La izquierda italiana retoma el pulso con la conquista de Roma y Turín


Roma tendrá un alcalde socialdemócrata siete años después de que el último, Ignazio Marino, tuviera que dimitir por un escándalo de supuesta corrupción.. Roberto Gualtieri, exministro de Economía del Partido Democrático (PD) y exeuroparlamentario, ocupará el sillón de presidencia de la Junta de la Asamblea de Roma. Sustituirá a Virginia Raggi, punta de lanza del ascenso del Movimiento 5 Estrellas (M5S) hace cinco años y claro reflejo del fracaso del partido anticasta en el difícil paso de la protesta en la calle a gobernar las instituciones. La izquierda culmina con Roma un resultado excelente en las elecciones municipales, donde se asegura el mando de las cinco principales ciudades de Italia (Roma, Milán, Turín, Bolonia y Nápoles) en los próximos cinco años. La exigua participación en esta segunda vuelta —se votó durante la jornada del domingo y este lunes hasta las 15.00 horas—, de un 44,25% según los datos provisionales del Ministerio del Interior, deja la nota amarga de estos comicios, la última gran prueba de fuego antes de las generales de 2023.

Italia volvió entre el domingo y la mañana de este lunes a las urnas para celebrar la segunda vuelta de los comicios administrativos, que debían decidir todavía el destino de los ayuntamientos de 65 ciudades, tras un primer turno los pasados 3 y 4 de octubre, cuando el centroizquierda se impuso sin necesidad de esperar a la segunda ronda en Milán, Bolonia (norte) y Nápoles (sur), entre otras ciudades. El resultado en cada uno de los 1.340 municipios que estaban en juego en ambos turnos traza una línea de puntos que esboza el equilibrio actual de la política italiana. Un escenario en el que la izquierda moderada se reconstruye formando un bloque con distintos partidos, incluido el Movimiento 5 Estrellas (en Bolonia y Nápoles ha funcionado perfectamente esta unión) para hacer frente a la potencia de la coalición de derechas (Hermanos de Italia, Forza Italia y la Liga).

La probeta de las municipales, donde se han ensayado varios experimentos, refuerza la tesis del secretario general del PD, Enrico Letta, y del líder del Movimiento 5 Estrellas, Giuseppe Conte: con la actual ley electoral solo es posible hacer frente a la derecha unidos en una suerte de coalición de centroizquierda.

Además, los dos principales partidos de la derecha (Liga y Hermanos de Italia) fracasan en todas sus apuestas territoriales y se consuelan con los resultados de Forza Italia, su socio menor, que salva los muebles en Trieste y Calabria (donde se elegía al gobernador). La tendencia marcada en esta segunda vuelta habla también de un regreso del votante de derechas al centro ideológico. “Tenemos que reflexionar por qué hemos dado demasiados bandazos en los últimos meses”, explica un diputado de la Liga a este periódico. Los extremos, al menos en estos comicios, han dejado de ser rentables. La capital de Italia, según el escrutinio alcanzado tras el cierre de las urnas, aporta la imagen más nítida de la situación política del país. Tras cinco años de Gobierno de Raggi, que supuso el comienzo del ascenso en las instituciones del Movimiento 5 Estrellas y del inicio de una tormenta populista sin parangón en Europa, el PD recupera el pulso perdido entre su electorado.

La rotunda victoria de Gualtieri (60,1% de los votos) en la segunda vuelta ante el candidato de la derecha, Enrico Michetti (39,9%), relanza al partido que dirige hoy Letta y lo convierte de nuevo en candidato a gobernar el país y en el muro ante el avance de los populismos de ultraderecha en Italia. La clara derrota de Michetti —que fue el candidato procedente de la sociedad civil elegido por la líder de Hermanos de Italia, Giorgia Meloni, para liderar la coalición de derechas en Roma— deja en un aprieto a su principal patrocinadora. “El centroderecha sale derrotado de estas elecciones. Pero yo no hablaría de una debacle”, señaló la propia Meloni, que saludó a la prensa con un “buenas tardes, por decir algo”. Este problema se añade al del fracaso de Milán: el actual alcalde, Giuseppe Sala, arrasó en la primera vuelta al candidato designado por Matteo Salvini. El líder de la Liga también tendrá ahora que hacer cuentas internas con la derrota en Varese (Lombardía), uno de los feudos históricos de su partido que no logra recuperar y que continuará en manos socialdemócratas.

