Fue la jugada de la madrugada en la NBA y AJ Griffin se llevó todo el reconocimiento por anotarla. Con medio segundo en el reloj, recibió bajo canasta de espaldas, se giró y anotó un medio gancho antes sobre la bocina para asegurar el triunfo por 123-122 en la prórroga. El éxtasis de los Atlanta Hawks sobre los Chicago Bulls, sin embargo, lleva la firma de Joe Prunty, un asistente de Nate McMillan que ya había logrado un triunfo calcado hace siete años, cuando ejercía la misma función para los Milwaukee Bucks.
Es un detalle precioso y que reivindica la pizarra que sí existe en la NBA a pesar de la revolución del juego exterior y la sobreexplotación de los triples, un arma recurrente que parece deslucir la temporada regular. Sin duda, el tiro ganador de la noche fue una oda al buen papel del entrenador y también un recordatorio de lo difícil y complejo que es atacar y defender ante el alud de estrategias, tácticas y talento que existe en la liga estadounidense.
Prunty, de 53 años, empezó en los banquillos de la NBA en 1996 con los San Antonio Spurs y ha logrado tres anillos como técnico asistente. Exjugador universitario, en 1992 empezó a entrenar en el ámbito colegial y hasta trabajó como vendedor de productos de una compañía cervecera antes de dar el salto al baloncesto profesional. Entre 2013 y 2017 entrenó a la selección británica absoluta.