El hombre del momento en el sector tecnológico se llama Li Bingzhong. La razón salta a la vista en el informe de resultados que ha presentado la empresa que fundó hace dos años y de la que es consejero delegado: a pesar del declive general del mercado, Realme creció un 157% en el primer trimestre de 2020 y fue el único fabricante de teléfonos móviles que logró incrementar su negocio a una velocidad de dos dígitos (un 11%) en el segundo. Tras haber multiplicado por ocho sus ventas en 2019, cuando vendió 25 millones de unidades, ya se ha convertido en la séptima marca mundial, presente en 59 países y regiones y con más de 40 millones de usuarios.
Li llega con puntualidad británica, saluda con un suave apretón de manos y una sonrisa tímida y toma asiento en el extremo de la mesa que preside una impoluta sala de reuniones blanca. Como telón de fondo tiene el Spring Bamboo, un brillante rascacielos con forma de bala que refleja a la perfección el agresivo desarrollo de Shenzhen. A través del generoso ventanal de la sede de su empresa se ve también el puente que conecta el Silicon Valley de China con Hong Kong.
Li no se prodiga en la prensa. “Los emprendedores chinos somos más pragmáticos, preferimos mantener un perfil bajo y centrarnos en nuestros negocios”, justifica. La que concede a EL PAÍS Retina es su primera entrevista en profundidad, y cara a cara, con un medio extranjero.
Aunque es evidente que entiende el inglés, prefiere conversar en chino. Habla en tono pausado y reconoce que el éxito de Realme descansa en la misma estrategia que otras marcas del gigante asiático han utilizado antes para abrirse camino por el mundo: ofrecer una relación calidad-precio imbatible a un público joven.
“La experiencia que adquirí en mi anterior puesto [como vicepresidente a cargo del negocio global de OPPO] me permitió entender cuáles son las necesidades de los clientes más jóvenes de países como India: un buen rendimiento y un diseño atractivo que esté a la moda a un precio asequible. Creamos Realme en 2018 porque creímos que no había productos adecuados para satisfacer esas exigencias. Vimos una oportunidad de negocio y los datos nos han dado la razón”, sentencia.
Hecho por y para jóvenes
Li se ha rodeado de talento joven. La edad media de quienes abarrotan el cuartel central de Realme es de solo 29 años. El 51% de la plantilla está empleada en el departamento de I+D. El de marketing, sin embargo, es comparativamente pequeño. “En el precio de los móviles influyen sobre todo dos elementos: el hardware, cuyos componentes no fluctúan mucho, y el coste del canal de venta. Es difícil ahorrar en el primer apartado sin dañar el atractivo del producto, así que la diferencia se marca en el segundo. En Realme evitamos los canales tradicionales y apostamos por Internet. Tanto para la venta, donde se eliminan intermediarios, como para la promoción. Preferimos el boca a boca a los anuncios y los patrocinios a la antigua usanza”, explica.
Aunque Li no lo menciona, es evidente que también ayuda a mantener precios reducidos las sinergias que otorga pertenecer al poderoso conglomerado BBK, bajo cuyo paraguas le acompañan Vivo, OPPO, y OnePlus. Con esas dos últimas comparte infraestructura de producción en la cercana ciudad de Dongguan.
Pero salta a la vista que este asunto toca una fibra sensible y Li responde extendiendo el dedo índice. “Quiero aclarar que Realme no es una submarca de OPPO. Es cierto que compartimos inversores y algunos recursos, como líneas de producción y asistencia en las cadenas de suministro, y podríamos decir que somos hermanos. Pero competimos en los mismos mercados con productos y estrategias diferentes. Lo mismo sucede entre OPPO y Vivo, que en un inicio eran ramas de una misma empresa”, comenta.
Músculo empresarial
Realme también ha seguido un camino diferente al de otras marcas chinas que esperaron a ganar tamaño en casa antes de jugar fuera: “Nosotros nos estrenamos primero en India y el sudeste de Asia, donde ya somos la cuarta marca más vendida. Cuando nos hicimos fuertes, decidimos atacar los mercados de China y de Europa, un continente crítico para nuestra estrategia”, recuerda Li, que pone a España como ejemplo de que su estrategia funciona. “Llegamos en octubre del año pasado y en diciembre ya éramos la quinta marca más vendida. Este resultado nos anima a redoblar nuestros esfuerzos en el mercado europeo. Creemos que Europa tiene un gran potencial en el segmento de móviles de menos de 300 euros”, apostilla.
El directivo ha seguido los pasos de la competidora Xiaomi en el diseño de su estrategia comercial, bautizada como 1+4+N: el móvil es el núcleo duro, cuatro pilares lo sustentan (altavoces, auriculares, televisores y relojes inteligentes), y una constelación de accesorios pertenecientes al AIoT, la inteligencia artifi cial de las cosas, orbitan a su alrededor. Aunque Li vaticina que la feroz competencia del sector va a provocar “un mar de sangre”, confía en lanzar este año 50 productos de su ecosistema, acabar 2020 con 50 millones de terminales vendidos y alcanzar los 100 millones en 2022 o 2023.
