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La humanidad piensa en vacunas; los países, también en armas


En el año de la mayor crisis sanitaria y económica que se recuerda en décadas, la humanidad pensaba en vacunas con la idea de recuperar su vida normal. Pero los países, además de pensar en las curas y en controlar la situación, no perdieron de vista otra cuestión menos popular entre parte de la población: el gasto militar. Siempre polémico, el debate entre los que piensan que es necesario y los que defienden que es una partida presupuestaria que cuanto más reducida sea, mejor, está servido. Los datos responden a la pregunta sobre cuánto dinero se gasta en armamento. Sin embargo, incluso los datos pueden ser retorcidos al gusto de quien los use para argumentar.

Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), en 2020 el producto interior bruto mundial bajó un 4,23% respecto a los niveles de 2019 como consecuencia del parón derivado del Covid. Siguiendo un camino opuesto, las cifras y estimaciones recopiladas por el Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo ­(Sipri) apuntan a que en 2020 los Gobiernos gastaron un 2,63% más en defensa que en 2019. La cifra absoluta de gasto mundial en 2020, 1,96 billones de dólares, es la más alta desde que Sipri tiene registros fiables, es decir, desde el año 1988. Se puede decir entonces que el mundo gasta más en armamento que en décadas, pero no es tan sencillo. En términos absolutos, así es efectivamente, pero si se pone en relación el gasto militar global con el PIB mundial, ni mucho menos.

El mundo gastaba en 1988 alrededor de 1,47 billones de dólares en la industria de defensa. Con un PIB mundial por aquel entonces de 19 billones de dólares, se dedicaba un 7,7% del dinero del planeta a esta actividad. En 2020, con una economía global de un tamaño de 83,85 billones de dólares según el FMI, el gasto militar, en máximos en términos absolutos, ronda mínimos en relación a su peso sobre la economía global al representar un 2,33% del total del PIB. Para hacerse una idea de si el porcentaje es bajo o es alto en términos históricos, desde 1988 a la actualidad el mínimo de esta variable se alcanzó en 2018, cuando el gasto militar representó un 2,14% del PIB mundial.

Carlos Martí Sempere, colaborador en estudios de la Fundación Alternativas y experto en la industria militar, cuenta que el Covid no ha tenido demasiados efectos en ella más allá de retrasos en los programas o problemas para conseguir componentes. “Yo creo que no habrá grandes cambios para los próximos años. Los programas de defensa muchas veces tienen duraciones que van desde los 10 a los 30 años y generan una gran inercia. Igual que les cuesta arrancar, les cuesta mucho pararse”.

Carrera armamentística

El colapso de la Unión Soviética puso fin a la guerra fría. Ahora, la tensión entre Estados Unidos y China también queda patente a través del gasto en defensa y explica por qué esta partida continúa creciendo en términos globales. Mientras que la mayor potencia del mundo representa por sí sola un 39,1% de todo el gasto militar del planeta, China ya supone el 12,5%. Aún está lejos de Estados Unidos a este respecto, pero desde el año 2000, su presupuesto militar prácticamente se ha quintuplicado frente al crecimiento del 61,3% estadounidense. Rusia (+183,4%) y Corea del Sur (+118,4%) completan la lista de grandes potencias que más se han armado en los últimos 20 años.

Si se tiene en cuenta la evolución entre 2019 y 2020, solo Arabia Saudí (-10,4%) ha recortado su presupuesto entre los 10 países que más gasto hacen. Quedando fuera de esta reducida lista, España ocupa el puesto 16 mundial. Desde el año 2000 es de las pocas grandes naciones que ha recortado su presupuesto en defensa (-5,9%) y en 2020 también se apretó ligeramente el cinturón. México ostenta el puesto 27 del mundo por gasto militar. Pese al recorte de 2020 (-0,7%), es un gasto al que en ese mismo periodo dedicó un 98,3% más que en el año 2000.

Industria militar

En la lista de las principales compañías de la industria (ver gráfico de la siguiente página), como es lógico, despuntan aquellas que proceden de los países que más recursos dedican. Todos los integrantes de la lista de las 10 empresas que más ingresos obtienen de la venta de armas son o estadounidenses o chinos, con la excepción de la británica BAE Systems, máximo exponente europeo en esta industria.

Según la Asociación de Industrias Aeroespaciales y de Defensa de Europa (ASD), en 2019 el sector de defensa obtuvo unos ingresos conjuntos de 116.000 millones de euros, de los cuales 40.000 procedieron de exportaciones. En total, la patronal estima que el sector contaba por aquel entonces con 440.000 empleados.

A pesar de que las grandes empresas armamentísticas acaparen los focos, no son las únicas protagonistas. “La mayoría de los sistemas de defensa son sistemas integrados. Tienen muchos componentes que hay que reunir y combinar para tener un sistema completo”, explica Martí. Las grandes compañías son las que contactan con los ministerios de defensa y obtienen los contratos, pero, para cumplirlos, recurren a un enjambre de empresas de mediano tamaño que contribuyen con su particular grano de arena de cara a la finalización del proyecto. En España, según los últimos datos disponibles al respecto en el Ministerio de Defensa, el 83% de las empresas dedicadas a esta industria en territorio español tienen 250 empleados o menos.

Necesidad de innovar

En el documento que describe su industria, la ASD recoge que estas empresas europeas de defensa destinaron a proyectos de I+D alrededor de 18.000 millones. El 40% estaba relacionado con actividad civil y el 60% restante, con militar. La industria está obsesionada con la innovación, aunque no es algo nuevo. “Siempre ha sido un factor importante, pero el despegue fue con la Revolución Industrial, a mediados del siglo XIX. La innovación militar ha sido habitualmente decisiva en las batallas. Y eso ha sido así hasta el día de hoy y aún lo sigue siendo”, afirma Martí.

