La fe versus la ciencia en tiempos de la pandemia


El presidente de Tanzania afirmó que el
coronavirus “no puede sentarse en el cuerpo de Cristo”. El ministro de salud de
Israel descartó un toque de queda diciendo que “el Mesías vendrá y nos
salvará”. Un movimiento misionero musulmán de alcance mundial realizó
concentraciones grandes… y asumió su responsabilidad en la propagación del
mal.

Si bien la mayoría de los líderes de religiones grandes apoya los esfuerzos de los gobiernos por combatir la pandemia restringiendo las reuniones grandes, unos pocos fieles, tanto de instituciones religiosas como seculares, no lo hicieron.

Estos creyentes en Waterloo, Iowa, dejaron que “Jesús tomase el volante” y recibieron la comunión desde la seguridad de sus carros.

Hay quienes insisten en que es importante ir a
los templos por el alivio que ofrecen. Otros dicen que la fe es una autoridad
superior a la ciencia y creen que puede rechazar los contagios.

La lucha por adaptar las creencias religiosas a
una pandemia que no distingue denominaciones ni fronteras ganó prominencia en
las primeras semanas del brote, antes de que muchos países prohibieran las
reuniones de personas.

Las imágenes de la misa del Domingo de Resurrección pasarán a la historia. La ceremonia generalmente atrae a 80,000 fieles al Vaticano.

A medida que las autoridades comprueban que los
templos religiosos son uno de los focos de contagio, aumentan los llamados a
los fieles a proteger el bienestar físico de los demás.

“Una de las cosas que destacan la mayoría de las
religiones es que primero hay que velar por los más vulnerables en una
comunidad, salvar las vidas de otros es una prioridad”, dijo L. Gregory Jones,
decano de la escuela de la divinidad de la Universidad de Duke.

La Reina, que también es cabeza de la Iglesia de Inglaterra, dice que, pese a los retos actuales, “la Pascua no se ha cancelado” y de hecho “es más necesaria que nunca”.

Pero para algunos creyentes -sobre todo aquellos
cuyas iglesias, sinagogas y mezquitas son centros comunitarios importantes- esa
visión choca con aspectos esenciales de sus vidas.

En Tanzania, un país de mayoría cristiana, el
presidente John Magufuli dijo el mes pasado ante una congregación religiosa que
“no me asusta venir aquí” porque la fue puede rechazar el virus.

Una musulmana de 39 años relata su proceso de conversión a la religión que tiene 1,700 millones de fieles.

El ministro de salud israelí Yaakov Litzman
insistía en eximir a las sinagogas y otras instituciones religiosas de las
restricciones a la congregación de personas, según la prensa israelí. Y él
mismo contrajo el virus este mes, aparentemente tras ignorar el distanciamiento
social que él mismo pregonaba.

Litzman es visto ahora como un símbolo de las
actitudes permisivas que generaron una cantidad desproporcionada de contagios
en la comunidad judía u

Jaime ”Mujahid” Fletcher relata cómo le cambió su vida; fundó un centro islámico en Houston, Texas.

traortodoxa a la que pertenece, la cual
representa el 10% de la población de Israel. Si bien había descartado toques de
queda para la Pascua Judía el mes pasado, al final de cuentas Israel dispuso
una cuarentena nacional en el primer día de la festividad.

En la India, el movimiento misionero musulmán
Tablighi Jamaat fue muy criticado tras circular en la web un audio atribuido a
su jefe Maulana Saad, en el que se insta a los fieles a seguir yendo a las
mezquitas.

En esta época de Ramadán, hispanas musulmanas explican los retos y desafíos que enfrentan en Estados Unidos.

“Dicen que habrá contagios si vamos a una
mezquita. Eso es falso”, dijo Saad a los fieles. “Si mueres por venir a la
mezquita, es el mejor sitio para morir”.

Un portavoz de Jamaat, Mujeeb ur Rehman, dijo que
la grabación fue sacada de contexto.

“No hubo mal intención”, sostuvo. “En el mismo
sermón pidió a los fieles que acatasen las medidas del gobierno para contener
la propagación del virus”.

Efectivamente, muchos clérigos y autoridades
religiosas musulmanas de todo el mundo han promovido el cierre de mezquitas y
otras restricciones.

Pero el gobierno paquistaní, al que se acusa de
demorarse demasiado en restringir las reuniones de personas, se negó a ordenar
al cierre de mezquitas. Permitió que sigan funcionando, aunque sin más de cinco
personas a la vez.

De todos modos, algunos sectores mantuvieron una
actitud desafiante a pesar de que el Consejo de la Ideología Islámica
recomendaba quedarse en las casas. Maulana Abdul Aziz, clérigo de la Mezquita
Roja de Islamabad, exhortó a los fieles a ignorar las restricciones, diciendo
que era un pecado dejar las mezquitas vacías.

En la India las autoridades atribuyeron cientos
de contagios a las actividades de Tablighi Jamaat y acusaron de negligencia a
los líderes del movimiento. Esto agravó las tensiones religiosas e hizo que
lloviesen insultos a la minoría musulmana.

La mayoría de los servicios religiosos de Estados
Unidos fueron interrumpidos o son ofrecidos a través de la internet, pero hay
quienes resisten las restricciones y dicen que cercenan sus derechos.

Algunos dicen que la fe puede curar el dolor
espiritual que produce la pandemia. La teóloga católica Janet Smith figura
entre quienes han exhortado a los obispos a que restauren los santos
sacramentos, ofrecidos en persona, con tácticas que violarían la orden de
evitar reuniones.

“Creemos que Jesús está allí y que trae consigo
Gracias que ayudarán a contener el coronavirus”, dijo Smith, quien se jubiló
hace poco tras servir en el Seminario Mayor del Sagrado Corazón en Detroit.
Planteó que se podrían recibir los sacramentos al aire libre o sin salir del
auto.

Susannah Heschel, profesora de estudios judíos
del Dartmouth College, dijo que alguna gente cree que “controlamos a Dios,
cuando no lo hacemos. Como si, de algún modo, el hecho de que mucha gente rece
en una iglesia, una mezquita o una sinagoga, hará que el virus desaparezca”.

Numerosos fieles insisten en ignorar
restricciones con tal de practicar su fe y buscar consuelo.

El mes pasado en Irak mucha gente se congregó con
motivo del aniversario de la muerte del imán chiíta Moussa al-Kadhim. Incluido
Ayoud al-Moussawi, quien dijo que en varias ocasiones corrió peligros al
visitar sitios religiosos.

“Siempre hemos estado sujetos a bombas y aparatos
explosivos, pero Dios nos protege”, afirmó. “Lo mismo con el coronavirus”.

Señaló que tomó precauciones y usó un barbijo en
zonas con mucha gente y se desinfectó las manos. Agregó que este año hubo menos
peregrinos y que muchos conmemoraron el aniversario desde los techos de las
casas.

Al-Moussawi apoya al clérigo chiíta Muqtada
al-Sadr, quien atribuyó el coronavirus en parte a la legalización del
matrimonio entre personas de un mismo sexo en un tuit enviado al millón de seguidores
que tiene.

Algunos le achacaron que no desalentaba a sus
partidarios a que fuesen a los sitios sagrados.

Lo que hizo al-Sadr fue recomendar “que se apuren
a completar las visitas y sigan las órdenes y las normas sobre salud para no
contagiar a otros”. Al-Sadr negó estar socavando los esfuerzos por contener el
virus.




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