al menos una vez a la semana). Pero tras la sonrisa se perfila ya cierta rigidez: “La situación es coyuntural”, avisa Íñigo Palao, de la consultora GfK. “Hay un exceso de confianza, esta bonanza no durará siempre”, alerta un directivo de un gran grupo. “Veremos si el cambio de hábitos lectores se mantiene”, duda el propio presidente de los editores, Patrici Tixis. Los comentarios tienen una causa coincidente: la irrupción de un inopinado enemigo en el papel y el cartón, más escaso y caro que nunca por la falta de materias primas en todo el mundo, y el peso cada vez mayor de Amazon.
Papel y cartón ‘de lujo’
El exponencial incremento del comercio electrónico, que paradójicamente tanto ayudó al propio libro durante la pandemia, ha provocado que la gran industria papelera reorientara su producción hacia el cartón para embalajes, en detrimento de las bobinas de papel. La decisión se suma a las consecuencias del parón que la covid-19 provocó en la gestión de bosques canadienses y noruegos, grandes suministradores de materia prima. Y las restricciones energéticas en la industria china han sido la puntilla. El resultado: aunque solo el 3% del consumo de pasta de papel se destina a los libros, su precio se ha incrementado en un 30% en lo que va de año en España. Así, una bobina de calidad para impresión en blanco y negro ha pasado de 950 a 1.200 euros por tonelada.
En un efecto dominó, diversos editores admiten que en el sector “se están acumulando órdenes de compra”, que ahora, además, “te obligan a pagar antes de la entrega en vez de los hasta 150 días que te daban de margen después de servido el pedido”. Aun así, el retraso en las entregas por parte de las papeleras alcanza ya los tres meses. Pero siendo grave, la gran preocupación de los editores no está tanto en el papel como en el cartón con el que se hacen las cubiertas. “Intentaremos que no afecte a la campaña navideña”, esperan desde otro gran grupo editorial. Algo que ya no pueden decir editores de cómic como La Cúpula, cuyos responsables admiten que ya ha lastrado su programación del último trimestre.
En lo que se acerca a una tormenta perfecta, amén de la batalla del papel está la del atasco en las imprentas, resultado del buen ritmo de las ventas: solo en el primer semestre de 2021 GfK ha contabilizado 15.277 novedades, frente a las 14.798 del mismo periodo del 2019 prepandémico. Pero más que nuevos títulos, lo que genera colas son las demandas de reimpresiones, que en el caso de Penguin Random House Grupo Editorial (PRHGE) son un tercio más que las que hicieron en 2020.
El incremento de los costes energéticos sería una de las causas por las que, según algunos editores, algunas imprentas estarían incrementando además “casi un 20%” las facturas, lo que “inevitablemente repercutirá en el precio de los libros en 2022″. Para el directivo de un gran grupo editorial, “la subida de los libros no irá más allá de un 3%; en cualquier caso, tanto la situación del papel como la de las imprentas se corregirá de aquí a entre 12 y 18 meses”. En una denotativa actitud del sector, los responsables de la Asociación Española de Fabricantes de Pasta, Papeles y Cartón, Aspapel, se negaron a comentar la situación.
Amazon: el gigante crece
La empresa de Jeff Bezos nunca da cifras, pero hay acuerdo entre los consultados en fijar que “al menos” uno de cada cinco libros que se venden hoy en España es a través de Amazon. Según la tipología del sello, hay quien lo sitúa más cerca del uno de cada cuatro. “Ya es el cliente más importante de los editores españoles”, sentencia sin vacilar el directivo de una editorial mediana que demanda anonimato. Según esas voces, la horquilla oscilaría entre un 20% y un 24%.
No está pasando nada distinto de lo que ocurre en EE UU, donde Amazon ya comercializa el 40% de los libros, en un contexto donde la venta en línea ha alcanzado en 2020 por vez primera la mitad de los ingresos del sector (43,3% en 2019). La pandemia lo ha facilitado aún más. “En apenas tres meses de 2020 la cuota de comercio electrónico en este sector ha crecido en todo el mundo lo mismo que en cinco años”, fija el analista Rüdiger Wischenbart. La traducción es sencilla: su poder de negociación crece tanto que le permite obtener de los editores descuentos de hasta un 40%, frente al 25-30% que apenas arañan el resto de clientes.