El experto describe la situación actual como una en la que sin haber tanto dinero a espuertas como durante la guerra fría original, sigue habiendo un componente muy innovador en la industria. Sí que ha habido un cambio de calado desde hace unos años. “Al igual que en la guerra fría el sector militar lideraba la innovación, el sector civil es hoy en día el líder de la innovación. Obviamente, el sector militar sigue innovando, algunas cosas tienen utilidad en la vida civil, pero ya no es el principal motor de la innovación”.

Ahora, la industria militar mira a la civil en busca de innovación. El Departamento de Defensa de Estados Unidos acude a compañías como Microsoft ya que, incluso siendo parte del mecanismo militar más financiado del planeta, no pueden competir con el músculo inversor de las grandes empresas privadas. La clave: la demanda de sus productos. La industria civil puede destinar ingentes cantidades de dinero a innovar apoyada por el consumo de la ciudadanía; la militar depende de contratos de los diferentes Gobiernos.

Esfuerzo europeo

A finales de abril, el Parlamento Europeo daba luz verde al denominado Fondo Europeo de Defensa. La iniciativa, que estaba dotada inicialmente con 13.000 millones de euros, finalmente sale adelante con 7.953 millones procedentes del presupuesto de la Unión Europea que se gastarán a un ritmo de unos 1.000 millones anuales. El argumento esgrimido es, precisamente, fomentar la innovación de la industria militar europea y su desarrollo. De esos cerca de 8.000 millones de euros, a innovación van unos 2.700 millones y al desarrollo de prototipos, alrededor de 5.300 millones. Además de esta cifra, la Unión espera aportaciones de los presupuestos nacionales de cada país, aunque no siempre llegan. En casos de desarrollos de prototipos, la Unión aporta un 20% del coste y el 80% sale del presupuesto nacional, lo que implica una hipotética inyección extra de hasta 26.500 millones de euros.

“Casi 8.000 millones del presupuesto europeo no es poco. Para países como Francia no es tanto. Lo que sí es cierto es que los programas europeos tienen una especie de efecto simbólico o tractor al que todo el mundo se apunta. Es dinero, pero no es mucho dinero. Si tu sumas el dinero y ves que EE UU está gastando varias veces más, Europa no va a conseguir con este presupuesto ponerse a su altura”, opina Martí al respecto.

El experto detalla los motivos que subyacen bajo esta iniciativa hasta ahora sin precedentes en la Unión Europea. “Las naciones europeas que realmente tienen industria de defensa son Francia y Reino Unido. Fueron los últimos dos grandes imperios. Francia siempre ha querido mantener su liderazgo mundial, pero se han dado cuenta de que, aunque antiguamente era posible, ahora ya no. Por ello, promueve dentro de la Unión Europea lo que llaman la autonomía de la Unión Europea. Nadie sabe muy bien cómo ni hasta qué punto Europa puede ser autónoma. Están justificando este apoyo a la industria en la tesis de la autonomía europea y en la necesidad de no depender de Estados Unidos”.

La propia Unión da la razón a Martí en el tercer párrafo de su comunicado inicial sobre el impulso al fondo: “Para estar preparada para hacer frente a las amenazas del futuro y proteger a sus ciudadanos, Europa necesita mejorar su autonomía estratégica”, reza el documento.

Bruselas

Además de las ambiciones estratégicas y del deseo de mantener la relevancia en el mundo, Carlos Martí opina que hay otro factor detrás del fondo europeo de defensa. Las empresas del sector, al igual que muchas otras (según Corporate Europe Observatory hay toda una industria alrededor del ‘lobby’), acuden a Bruselas con el fin de que las autoridades no se olviden de ellas. “Es un ‘lobby’ muy importante. Ahora que se ha creado la Dirección General de Industria de Defensa y Espacio, el sector se pone en contacto para recordar lo mal que están”, desvela.

Personalidades

Previo a poner en marcha el fondo europeo de defensa, la Unión decidió impulsar la creación de un grupo de personalidades con conocimiento en la materia. “En 2015 la Comisaria europea de Mercado Interno e Industria, Elżbieta Bieńkowska, creó un grupo de personalidades, de asesoramiento sobre investigación en defensa. De los 16 miembros, siete eran los presidentes de empresas de armamento (Indra, MBA, Saab, Airbus, BAE Systems, Leonardo, Liebherr-Aerospace), dos eran los presidentes de centros de investigación militar (Fraunhofer-Gesellschaft y TNO), uno era el director de un instituto de estudios internacionales (Finnish Institute of International Affairs) y 6 eran políticos europeos”, cuenta en un documento elaborado al respecto de esta cuestión el Centre Delàs d’estudis per la pau. “Ese grupo de personalidades presentó en 2016 un informe en que recomendaba la implementación de un programa de investigación en defensa con el objetivo de promover una base tecnológica e industrial de la defensa europea”.

Recomendación

El Centre Delàs asevera que la Unión tomó nota del informe emitido por el grupo. “La Comisión Europea asumió una buena parte de esas recomendaciones en aspectos como el nivel de financiación, la propiedad intelectual, un mercado garantizado y, desde 2021, un programa de financiación muy bien dotado”, añade el documento del Centre Delàs. “Son empresas relacionadas con la defensa y, obviamente, van a decir lo importante que es la industria de defensa. Luego la Unión dice que, como el grupo de personalidades lo ha aconsejado, se debe llevar a cabo”, opina Martí. 


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