Roma no es la única gran ciudad que vuelve a la izquierda. El progresista Stefano Lo Russo, con un 59,2%, ha logrado hacerse con la alcaldía de Turín sobre su contrincante, Paolo Damilano, que habría logrado recabar un 40,8% de los sufragios. “Es un resultado más allá de nuestras expectativas”, un logro “importante” que conlleva “mucha responsabilidad”, celebró el nuevo regidor, que sustituye a la grillina Chiara Appendino. La capital piamontesa fue también una de las banderas del M5S para demostrar que era capaz de gestionar uno de los motores económicos de Italia. Tal y como sucedió con Roma, los ciudadanos terminaron hartos de su alcaldesa, que ni siquiera ha optado a la reelección.

Únete ahora a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites

Suscríbete aquí

Trieste, única a la derecha

La izquierda logró también la mayoría de capitales de provincia como Caserta, Cosenza, Isernia, Latina, Savona y Varese, mientras que en Trieste seguirá el actual alcalde, el derechista Roberto Dipiazza, tras una frenética remontada (51,3%). Esa es la única alegría de la derecha, que afronta un catastrófico resultado para la coalición que forman Hermanos de Italia, la Liga y Forza Italia y que en términos tenísticos podría resumirse en un 6-1. La victoria en la capital de la región de Friuli-Venezia Giulia (a manos de un candidato de Forza Italia que no comulga con las tesis ultras de Meloni y Salvini) deja al menos algún argumento donde agarrarse ante un horizonte sin grandes citas electorales —más allá de la sucesión en la Presidencia de la República, que elige el Parlamento— hasta los comicios generales de 2023.

La participación ha sido la peor noticia de esta segunda vuelta. Ciudades como Turín han marcado su peor registro histórico, con un 42% de afluencia a las urnas. Pero el dato general habla también de un votante medio de derechas que se ha quedado en casa en esta segunda vuelta —los distritos en Roma con más participación, por ejemplo, son de los feudos de la izquierda— y que, en unas elecciones generales, podría volver a ser más activo. Un dato que mantiene abierto un partido al que todavía le queda un año y medio para llegar a su desenlace.

Los retos de Gualtieri en Roma

Roma, donde la izquierda se impone con claridad, será una gran prueba de gestión para su nuevo alcalde y la demostración de fuerza del PD para exhibir su capacidad de administración de una ciudad que parecía ingobernable en los últimos años. La capital de Italia, segunda ciudad con mayor extensión de Europa (1.285 kilómetros cuadrados), un monstruo con una densidad poblacional baja y una exigua recaudación de impuestos, atraviesa gravísimos problemas estructurales desde hace décadas. Los retos que deberá afrontar Gualtieri desde el primer minuto de su mandato serán la fallida recogida de basuras y la colosal empresa pública que los gestiona (8.000 trabajadores), unos transportes obsoletos, un mantenimiento de la vía pública deficiente o la acumulación de retrasos en los servicios públicos (la media para enterrar a un familiar llegó a ser de 35 días en el mes de abril).

Roma comenzó una dramática caída en la calidad de sus servicios públicos desde que Walter Veltroni, alcalde del PD, abandonó el cargo en 2008. Desde entonces, los casos de corrupción y mala gestión se han sucedido y la ciudad ha entrado en una espiral de bloqueo sin precedentes. Raggi alcanzó el cargo con la promesa de revertir la situación, pero todas las encuestas señalan que los romanos consideran que que las cosas no han mejorado en los últimos cinco años. Gualtieri tendría una misión muy complicada en los próximos meses.

Sigue toda la información internacional en Facebook y Twitter, o en nuestra newsletter semanal.




Source link