La familia Falcó un año después de la muerte del marqués de Griñón


Carlos Falcó tenía 83 años cuando murió el 19 de marzo de 2020 tras contraer la covid-19. Ocurrió solo cinco días después de que España se parara, confinados los ciudadanos en sus domicilios, para intentar parar la ola de ingresos hospitalarios y fallecimientos que ya atenazaba hasta a los más optimistas. Una muerte que causó sorpresa incluso a su propia familia porque Falcó desbordaba energía y ninguno pensó que el virus podía llevárselo por delante. En otro momento, el entierro del polifacético y enérgico marqués de Griñón, Grande de España, marqués de Castel-Moncayo, descendiente del Gran Capitán, cofundador del Club Siglo XXI, empresario y elaborador de vinos y aceites, presidente del Club Círculo Fortuny hubiera sido multitudinario y hubiera reunido a lo más granado de esa alta sociedad, empresarial y de la otra, en la que se movía debido a las múltiples facetas que cultivaba y en la que destacaba su pasión por los vinos y los aceites.

La pandemia impidió esa despedida multitudinaria y solo dos miembros de su familia pudieron ir a recoger sus cenizas días después de su muerte para trasladarlas al lugar que más quería, la finca familiar de Malpica del Tajo, en Toledo, aquella que le dejó en herencia su abuelo materno, Joaquín Fernández de Córdoba, para convertir en realidad sus sueños ligados a la tierra. El funeral, que se anunció para el fin de la pandemia, continúa a la espera pero la vida de su familia ha seguido su curso y en ella han cambiado muchas cosas en este año en el que se han sucedido las pérdidas. Un año después, sus cinco hijos han recibido el legado del aristócrata que ahora administra Manuel, el primogénito que ya se ocupaba de muchos de los asuntos de su padre en vida, con el respaldo de su hermana Xandra y el apoyo del resto. Todo el proceso de la herencia lo han llevado con discreción y si ha habido sobresaltos no han trascendido. El distanciamiento social ha permitido al menos que llevaran el dolor con la privacidad que la mayoría de ellos no hubieran querido perder nunca.

En este tiempo, Tamara Falcó, fruto del segundo matrimonio de Carlos Falcó con Isabel Preysler, es la que ha explotado mediáticamente. Se prodiga en televisión desde que ganó en 2019 el concurso MasterChef Celebrity. Se licenció en moda en el Instituto Marangoni de Milán y se especializó en Visual Merchandising en la Universidad de Navarra, pero desde que los fogones irrumpieron en su vida, ha copresentado programas de cocina, colabora en El Hormiguero con Pablo Motos y ha sido jurado en el concurso de Antena 3 El Desafío. Además se ha convertido en una prescriptora en redes sociales que se rifan las marcas y a quien siguen un millón de personas en Instagram que consiguen que su actividad en internet resulte más que rentable. La vida también le sonríe en el terreno personal. A los 39 años parece haber encontrado una pareja estable en Iñigo Onieva, un joven de 31 años diseñador industrial. Se ha comprado un ático de lujo cerca de la casa de su madre en la exclusiva urbanización Puerta de Hierro y ha recibido una herencia inesperada: el título de marquesa de Griñón. De ella, su padre dijo en una entrevista con este periódico en 2015: “Tamara es dulzura, transparencia, alegría y sensibilidad”. La misma que demostró agradeciendo “el honor” que era que hubiese pensado en ella para continuar el marquesado que él más quería.

La burbujeante felicidad de Tamara poco tiene que ver con lo que le ha ocurrido a su hermana Xandra, de 53 años y la menor de los dos hijos que Carlos Falcó tuvo con Jeannine Girod. Solo seis meses después de la muerte de su padre, falleció repentinamente su marido, Jaime Carvajal, debido a un problema cardíaco. Ocurrió a principios de septiembre de 2020 nada más regresar de sus vacaciones de verano en la casa que poseen en Valldemosa, Mallorca. Si tras la muerte de su progenitor –que hablaba maravillas de “la energía y visión” de su hija– se centró en tomar el relevo en la presidencia del Círculo Fortuny, la asociación que creó su padre para promocionar el sector del lujo español, tras la muerte de su esposo su principal preocupación es sacar adelante a sus tres hijas. Desde 2018 dejó de trabajar con el marqués de Griñón en las bodegas y recientemente se ha oficializado su cese como directora general, responsable de exportación, de marketing y responsable comercial de Marqués de Griñón Family Estates S.A. “No estoy en la gestión desde 2018. El accionariado es del grupo que han sido socios de mi padre desde 1995 y de la familia, no solo de mi hermano, aunque él es mayoritario”, explicó a Vanitatis.

Ese hermano es Manuel Falcó, el primogénito, 56 años, marqués de Castel-Moncayo y Grande de España, calificado por Financial Times como uno de los 10 financieros más influyentes de Europa. Su padre le retrató en conversación con EL PAÍS como “un buen banquero y gran persona, que no es obvio”. En septiembre de 2018 fue nombrado codirector global de banca de inversión del grupo Citi pero para su progenitor era compañero de caza, asesor financiero y socio en los negocios. Aunque vive en Londres la mayor parte del año junto a su esposa, Amparo Corsini, y sus tres hijos, tiene su propia vivienda en la finca de Malpica de Tajo que tanto quería su padre y continúa ligado a sus negocios. Así lo manifestó en el mensaje de agradecimiento que envió tras su muerte: “Tened la más absoluta certeza de que vamos a seguir adelante con su proyecto, como mi padre quería que nosotros hiciéramos. Mi compromiso personal es continuar la empresa que mi querido e irrepetible padre fundó hace ya medio siglo. Seguir haciéndola crecer, manteniendo vivo su espíritu emprendedor y el compromiso con la calidad que nos ha transmitido”.

Más desaparecidos y anónimos permanecen los dos hermanos menores, los que el marqués tuvo con Fátima de la Cierva, Duarte y Aldara. El primero de ellos tiene 26 años, es el más politizado de los hermanos y no ha dudado en declararse activista provida y “neoliberal libertario”, como se definió en una entrevista en La Razón. Es vicepresidente de la asociación Fundación+Vida y presidente de RedTdah, entidad que se ocupa de la integración de personas con trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), síndrome que él mismo padece. En 2015 dejó sus estudios de Ciencias Económicas y se marchó a hacer voluntariado en Camboya. Ahora lo único que se sabe de él profesionalmente hablando es que sopesa dedicarse a la fotografía.

La menor de los hermanos Falcó, Adara, es la gran desconocida del grupo. Su padre decía que era “muy lista y práctica. Un cerebrito”. Habla inglés y francés y estudia filosofía y matemáticas en la Universidad de Viena. Aunque su relación con el campo y el esfuerzo, que aprendió de su padre, le valen para tomar decisiones como pasar parte de sus vacaciones de verano recogiendo cerezas en Vancouver, Canadá, como ocurrió en 2019 o dar clases de matemáticas a otros estudiantes por 15 euros la hora.

Todos ellos seguro que mantienen activo el grupo por el que hablaban desde cualquier parte del mundo. Como le gustaba a su padre.


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