La Justicia rusa rechazó hoy el recurso de apelación de la baloncestista estadounidense Brittney Griner y mantuvo en vigor la condena de 9 años de cárcel por posesión y contrabando de drogas.
Los abogados de la deportista, cuya liberación ha sido demandada por el presidente de EEUU, Joe Biden, habían pedido al Tribunal de la región de Moscú que redujera la pena, mientras la fiscalía solicitó mantenerla en firme.
Griner es la principal víctima del fuego cruzado entre EEUU y Rusia. Fue detenida una semana antes del inicio de la guerra en Ucrania y condenada en agosto a nueve años de cárcel por posesión y contrabando de drogas.
Como ocurriera durante la Guerra Fría, Griner se ha convertido en moneda de cambio entre dos superpotencias nucleares. Su única opción es un canje por un preso ruso que cumpla condena en una cárcel estadounidense, pero eso requiere el visto bueno tanto del Kremlin como de la Casa Blanca.
Su estatus de estrella del deporte mundial no ha ablandado el corazón de la Justicia rusa. Primero fue condenada severamente por llevar aceite de cannabis en su maleta y hoy, martes, su apelación fue rechazada por los tribunales. La situación geopolítica juega claramente en su contra.
ESTRELLA DE LA CANASTA
El hecho de que la selección de EEUU retirara en septiembre el número 15 de dorsal de Griner no es un gesto para la galería con el fin de que sea liberada, sino también un acto de justicia por sus logros como jugadora de baloncesto.
Y es que se trata de una de las pocas baloncestistas que ha sido campeona universitaria, mundial, olímpica -en Río y en Tokio– y también de la liga estadounidense (WNBA), sin mencionar que es una de las pocas jugadoras de la historia capaces de hacer un mate.
Con sus 2,06 metros de altura, Griner es una de las jugadores más determinantes de la historia del baloncesto femenino. Ha sido máxima anotadora de la liga estadounidense (2017 y 2019) y mejor defensora (2014 y 2015), además de ser elegida tres veces en el quinteto ideal y ser máxima taponadora en ocho ocasiones.
Pese a meteórica carrera en el Phoenix Mercury, sus emolumentos no se correspondían con su estatus de estrella, lo que lo obligó a probar suerte en el extranjero. Primero en China y desde 2014 en Rusia, donde los sueldos son varias veces más altos que en EEUU.
Con el UMMC Ekaterinburg ganó tres ligas y cuatro euroligas, por lo que el club ruso no dudó en renovar su contrato de manera consecutiva durante las últimas temporadas.
MI LIBERTAD POR UNOS CARTUCHOS DE CANNABIS
Precisamente, la estadounidense regresaba en febrero pasado a la capital de los Urales desde Nueva York cuando fue detenida en el aeropuerto internacional de Moscú. Los funcionarios de aduanas hallaron en sus maletas cartuchos de aceite de cannabis, algo que Griner nunca ha negado.
De hecho, la deportista no ha dudado nunca en admitir su error. Lo que adujo es que no había mala intención en sus acciones, ya que los médicos de su país le recomendaron el empleo de cannabis para aliviar sus dolores de rodilla.
La jueza no atendió a razones, pese al acto de constricción de la acusada, al hecho de que nunca utilizó el cannabis como analgésico durante la competición y a los testimonios en su favor de sus compañeras rusas de equipo, donde es entrenada por el seleccionador español Miguel Méndez.
A principios de agosto la Justicia rusa condenó a la estadounidense a nueve años de prisión por tenencia y contrabando de drogas.
La severa pena provocó la indignación del presidente de EEUU, Joe Biden, quien exigió su inmediata liberación, y de la comunidad baloncestista en su país que no ha dejado de mostrarle su apoyo incondicional.
EL CANJE QUE NO LLEGA
Desde su condena, Griner sigue en prisión preventiva. Comparte celda con otras dos mujeres y tiene derecho a pasear un hora al día y ducharse dos veces a la semana, según sus abogados.
La estadounidense, que cumplió hace una semana 32 años, no se ha quejado de las condiciones de la cárcel moscovita en la que se encuentra, aunque su esposa, Cherelle, lamenta que sólo ha podido hablar con ella dos veces desde febrero.
Las noticias sobre un posible canje no han dejado de retumbar en los últimos meses. El mediador estadounidense Bill Richardson incluso viajó en septiembre a Rusia para ultimar los detalles del intercambio.
Washington se mostró dispuesto a un canje de Griner y el infante de marina condenado a 16 años por espionaje, Paul Whelan, por el “mercader de la muerte”, Víctor But, que cumple 25 años por tráfico de armas en una cárcel estadounidense. No obstante, la contraoferta rusa no satisfizo a la Casa Blanca.
Una reunión entre Biden y el presidente ruso, Vladímir Putin, durante la cumbre del G20 en Indonesia podría desatascar este embrollo, pero ese encuentro está ahora más lejos que nunca.
“No es el principal problema que nos preocupa”, admitió recientemente Yuri Ushakov, asesor de Putin para asuntos internacionales.
El futuro de Griner está en el aire. Estrellas de la NBA como Lebron James o Steph Curry han pedido su liberación, pero el deporte parece haberse topado en este caso con el mismo obstáculo insalvable que en los boicots olímpicos, la geopolítica.