¿Quién no ha sentido cómo se le eriza el vello al pasar por una calle plagada de casas siniestras? Tú, que nunca has sido capaz de visitar edificios u hospitales abandonados, puede que padezcas una fobia y no sea producto de tu aprehensión. El término correcto es domatofobia, y quienes lo sufren son incapaces de quedarse a solas entre cuatro paredes. A veces, ni siquiera pueden entrar.
Un clásico del cine de terror
Toda nuestra psicología tiene razones a las que atenerse. En ocasiones es inevitable remontarse a películas como Expediente Warren o El grito (y ese aterrador armario) para saber lo que se debe de sentir en estos casos. Eso sí, hay que reconocer que estas películas, si bien no ayudan a “hacerse el valiente”, no son causantes directas de esta afección.
Su origen se divide en dos etapas, que no tienen por qué coincidir de forma exacta en tiempo. En la primera reina la ansiedad en nosotros (por cualquier motivo). Después, asociamos ese malestar a una casa en concreto y empezamos a evitarla. Con el tiempo, puede llegar a extenderse este miedo a todas las casas y convertirse así en domatofobia.
Las casas pueden provocar múltiples miedos
Parece mentira que una puerta pueda provocar tantos desequilibrios. Y aquí hay que señalar algunos de ellos, evitando dar lugar a confusiones. Por un lado se encuentra la conocida claustrofobia, el temor a quedarse encerrado en un espacio. También existe la oicofobia, que es un temor irracional a todo lo relacionado con el hogar. Si odias llegar a casa puede que padezcas nostofobia. Y, por el contrario, si lo que te aterra es salir a la calle y encontrarte rodeado de gente, puede que tu trastorno sea agorafobia.
Normalmente todos estos pánicos no aparecen de forma aislada, sino que llegan de la mano de la ansiedad u otras fobias. Rara vez se asocian con un episodio traumático y puntual, ya que hablamos de costumbres que empiezan a virar hacia ese punto de pérdida de control. Aunque pueda parecer paradójico, millones de personas padecen alguno de estos miedos. La próxima vez que te sientas desprotegido, taquicárdico y desconsolado se valiente para contar lo que te ocurre.
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