EL PAÍS

La lentitud de EE UU en desbloquear los activos venezolanos frena el diálogo entre Gobierno y oposición: “Hay nerviosismo”

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El presidente Nicolás Maduro, en su reporte anual a la nación, en la Asamblea, el 12 de enero de 2023.YURI CORTEZ (AFP)

A estas alturas, el Gobierno de Venezuela y la oposición deberían estar discutiendo la fecha de las elecciones presidenciales de 2024 y el levantamiento de las inhabilitaciones a algunos políticos antichavistas. Sin embargo, la negociación entre las partes ha entrado en punto muerto a causa de los activos venezolanos en el extranjero que se iban a descongelar para financiar un fondo de ayuda humanitaria que iba a manejar la ONU. El dinero, por ahora, no ha empezado a circular, y el presidente Nicolás Maduro culpa a Estados Unidos de no estar haciendo lo suficiente para que así sea. “Hay mucho nerviosismo”, sostienen desde dentro de la negociación.

El diálogo ha encallado en el punto más crucial, el político. El 26 de noviembre, las partes pactaron la creación del fondo con activos venezolanos retenidos en el exterior, como el oro guardado en el Banco de Inglaterra o las cuentas del Banco Central de Venezuela en Nueva York. Esa inyección de capital ayudaría mucho al Gobierno de Maduro, que contaría con recursos para mejorar la situación del país en la recta final de unas elecciones que deberían celebrarse en la primavera del año que viene. El problema es que ese dinero todavía no se ha liberado. Algunos funcionarios estadounidenses, incluso, advierten de que aparecerán los acreedores cuando se eso se ejecute —la deuda venezolana en el exterior es muy alta, incluso mayor que el monto retenido—. El embajador de Estados Unidos para Venezuela, Jimmy Story, escribió una carta a Naciones Unidas alertando a la institución de que algo así podía llegar a ocurrir, según cuatro fuentes consultadas.

La misiva ha provocado un terremoto en el seno de la negociación. El líder chavista, de acuerdo a tres fuentes distintas, considera que Washington no está cumpliendo con lo prometido y que no actúa con energía para desbloquear grandes sumas de dinero. Maduro no solo cree que puede liberar los dólares retenidos en suelo norteamericano, sino otros montos congelados por las sanciones internacionales impuestas por la Casa Blanca. El Gobierno calcula que son 5.000 millones de dólares, aunque la oposición rebaja esa cifra a 3.000. La situación es tan delicada en este momento que en los próximos días se reunirán en Caracas Jorge Rodríguez, presidente de la Asamblea Nacional venezolana y mano derecha de Maduro, y el opositor Jorge Blyde. Cuando los dos dirigentes acordaron en noviembre volver a la mesa de negociación en México todo parecía encaminado a la consecución de un acuerdo que fuera poco a poco resolviendo la crisis venezolana.

El escenario parecía el ideal. Estados Unidos estaba a punto de permitirle a Chevron exportar petróleo venezolano y hubo un intercambio de presos entre los países. El presidente de Francia, Emmanuel Macron, se había involucrado en el asunto y había urgido a Maduro a organizar unas elecciones en las que la oposición tuviera opciones reales de llegar al poder. En esa dirección había empujado también el presidente de Colombia, Gustavo Petro, principal valedor del regreso de Maduro a la escena internacional que hay ahora mismo en la región. Petro ha tratado de que Venezuela vuelva a los organismos latinoamericanos, entre ellos los de derechos humanos, y ha insistido en que el chavismo debe regresar a lo que él llama la democracia liberal. Todos los mandatarios internacionales tenían mucha fe en este nuevo diálogo, convencidos de que el chavismo quiere legitimarse. Sin embargo, dos meses después la negociación no avanza y se corre el peligro de que se eternice y no produzca ningún resultado real.

Este estancamiento despierta fantasmas del pasado reciente, puesto que todos los intentos de negociación entablados en los últimos años por el Gobierno de Maduro y la oposición han sido un fracaso rotundo por una razón u otra. Ocurrió en República Dominicana, en Barbados, en la primera ronda de conversaciones de México y con el acercamiento promovido por el Vaticano. A las urgencias de Maduro, fuentes norteamericanas responden con escepticismo. “Cuando se llega al asunto político, el chavismo siempre pone alguna excusa. No quieren avanzar de verdad”, explican. Sin acuerdo, la situación sigue estancada y sin visos de que se solucione. Mientras tanto, el nerviosismo domina la mesa de diálogo.

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