Los aficionados italianos esperan que se trate de una premonición: este domingo, el día en que la ‘squadra azzurra’ disputa la final de la Eurocopa 2020 contra Inglaterra en Wembley, se cumplen 39 años de que Italia se proclamó campeona del mundo por tercera vez. Fue el 11 de julio de 1982, en el Mundial de España. En el Santiago Bernabéu y contra Alemania. Por 3-1. Paolo Rossi fue el heroe de aquella Italia.
Forman parte de historia del fútbol los saltos de alegría de Sandro Pertini, entonces presidente de Italia, en el palco del Bernabéu. Pero, antes de ganar aquella final, que dio a los ‘azzurri’ su tercer Mundial, Italia tuvo que eliminar en la segunda fase nada menos que a un Brasil mítico, liderado por Sócrates, Zico y Falcao, entre otras leyendas (3-2), y a la Argentina de Diego Armando Maradona, que defendía título (2-1), en ambos casos en Sarrià.
Tras la gesta en el desaparecido estadio del Espanyol, Italia superó en semifinales a Polonia para encontrarse a una Alemania que había dejado fuera por penaltis a la Francia de Michel Platini, un equipo de ensueño que dos años después ganó la Eurocopa 1984 en un partido lleno de épica y dramatismo, incluida la agresión del meta germano Haral Schumacher al galo Patrick Battiston, que sufrió una conmoción cerebral, rotura de una vértebra y de dos dientes, mientras sus compañeros indignados comprobaban como el árbitro Charles Cover ni tan siquiera había considerado falta dicha acción.
El 11 de julio de 1982, ante 90.000 aficionados en el Bernabéu. Italia derrotó a una Alemania muy cansada tras los 120 minutos ante Francia. Los ‘azurri’ se impusieron con goles de Paolo Rossi (57’), Marco Tardelli (69’) y Alessandro Altobelli (81’). Dos minutos más tarde, en el 83’, Paul Breitner marcó para Alemania cuando ya el partido estaba sentenciado.
Rossi, el ‘Bambino de Oro’, falllecido el 9 de diciembre de 2020 a los 64 años, ganó la Bota de Oro (máximo realizador de aquel Mundial, con 6 goles) y el Balón de Oro al mejor jugador. El delantero ‘azzurro’ había estado dos años sin jugar por su implicación en una trama de apuestas ilegales, pese a lo cual Enzo Bearzot, entonces seleccionador de Italia, creyó en él. Aquel fue el tercer Mundial de los 4 ganados por la ‘nazionale’ (1934, 1938, 1982, 2006).
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