La gran partida de Javier o cómo enseñar un modo de aprender gracias al ajedrez

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Javier Martínez era un niño cuando acompañaba a su padre, un maestro de pueblo, a jugar al ajedrez en un pequeño bar. Con el paso del tiempo, junto a unos amigos y con solo 19 años, fundó el club Amigos del Ajedrez. Para ese entonces, este joven ya tenía claro que era algo más que un pasatiempo y tenía la convicción de qué iba a enseñarle a jugar a sus hijos.

Antes de que naciera el primero, había estudiado la diplomatura de Magisterio y en sus primeros años de profesión empezó a utilizar el ajedrez como recurso didáctico para sus estudiantes. Cuando nació Eduardo Tigran, la ilusión y el deseo se hicieron realidad. Sin embargo, a los pocos meses recibió una terrible noticia: detectaron una malformación congénita en el corazón de Eduardo y a los pocos meses el niño falleció.

Sumido en una profunda tristeza, los sueños de Javier podían haber quedado truncados, pero su temple y fortaleza le llevaron a establecer un compromiso vital con su hijo: iba a dedicar su vida a que el ajedrez llegara a todas las niñas y niños del mundo y que cualquier persona pudiera tener acceso a este juego. A partir de ese momento alternaba su trabajo de maestro con los estudios de Pedagogía y empezó a darle vida a un proyecto didáctico, en el año 1992, llamado E. Tigran. De esta manera, Javier se tomaba unas horas al día para visitar escuelas con el fin de intentar dar a conocerlo.

Poco a poco fue descubriendo que el juego tenía muchas cualidades beneficiosas desde el punto de vista de la psicopedagogía, como la mejora en la toma de decisiones, la prevención de trastornos ―de la atención y de la dislexia― y el control de la impulsividad, entre otras. De esta forma fue incluyendo al ajedrez en sus programaciones didácticas.

En el año 2008, con 47 años de edad y trabajando en la Facultad de Pedagogía de una universidad pública, Javier tuvo la oportunidad de estudiar una gran cantidad de investigaciones acerca del uso educativo del mismo, desde distintos puntos de vista. Pero lo que más le llamó la atención era que favorecía la adquisición y el desarrollo de los procesos de lectura y escritura.

Con todos estos datos —y con el compromiso que había tomado consigo y su hijo— decidió buscar la manera de acercar el juego de mesa a niñas y niños, pero más jóvenes, ya que tradicionalmente la enseñanza comenzaba desde los siete u ocho años de edad. De esta manera, diseñó las modalidades para mantener la potencialidad pedagógica, más sencillas y más fáciles de aprender, con reglas simplificadas, para poder aplicar el juego desde los tres o cuatro años en adelante. Así se podría posibilitar la “alfabetización ajedrecística” de la población y potenciar el desarrollo de los procesos de aprendizaje de lectura y escritura en los menores.

En abril de 2020 había llegado la hora, era el momento de cumplir con la promesa que había realizado años atrás. Fue de esta manera que nació la versión actualizada del programa Minichess, un proyecto que nace desde lo más genuino de una persona a quien la vida lo había puesto en jaque desde muy joven, pero que supo y pudo seguir “jugando la partida”.

El proyecto que ideó Javier Martínez hace posible aficionar y alfabetizar a toda la población, sin límite de edad, con inclusión, educando, divirtiendo, generando lazos afectivos y ayudando a combatir trastornos del aprendizaje en escolares, previniendo trastornos degenerativos en adultos mayores y también como una idea de compartir un grato momento familiar.

El proyecto que ideó Javier Martínez hace posible aficionar y alfabetizar a toda la población, sin límite de edad, con inclusión, educando y ayudando a combatir trastornos del aprendizaje en escolares

Mientras continúa un camino de evolución creativa, Javier trabaja en la construcción de un equipo humano, compuesto actualmente por 27 profesionales ―educadores, psicopedagogos, informáticos, monitores, comunicadores…― para el desarrollo de un proyecto revolucionario en el ámbito educativo, sostenido en la base de la diversidad, la igualdad de género, la colaboración y la inclusión. Es decir, dar a conocer, aficionar y alfabetizar en el ajedrez a todas las personas con una filosofía clara, como resaltan en su web: “Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo”.

Es por eso que, para difundir el proyecto, el equipo socio-pedagógico de MiniChess crea la Red Internacional Ciudades del Ajedrez, la cual propone el hermanamiento entre ciudades y países, a la vez que también fomenta un espíritu de competencia sana que aporta un enriquecedor intercambio cultural. El objetivo es que los ayuntamientos de grandes ciudades y pequeños municipios se sumen a esta iniciativa en pos de la alfabetización en materia de la población y proponerla como una actividad educativa y social, alternativa a otras opciones de menor valor educativo y que están generando trastornos y dificultades en la población debido al uso inadecuado y en muchos casos excesivos de las pantallas.

El reto no es menor y no se había planteado nunca hasta el momento: se trata de acercar el ajedrez a toda la población de un país de una forma fácil y rápida, involucrando a toda la red de la sociedad civil (instituciones, centros educativos, asociaciones de madres y padres, organizaciones de carácter social) hasta llegar a las familias. Con la metodología de MiniChess y con la colaboración de personas con poder de decisión en instituciones, colectivos educativos y sociales se podría acercar el ajedrez a más de 100.000 personas, cada mes.

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