“En términos de condiciones comerciales, la situación será cada vez más dura para editoriales con escaso poder negociador”, avisa el directivo del gran grupo. “Hace ya unos meses que he delegado en mi distribuidor las negociaciones con ellos; yo ya no puedo”, admite el editor del sello mediano barcelonés, consciente de su falta de músculo para enfrentarse al gigante del comercio electrónico. “La concentración editorial a la que asistimos tanto en España como en Europa y EE UU es fruto del creciente poder de Amazon”, resume el directivo. De ahí que las compras de la clase media editorial como gran objeto de deseo proseguirán, vaticinan los consultados.
El otro gran damnificado es, claro, la librería. Apenas un 38% de las 3.208 tiendas independientes que hay en España (ratio de 6,8 por cada 100.000 habitantes; con un 59,7% de mujeres al frente) ofrecen servicio en línea. Y aunque aún venden 7 de cada 10 libros, la sombra de Amazon se alarga: de ahí la no tan sorprendente petición que el presidente del Grupo Planeta, Josep Creuheras, hiciera el pasado viernes en plena gala del 70 premio Planeta reclamando, en presencia de los Reyes, políticas públicas de ayuda al sector librero.
La factura de la exportación
“Dos a tres años, al menos”, calculan algunos de los consultados que tardará en revertirse la caída de la exportación de libros, que, acumulada, se acercaría al 40% entre 2019 y 2020 (de 615,4 millones de euros a 391 millones). “El frenazo de México ha sido casi en seco; Perú y Ecuador, que funcionaban correctamente, ya no; los resultados de Colombia no son buenos y lo de Argentina es una crisis casi total”, repasa un editor. La reciente feria Liber en Madrid, cita obligada de la industria latinoamericana, dio síntomas de cierta vitalidad, pero “puede pasar que haya pedidos que no acabes cobrando o lo hagas tarde y tras una devaluación de la moneda local”, advierte el editor barcelonés. Portavoces de Planeta y PRHGE creen que este 2021 “ya va mejor”. Pero el bajón puede haber hecho mella en las cuentas de editoriales medianas y tradicionalmente exportadoras, acrecentado así su exposición a una posible compra.
Autores de casa, los favoritos
Quizá sea fruto de un sutil mecanismo de defensa psicológico, pero la pandemia está provocando por ahora lo que Wischenbart ha bautizado como “la renacionalización de autores y libros: se mira lo más cercano a casa, en autores y temáticas”. A pesar de que España no es nada chauvinista en eso (el 20% de los 74.589 títulos publicados en 2020 eran traducciones, de las ratios más altas de Europa), la lista de los más vendidos este 2021 ratifica la tendencia internacional. Excepto una anecdótica presencia de Ken Follet (Nunca), la clasificación ahora es totalmente doméstica. Sira, de María Dueñas, con más de 302.000 ejemplares, ocupa el primer puesto, en un podio que completan el título de Paz Padilla El humor de mi vida (sobre los 210.000) y El juego del alma, de Javier Castillo (122.000).
El arte de engañar al Karma (Elisabet Benavent, 116.000), Aquitania (de la penúltima premio Planeta, Eva María Sáenz de Urturi, sobre los 85.000) y el incombustible El infinito en un junco (Irene Vallejo, unos 83.000) conforman un selecto ramillete del que también podría formar parte Reina roja, con sus 82.000 ejemplares (casi 424.000 desde su publicación en 2018 y rondando los 800.000 de la trilogía, con Loba negra y Rey blanco) con la que Juan Gómez-Jurado se ha hecho un hueco en el thriller internacional (está editado en 40 países). También es el paradigma del perfil de escritor que buscan ahora los editores, como constata el triunvirato que se escondía tras el pseudónimo de Carmen Mola (José Díaz, Antonio Mercero y Agustín Martínez), flamante ganador del Planeta: gentes que ya trabajan como guionistas, o que son capaces de elaborarlos o, en su defecto, construir historias trepidantes fácilmente adaptables a la pantalla. Asimismo, los buscan directamente productores audiovisuales, como hizo el pasado abril Amazon Studios con el propio Gómez-Jurado. “Un libro ya está hecho y siempre se paga mucho menos por un anticipo de un título que por un guion original, que fácilmente puede costar 215.000 euros”, cuantifica un asesor editorial.
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