Zinedine
Zidane estará a estas alturas, seguramente, pendiente de la presentación de Eden
Hazard, estrella futbolística mundial que jugará en el Real Madrid a sus órdenes la próxima temporada. Sus ocupaciones en las últimas horas, sin embargo, han sido mucho más mundanas. El técnico marsellés ha pasado unos días de vacaciones en Donostia, en los que se ha mezclado como uno más de los miles de turistas franceses que cada día invaden la capital guipuzcoana, dejando muestras de su sencillez y abrazando, como todos, las bondades de la gastronomía donostiarra.
La noticia de que ‘Zizou’ estaba en Donostia comenzó a correr como la pólvora el martes, no en vano el francés en ningún momento hizo un solo ademán por ocultarse y paseó con su esposa Veronique por la Parte Vieja donostiarra, a escasos metros del Hotel de Londres, en plena bahía de La Concha, donde ha quedado alejado. En ese emblemático hotel de la capital guipuzcoana, precisamente, se le pudo ver el miércoles reunido con Luis
Llopis, quien fuera el entrenador de porteros en el Real Madrid en su primera época y ahora técnico de guardametas de la Real. Si quiso convencerle o no para llevárselo de vuelta a la capital, sólo ellos lo saben. De momento, el hernaniarra tiene contrato con el club txuri urdin y le ha mostrado a Olabe su voluntad de cumplirlo.
Antes de la cita con Llopis, el martes por la noche, Zidane estuvo cenando en la gastroteca Sirimiri de la calle Mayor de la Parte Vieja. El entrenador blanco se mostró muy amable con el personal -con los que se fotografió- y los clientes. Aunque se dirigieron a él en inglés y francés, desde el primer momento pidió que se le hablara en castellano, que obviamente domina a la perfección. Zidane y su esposa eligieron una variedad de pintxos de la barra y, de la carta, eligió un menú rico en carne y pescado, acompañado de agua natural y mosto.
Hay quien apunta que el motivo de la visita de Zidane a Donostia es que desea comprar una casa para pasar más largos períodos de vacaciones en la capital guipuzcoana. Es posible que después de esta primera incursión gastronómico-cultural en Gipuzkoa, se haya ratificado en su decisión de hacerse con un inmueble en Euskadi y sea más habitual verle por estos lares.
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