El Holocausto es uno de los crímenes más fotografiados de la historia. Sin embargo, las imágenes que muestran el momento mismo del asesinato son apenas una decena y son todas muy conocidas por los historiadores. Los nazis no tenían problemas en permitir que se fotografiasen las persecuciones de judíos, formaban parte de su propaganda: de hecho, Joseph Goebbels integró a 15.000 fotógrafos con las tropas alemanas, que produjeron 3,5 millones de negativos. Pero otra cosa era dejar constancia de los asesinatos masivos, algo que estaba prohibido. Por eso, la investigadora estadounidense Wendy Lower supo que se encontraba ante algo único –y atroz– cuando un colega le enseñó en 2009 en el Museo del Holocausto de Washington una imagen que había aparecido en un archivo de Praga.
La foto fue tomada en Miropol, Ucrania, el 13 de octubre de 1941 y muestra el asesinato ante una fosa común de una mujer y un niño (en un análisis detallado apareció una segunda criatura escondida entre las faldas de la mujer). Los perpetradores son dos milicianos ucranios, que asesinan a esta familia ante dos soldados alemanes. Un civil con gorra mira la escena al fondo. La imagen, que tiene una composición profesional, enseña el momento mismo del disparo: el humo blanco de la pólvora oculta el rostro de la mujer, que arrastra a los niños con ella a la fosa. El autor de la foto fue Lubomir Skrovina, un soldado eslovaco desplegado en la URSS, un resistente que quería documentar los crímenes nazis.
La estudiosa del Holocausto Wendy Lower, de 56 años, directora del Centro Mgrublian de Derechos Humanos en Claremont (California) y autora de Las arpías de Hitler (Crítica), ha dedicado diez años a investigar esta imagen, un trabajo que ha recogido en el libro The Ravine (La fosa), que acaba de publicar en inglés la editorial Houghton Mifflin Harcourt. La foto resume el llamado Holocausto de las balas, el fusilamiento de entre 1,5 y dos millones de judíos en los primeros años de la Segunda Guerra Mundial, sobre todo en la antigua URSS y Polonia, antes de la construcción de los campos de exterminio con cámaras de gas. Los perpetradores fueron grupos de asesinos llamados Einsatzgruppen; que iban de pueblo en pueblo, pero no estaban solos: la imagen muestra claramente que los que disparan no eran SS, sino milicianos ucranios, y que los alemanes que supervisan el crimen tampoco pertenecen a este cuerpo. Son guardias de finanzas.
“Los cuatro perpetradores que aparecen en esta imagen fueron voluntarios”, explica Lower por teléfono desde Estados Unidos. “Además, sabemos por los procesos posteriores que hubo más ucranios, porque el más joven de los asesinos no está en la foto. Y también están presentes más alemanes. Ninguno pertenece a los cuerpos desplegados por Himmler para cometer esos crímenes. Es una unidad totalmente voluntaria, reclutada sobre la marcha. Querían estar ahí”. Es muy posible que los asesinos conociesen incluso por su nombre a las víctimas, ya que se trataba de una localidad pequeña.
La imagen recoge el momento mismo del crimen, pero gracias a varios testimonios, entre ellos el de la única superviviente, Ludmilla Blekhman, grabado por el Yad Vashem, el Museo del Holocausto de Jerusalén, Lower pudo reconstruir el pogromo, que acabó con el asesinato de los judíos de la pequeña localidad de Miropol. Aquel día de octubre fueron ejecutadas unas 450 personas. Se produjeron palizas, violaciones, robos, torturas, antes de ser llevados a la fosa común. Este horror se repitió durante meses en miles de lugares de Ucrania. Un detalle especialmente espantoso que documenta por primera vez una foto es que, tal y como ordenaban los protocolos nazis, no gastaban balas en los niños, sino que eran arrastrados vivos a la fosa común, donde fallecían ahogados por los cuerpos. Todos esos horrores dejan de ser conceptos abstractos cuando se contempla esta imagen.
Las fotos de los SS que reflejan el horror cotidiano de Auschwitz
“Sabemos que esa es la historia de una parte del Holocausto, el asesinato de judíos ante fosas comunes en las afueras de sus pueblos. Pero capturar ese momento es muy inusual, como lo es el hecho de que podamos ver a los ucranios con los alemanes. Es una imagen muy poderosa porque muestra cómo la mujer trata de proteger a los niños y porque el genocidio es también el asesinato de familias. Aquí la colaboración está muy clara”, explica Lower, experta en Ucrania, quien cree que los estudios del Holocausto se están moviendo en esa dirección: “Cada vez está más claro que el Holocausto es una historia europea. Esta foto lo muestra claramente: un fotógrafo eslovaco, dos milicianos ucranios, dos alemanes, un civil, los habitantes locales asesinados”. Los nazis fueron sin duda los instigadores, sostiene, pero no estuvieron solos en sus crímenes.
Sin embargo, como ha quedado demostrado con la reciente condena de dos historiadores en Polonia, la colaboración local en el asesinato de judíos es un tema que sigue siendo muy problemático y difícil de investigar. Así lo expresa Lower en su libro: “Hoy, más de 70 años después, los estudiosos de Europa del Este que investigan y publican información sobre estos asesinos locales en Ucrania, Polonia, Hungría y otros lugares, a menudo son silenciados, amenazados e incluso criminalizados por desenterrar el oscuro pasado del antisemitismo, la codicia, el oportunismo y la violencia colectiva. El blanqueo de esta mancha histórica puede verse en los relatos revisionistas, en los medios de comunicación controlados por el Estado y en las clasificaciones de seguridad que convierten los archivos en secretos. Pero la evidencia de la colaboración local que se ve en esta vívida fotografía del crimen es innegable”.
Víctimas sin nombre
La investigación de Lower le llevó a Miropol, Jerusalén, Estados Unidos, República Checa y Eslovaquia en busca de pistas de los crímenes y de posibles testigos. Logró localizar los nombres de los dos alemanes que participaron voluntariamente en la matanza: Erich Kuska y Hans Vogt. Fueron denunciados por un compañero en 1969, pero nunca fueron procesados. Una investigación soviética, llevada a cabo en 1986 por el coronel del KGB Mikola Makareyvych, identificó a tres participantes ucranios en el pogromo: Nikolai Rybak, Ivan Les’ko y Dmitri Gnyatuk. Dos de ellos fueron condenados a muerte y otro fue enviado a prisión (Rybak, porque era menor de edad en el momento de los hechos). También reconstruyó la historia del fotógrafo, Lubomir Skrovina, un héroe de la resistencia que salvó a judíos en Eslovaquia y que quiso, y logró, documentar el genocidio. Lower incluso ha llegado a ver su cámara: una Zeiss Ikon Contax. Es un misterio por qué le permitieron tomar la foto.
Sin embargo, nunca logró identificar con seguridad a las víctimas. Localizó en Michigan a Svetlana Budnitskaya, una judía de Miropol que huyó antes de la guerra, cuya familia fue asesinada aquel 13 de octubre. Pero cuando Budnitskaya vio la imagen de la matanza no pudo confirmar con total seguridad que eran ellos. Por ahora, seguirán siendo víctimas sin nombre. El Yad Vashem mantiene una base de datos con 4,7 millones de nombres de víctimas del Holocausto. Quedan 1,3 millones (como mínimo) sin identificar. La mitad de ellas fueron asesinadas en Ucrania y, a su vez, la mitad de estas son niños como los que aparecen en la foto de Miropol.
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