El círculo se ha cerrado en la Formación Profesional (FP): primero se conoció en julio la falta de plazas en la educación pública en el grado medio (casi 7.000 personas, un 33% de aspirantes se quedaron en las puertas); después, en agosto, llegaron los datos devastadores del superior (con 18.000, algo más de un 50% de los estudiantes sin oportunidad de entrar). Y ahora se conocen los de los que han optado por lanzar una última moneda al aire, la de realizar los estudios a distancia. Y el esquema se repite. Excluidos presencialmente, excluidos desde casa. Según datos recogidos por CC OO, el 20% (769) de los que lo han intentado a distancia en grado medio se ha quedado en la calle y el 18% (1.222) de los que lo hicieron en el superior exactamente igual. Abocados a la nada, al fracaso, a los trabajos basura o a pagar “a partir de” 4.000 euros que cuesta la matrícula de la privada. El círculo se cierra con un título: así se escribe el fracaso.
El día a día de Jhonatan Cantalapiedra se resume en dinero: 34 euros por ocho horas de jornada. Es lo que gana repartiendo publicidad por buzones, el único curro que ha encontrado a sus 17 años, una edad en la que intenta bordear un fracaso vital además del educativo. Quería matricularse en Parafarmacia, en grado medio, porque su plan consiste en llegar a estudiar Nutrición, en el superior. Es su sueño porque se mide las calorías de la comida, pesa los alimentos, hace deporte y se cuida al máximo, lo que quiere hacer el resto de su vida, evitando las malas compañías, los porros y el alcohol. “Eso ya lo he vivido en casa y no, lo quiero lejos”, dice, seguro de sí mismo. Los lunes, miércoles y jueves entrena con su equipo de fútbol en el Polideportivo Municipal Juan de la Cierva, en Getafe, donde vive, porque así ha decidido pasar sus días hasta el próximo curso, que volverá a lanzar su moneda al aire. “Lo malo es que dicen que cuando estás tanto tiempo en blanco luego cuesta mucho más ponerte a estudiar”, lamenta.
Lo intentó el curso pasado: y fuera. Lo ha intentado este: y fuera también. Se planteó estudiar a distancia aunque no creía que le fuera a ir bien a él porque necesita a “un profesor encima” que le explique las dudas que le vayan surgiendo. Finalmente se quedó fuera de nuevo ante esa opción. El ciclo de Farmacia y Parafarmacia, el que él quería, ha dejado con la puerta en las narices al 30% de los aspirantes, según el último informe elaborado por CC OO tras recoger los datos de matriculación del 100% de los centros de grado medio y del 95% del grado superior.
La FP a distancia es la hermana pequeña de la presencial y crece desde hace relativamente poco tiempo (2015) con los mismos problemas. Isabel Galvín, portavoz de CC OO, apunta a ese año porque fue cuando cambió la regulación y permitió que se abriera la veda para impartir ciclos a distancia pese a la incongruencia en algunas especialidades, como las sanitarias. “Todo está menos controlado porque antes los centros privados debían estar adscritos a los públicos y había mucho más control”, asegura. Con él o sin él, lo cierto es que la pública ya se ha quedado pequeña también, aunque se estudie desde casa.
Crecimiento
Luis García, vicepresidente de la asociación de directores de centros de Secundaria y FP de Madrid (Adimad) apunta a un problema sistémico general. Los datos revelan una realidad evidente: hay poca oferta en la educación pública, si se tiene en cuenta una demanda que ha ido creciendo exponencialmente con los años. La solución, defiende García, no se encuentra en los centros privados puesto que muchos no pueden pagarlos y los que consiguen la beca tienen que abonar igualmente gran parte de esa matrícula. Aboga por hacer un esfuerzo en informar sobre los ciclos menos populares que año tras año se quedan con vacantes libres y en cuidar al profesorado. “Y no se puede quedar nadie fuera del sistema público. Tiene que haber las plazas necesarias”, añade Galvín.
En la parte opuesta, se encuentra la Comunidad de Madrid, que defiende que los dos últimos años ha incrementado la oferta teniendo en cuenta la demanda, concretamente un 7,6% y un 11,5% respectivamente. Después de la última matriculación, la de septiembre, asegura que todavía quedan 3.649 plazas vacantes, 703 en la FP Básica, 1.030 en Grado Medio y 1.916 en el Superior. “Quedan aún vacantes en prácticamente todos los ciclos formativos”, dice un portavoz. Esos datos, sin embargo, no se corresponden con los que maneja CC OO, que asegura que hay listas de espera en general y especialmente en especialidades relacionadas con la rama sanitaria o con comunicación audiovisual. Al menos, eso sí, que la consejería cuente con las vacantes de centros concertados.
Dentro del Gobierno, de todas formas, hay quien piensa que no solo no debería haber más plazas públicas, sino que directamente deberían desaparecer. Es lo que dijo Juanma López Zafra, director general de Política Económica de la región madrileña, en un tuit del 20 de septiembre que levantó ampollas y en el que mostró públicamente las diferencias existentes: “La FP es básica para un país. No la jod_mos con financiación pública. Que sean las empresas y los estudiantes quienes encuentren la forma de financiarla. Que crezca libre, no como una universidad, y que todos aprovechen su fuerza, sin la constricción de la organización estatal”, escribió en la red social.
Ni Enrique Ossorio, consejero de Educación, ni Isabel Díaz-Ayuso, presidenta de la región madrileña, le enmendaron la plana.
Cantalapiedra gana 680 euros al mes buzoneando por diferentes barrios y no sabe si reír o llorar ante esa forma de ver la educación, la única válvula de escape que tiene él y su entorno para dejar a un lado el estigma de nini (ni estudia ni trabaja) y labrarse un futuro. Le queda por delante todo un curso en blanco. El siguiente, con la mayoría de edad recién estrenada, verá hacia qué lado de la balanza se dirige su vida.
En busca de profesores de informática y electrónica
Este curso se ha repetido un problema añejo: faltan docentes en algunas asignaturas clave como informática, electrónica o automoción. El año académico empezó con 209 huecos de profesorado sin cubrir.
“¿Qué por qué pasa esto? Muchos prefieren irse al sector privado porque les pagan mejor, aunque también hay que tener en cuenta otros factores como la estabilidad o el que aquí estén haciendo hasta tres sustituciones en un año”, analiza García. Amparo Azorín respiró tranquila ayer después de un mes con la soga al cuello. Es la directora del centro José Luis San Pedro, en Madrid, y ayer mismo le confirmaron que tendría, por fin, profesor de tecnología de informática, cuyo hueco ha tenido que sortear durante todo el mes. “No es nuevo. Pasa todos los años. Falta planificación e información para que los docentes vean que tienen una oportunidad laboral aquí”, explica Azorín.
Un portavoz de la Consejería de Educación asegura que “la contratación de docentes se está realizando con la mayor celeridad”. Asegura que han recurrido a la bolsa de interinos hasta que se ha agotado y que después sacaron una convocatoria extraordinaria. “El grueso de las vacantes [que faltan por cubrir] se concentran en dos familias profesionales: Informática y Electricidad y Electrónica y el motivo es que son profesiones con alta demanda laboral”, explica.
“¿Qué hacemos para revertir esa situación?”, pregunta García, de Adimad, que pide soluciones imaginativas a medio y largo plazo. Galvín, por su parte, añade otra cuestión. “Falla el modelo cuando el número de plazas desiertas en las últimas oposiciones supera el 70% en un número alto de especialidades. ¿Qué tipo de examen se hace? ¿Tiene que ver con la profesión y las necesidades del aula?”.
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