La justicia británica rechaza la extradición de Assange a Estados Unidos


La vida de Julian Assange (48 años), el cofundador de Wikileaks, es un constante revuelo de secretos y conspiraciones, en la que la clave parece estar en acertar con el momento de la revelación. Encarcelado en la prisión londinense de Belmarsh, a la espera de la continuación de un juicio que también el coronavirus ha dejado en suspenso, los abogados han implorado sin éxito al tribunal que permitiera a su cliente salir de prisión. Assange padece serios problemas pulmonares, según su entorno, agravados por los más de siete años de encierro en la Embajada ecuatoriana de Londres. Ha sido justo en medio de esta situación extrema cuando ha estallado la noticia. El hacker más famoso de la historia supo burlar a sus anfitriones ecuatorianos y a los servicios de inteligencia británico y estadounidense y fue padre hasta en dos ocasiones desde su situación de confinamiento.

Stella Morris (37 años), una abogada de origen sudafricano pero con nacionalidad sueca, ha admitido al diario británico Mail on Sunday que lleva cinco años ocultando al mundo su romance con Assange, con el que ha tenido dos niños, Gabriel (2 años) y Max (1 año). “En los últimos cinco años he descubierto que el amor hace soportables las circunstancias más insoportables, pero ahora es diferente”, ha contado Morris. “Ahora tengo miedo de no volver a verle con vida. Su salud es muy pobre, y eso le coloca en un grave riesgo. No creo que pudiera sobrevivir a una infección por coronavirus”.

Assange pudo asistir al nacimiento de sus dos hijos a través de una conexión de vídeo desde la habitación donde estaba recluido en la delegación diplomática de Knightsbridge, cerca de los populares grandes almacenes Harrods. Fue capaz de conocer en persona al mayor, Gabriel, porque su madre logró introducirlo secretamente en el edificio de la embajada. Algo similar lograron hacer con el pequeño, Max. Los dos tienen la ciudadanía británica, y han podido visitar a su padre en prisión en el último año.

El Gobierno de Ecuador decidió finalmente retirar la protección diplomática que otorgaba al prófugo, por sus continuas injerencias desde la embajada en los asuntos políticos internos de otros países, incluida la crisis desatada por el independentismo catalán en España. Fue detenido inicialmente en 2010 en el Reino Unido a petición de Suecia por un caso de presuntos delitos sexuales que acabó archivado. Ha pasado los últimos diez años recluido, primero bajo arresto domiciliario y refugiado luego en la embajada ecuatoriana de la capital británica. A comienzos de este año un tribunal londinense comenzó a celebrar el juicio de extradición, que permanece actualmente paralizado sin fecha de reanudación por causa de la pandemia. Estados Unidos reclama a Assange por 18 cargos, que incluyen presuntos delitos de conspiración y espionaje, y que pueden acarrear hasta 175 años de cárcel.

Morris, licenciada en Derecho y Políticas por la School of Oriental and African Studies de Londres, conoció a Assange, con quien según ha explicado ella misma planea casarse cuando recupere la libertad, en un club de la capital británica en 2011. Fueron presentados por la abogada y amiga de ambos, Jennifer Robinson, quien ejercía la defensa en representación de Wikileaks frente a las acusaciones de acoso sexual presentadas por la fiscalía sueca.

La primera información pública sobre los dos hijos secretos de Assange surgió durante el juicio de su extradición, y los abogados del hacker tienen intención de utilizar, como parte de los argumentos de la defensa, el derecho del acusado a poder disfrutar de una vida familiar con su futura mujer y con los dos pequeños. “Me pidió que me casara con él en 2017 y yo escogí el anillo de diamantes. Se lo mostré a través de Internet y a ambos nos encantó. Pensamos incluso en dar con el modo de poder casarnos en el edificio de la embajada”, ha contado Morris al Mail on Sunday. La abogada ha llegado a airear públicamente su sospecha de que los servicios de inteligencia estadounidense habrían intentado obtener una muestra de ADN de alguno de sus hijos, cuando todavía no se conocía públicamente la relación entre cliente y abogada ni la supuesta paternidad de Assange.

Después de conocerse los planes del Gobierno británico de poner en libertad a miles de reclusos penitenciarios con condenas menores para evitar un contagio incontrolado del virus en las prisiones, el equipo legal de Assange solicitó que su cliente también pudiera ser puesto en libertad bajo fianza. En una sesión con altas medidas de distanciamiento y la asistencia de apenas 15 personas, la jueza de distrito británica, Vanessa Baraitser, rechazó el pasado 26 de marzo la petición. “Tal y como se ha dispuesto hasta la fecha en lo que se refiere a esta pandemia global no existe base legal para aceptar la petición de que el señor Assange sea puesto en libertad”, argumentó la jueza. No estaba claro, en ese momento, que la paternidad del recluso se hubiera tomado en consideración.


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