La familia real de Mónaco celebra su gala de la Cruz Roja en un esfuerzo por volver a la normalidad

El coronavirus ha arrasado con la economía de la mayor parte de países, que han sufrido una merma en sus ingresos a causa del obligado parón provocado por el virus. Mónaco, con alrededor de 40.000 habitantes, es un país que vive de las inversiones extranjeras y también del turismo, por lo que la imagen exterior que proyecta es fundamental para su supervivencia. En total, ha tenido unos 2.700 infectados y apenas 33 muertos, el último de ellos a primeros de junio. De ahí que sus gobernantes hayan decidido dar pasos en pos de la normalidad para demostrar que, poco a poco, está llegando. Y nada más normal en un verano en Mónaco que una gran fiesta.

Gran parte de la familia principesca, presidida por Alberto de Mónaco, acudió la noche del viernes 16 de julio a la plaza del Casino de Montecarlo para atender a la gala de la Cruz Roja, uno de los dos eventos —junto al conocido Baile de la Rosa— más importantes del país y que se lleva celebrando casi 75 años. El soberano se presentó junto a quien durante años ha actuado como primera dama, su hermana Carolina, y acompañado de sus sobrinos Casiraghi, los hijos mayores de esta. Carlota acudió sin su marido, Dimitri Rassam, con quien se casó hace dos años, mientras que Pierre y Andrea lo hicieron con sus respectivas esposas, Beatrice Borromeo y Tatiana Santo Domingo, respectivamente. Su hermana menor, Alexandra, fruto del matrimonio de Carolina con Ernesto de Hannover, no acudió.

De izquierda a derecha, Gareth y Roisin Wittstock, Carolina de Mónaco, Alberto II de Mónaco, Carlota Casiraghi, Andrea Casiraghi, Tatiana Santo Domingo, Beatrice Borromeo y Pierre Casiraghi, en la gala de la Cruz Roja de Mónaco celebrada el 16 de julio de 2021.
De izquierda a derecha, Gareth y Roisin Wittstock, Carolina de Mónaco, Alberto II de Mónaco, Carlota Casiraghi, Andrea Casiraghi, Tatiana Santo Domingo, Beatrice Borromeo y Pierre Casiraghi, en la gala de la Cruz Roja de Mónaco celebrada el 16 de julio de 2021.Niviere David/ABACAPRESS.COM / GTRES

Quien tampoco estuvo presente en el acto fue Charlene, la mujer de Alberto de Mónaco. Esta ausencia, la más sonada de la noche, se debe a que la princesa está en Sudáfrica, su tierra natal, y no puede volver al padecer una enfermedad, una “infección de oídos, nariz y garganta”, como ella mismo contó hace pocos días, que le impide montarse en un avión y regresar a Mónaco, lo que también le impidió celebrar su 10º aniversario de boda junto al soberano. Sin embargo, sí que hubo en la gala una representación de los Wittstock, lo que aparenta que las relaciones entre Alberto y Charlene siguen siendo sólidas. En la fiesta estuvieron presentes Gareth y Roisin Wittstock, hermano y cuñada de la princesa. Gareth es una figura habitual en el principado, donde se instaló después de la boda de su hermana y allí trabaja en la fundación de Charlene, en la que es secretario general. La pareja tiene una niña, Kaia Rose, nacida en 2013, y cuyos padrinos son Alberto y Charlene; Gareth lo es de Gabriella, la hija de los príncipes. Cuando los Wittstock se casaron, en septiembre de 2015, también decidieron hacerlo en Mónaco.

Los Wittstock y los Grimaldi (entre los que tampoco estuvo Estefanía, cada vez menos dada a estos actos) acudieron a la plaza del Casino —que acogía su primer gran evento tras ser renovada hace unos meses— para escuchar la actuación del músico británico Jamie Cullum, que deleitó al público con un concierto al aire libre, como dictan las nuevas medidas contra el coronavirus. Allí se celebró el recital y también una cena al aire libre, en la que el precio del cubierto era de entre 200 y 800 euros. Una iniciativa benéfica renovada, pero con los precios al clásico estilo de Mónaco.


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