A tres semanas de la Cumbre de las Américas convocada por el presidente estadounidense Joe Biden, Cuba ha lanzado una ofensiva diplomática contra Washington por su posible exclusión del encuentro, así como de Venezuela y Nicaragua, y advierte a EE UU que debería atender las reclamaciones de presidentes de países como México, Honduras o Bolivia, que le han pedido que reconsidere su postura e invite a todos o, de lo contrario, ellos no acudirán. El Parlamento cubano consideró este fin de semana el veto norteamericano como un “nuevo acto agresivo de Estados Unidos contra Cuba” que no tiene “justificación”, mientras el presidente Miguel Díaz-Canel aseguró en su cuenta de Twitter que “la época nueva que desea el continente no admite la exclusión”. “Mejor que ser reo de la política de odio, Estados Unidos debería escuchar a los no pocos que, en América Latina, lo convocan a ser sede de una Cumbre inclusiva”, añadió.
Todavía Washington no ha cursado las invitaciones oficiales a los gobiernos de las naciones que asistirán a la Cumbre de las Américas, que se realizará en la ciudad de Los Ángeles entre el 6 y el 10 de junio. Pero diversos funcionarios norteamericanos ya han indicado que sólo serán convocados los países democráticos y que Cuba, Nicaragua y Venezuela no cumplen estos estándares.
El Ministro de Relaciones Exteriores cubano, Bruno Rodríguez, ha expresado que la administración Biden no es nadie para excluir a determinados países, pues se trata de una cumbre de las Américas, no de una cumbre de Washington. Según Rodríguez, el Gobierno de Estados Unidos convoca una “cumbre limitada y excluyente” por estar “sometido a presiones de sectores extremos”, y afirma que al hacerlo va en contra de sus propios intereses pues “excluye a Cuba de discusiones sobre temas que, como el migratorio, ocupan un lugar importante en la relación bilateral y regional”.
En el pulso diplomático con Washington, las posiciones de La Habana se han visto reforzadas por la actitud de varios mandatarios del área, empezando por el mexicano Andrés Manuel López Obrador, que ha expresado su respaldo total a Cuba y ha llegado a pedir “unidad” entre los países de América para evitar las exclusiones, insistiendo ante Washington para que dé marcha atrás a su política de vetos.
“Todavía espero que haya una respuesta favorable para que todos participemos. El que no quiera ir está en su derecho, pero espero que nadie excluya a nadie”, dijo López Obrador la semana pasada, tras reiterar que él no acudirá a la Cumbre de las Américas si se excluyen países, aunque sí enviaría a su canciller Marcelo Ebrard, en representación de México.
En términos similares se ha pronunciado la nueva presidenta de Honduras, Xiomara Castro: “Si no estamos todas las naciones, no es Cumbre de las Américas”, sentenció, mientras el presidente boliviano, Luis Arce, aseguraba que “una Cumbre de las Américas que excluye a países americanos no será una Cumbre de las Américas plena, y de persistir la exclusión de pueblos hermanos, no participaré de la misma”.
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Una postura similar expresó el Gobierno del chileno Gabriel Boric: “Los últimos años demuestran que la exclusión no ha dado resultados en materia de derechos humanos en Venezuela, Nicaragua y Cuba”, dijo este fin de semana la canciller chilena, Antonia Urrejola, en una entrevista con el diario La Tercera el domingo.“ Todo el mundo sabe cuál es la posición del presidente [Gabriel Boric] respecto de la situación de derechos humanos en esos países y la mía también”, añadió la ministra, que ha sido especialmente crítica con los que considera abusos del Gobierno del nicaragüense Daniel Ortega. “Lo que hemos estado insistiendo en las conversaciones bilaterales y lo que quiere el presidente es que ojalá ésta fuera una cumbre lo más amplia posible”, agregó.
Las naciones que integran el Caricom (Comunidad del Caribe), que inicialmente se habían pronunciado a favor del boicot si había países vetados, están ahora debatiendo una posición común tras recibir presiones de Washington, según confirmó el primer ministro de Belice, John Briceño, presidente de turno de esta organización. “Dijimos que sólo asistiríamos si todos están invitados, pero, como todos saben, los estadounidenses están bajo un intenso impulso diplomático para lograr que asistamos”, afirmó Briceño.
El canciller cubano ha considerado que sería “sorprendente” que Joe Biden se apartara de la política que él mismo defendió cuando era vicepresidente de Barack Obama, y finalmente no invitara a Cuba a la novena cumbre de las Américas. La isla ha participado en las dos pasadas ediciones del encuentro presidencial, la primera en 2015, en la ciudad de Panamá, donde se produjo la histórica primera reunión entre Obama y el entonces presidente cubano, Raúl Castro, y en abril de 2018, en Lima, por invitación del mismísimo Donald Trump, su gran enemigo.
Según Rodríguez, “el país anfitrión de la Cumbre de las Américas no tiene ningún derecho a imponer exclusiones arbitrarias”, y si lo hace, “se trata de una decisión políticamente motivada y sin otro sustento que acusaciones falsas y dobles raseros para ocultar su verdadera naturaleza, vinculada a la política interna y electoral de EE UU”. Para La Habana, la exclusión de Cuba de la próxima Cumbre de las Américas constituiría un grave retroceso histórico en relación con cumbres anteriores.
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