Contracción del mercado
Eso sí, Li reconoce que los obstáculos que Realme deberá sortear para alcanzar esos ambiciosos objetivos son enormes. “La pandemia del coronavirus tiene un claro impacto en el sector tecnológico. Nuestro crecimiento se ha reducido de forma significativa en el segundo trimestre, y la difícil coyuntura económica va a afectar al mercado a corto plazo. La gente va a alargar su vida útil dos o tres meses más y contará con menos presupuesto para adquirir nuevos terminales”, explica.
A pesar de ello, el fundador de Realme es optimista en lo que respecta al consumo. “Creo que en el segundo semestre recuperaremos nuestro momento y que habrá nuevos picos de demanda porque el consumo se ha suprimido durante los confinamientos pero no va a desaparecer”, avanza. Considera además que el auge del comercio electrónico durante la pandemia va a ser un gran aliado y descarta cambiar de estrategia como ha hecho Xiaomi, que se ha lanzado al mercado offl ine y ha aumentado considerablemente sus precios. “Otro factor a nuestro favor va a ser la exigencia de una mejor relación calidad-precio”, señala Li.
Estas buenas expectativas pueden dar un vuelco si la relación entre China y Estados Unidos continúa deteriorándose. La posibilidad de que un veto como el que sufre Huawei se extienda al resto de fabricantes chinos parece remota pero no es descartable por completo, y Realme utiliza diferentes componentes americanos en sus terminales. Aunque el departamento de Relaciones Públicas pidió dejar a un lado los asuntos políticos en la entrevista, Li no los rehuye. “Evidentemente, estas tensiones pueden afectar al sector. Pero estos factores geopolíticos no están bajo nuestro control”, comenta.
La guerra del 5G
“A largo plazo, la pandemia y la coyuntura geopolítica actual van a retrasar el despliegue de las redes 5G y, con él, la sustitución de los móviles 4G por otros nuevos”, añade. Y eso es un problema doble. Por un lado, porque “Realme aspira a convertirse en la marca que popularice las nuevas redes”. Para lograrlo, acaba de lanzar en China el V5, el terminal 5G más barato del mundo (cuesta unos 175 euros) y presentará este año otro modelo por debajo de los mil yuanes (125 euros). Por otro lado, el directivo cree que el 5G es el único elemento con capacidad disruptiva que la industria ha visto en los últimos años.
“Últimamente, la innovación tecnológica de los móviles ha entrado en un cuello de botella, con avances incrementales en una dirección muy clara: más potencia de computación y mejoras en la cámara. Eso ha provocado que el mercado sea cada vez más homogéneo, todas las marcas utilizamos los mismos componentes y tenemos dificultades para diferenciar nuestros productos, pero es algo habitual en cualquier sector tecnológico maduro que alcanza una fase final”.
Li descarta que algún aparato vaya a sustituir a los smartphones a medio plazo, y considera que tanto Realme como China en general son clave para democratizar la tecnología a nivel global. “Tratamos de marcar la diferencia ofreciendo productos con gran rendimiento, muy buenas configuraciones y un diseño puntero en un rango de precio más asequible”. También es incuestionable que los teléfonos móviles han sido un elemento clave en el profundo cambio de la percepción que el mundo tiene de la tecnología china.
Al fin y al cabo, el país ha sido la cuna de los móviles todo pantalla, como los que Xiaomi popularizó con la serie Mix, de las cámaras pop up que estrenó el OPPO Find X, de cámaras periscópicas como la del Huawei P30 Pro o de cargas ultrarrápidas como la UltraDART, que la propia Realme presentó el pasado mes de julio con una potencia de 125 vatios y capacidad para cargar una batería de 4.000 mAh de 0% a 33% en solo tres minutos. “Hace unos años, las copias y los productos de baja calidad eran parte integral de los estereotipos que Occidente tenía de China. No obstante, el país ha hecho un gran esfuerzo y ahora cada vez más marcas chinas se han ganado una buena reputación en el mundo, tanto por los productos como por el servicio que ofrecemos”, concluye Li.
El trío de ases de Realme
El Realme V5 es el smartphone 5G más barato del mundo: se vende por el equivalente a 175 euros. El Realme X3 SuperZoom, por su parte, es la gran apuesta para la gama media. Cuenta con el chip más potente lanzado por Qualcomm el año pasado, el Snapdragon 855+, y hasta 12GB de memoria RAM. Se vende por 499 euros. En cuanto al Realme X50 Pro 5G, el buque insignia de la compañía, suma algunos de los avances que marcan la última generación de smartphones: un lector de huellas bajo la pantalla, una carga rápida de 65W que ofrece el 100% de la batería en menos de 40 minutos o dos cámaras selfi. Resulta excesivamente grueso y pesado, pero, por 599 euros, tiene una de las mejores relaciones calidad-precio del mercado.
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