Es impensable que ayer se jugara un partido de fútbol en Anoeta ante 150 espectadores, casi el máximo aforo que impone LaLiga. Los prolegómenos del derbi fueron fríos y tristes. La Plaza Ferrerías vacía y los pintxos de La Venta del Curro tapados y sin dueño. Los cuatro autobuses de Real Sociedad y Osasuna llegaron pasadas las 20.30 horas ante los ánimos de medio centenar de aficionados txuri urdin que recibieron a su equipo con cánticos de “Real, Real”. Una vez dentro, la más absoluta nada.
Curioso que la primera canción que sonase por la megafonía de Anoeta fuese el inconfundible ‘Football is coming Home’ de Three Lions y acto seguido llegara el homenaje a Pau
Donés con ‘Libre’. La afición de la Real sí que estaba encerrada en sus casas y no libre.
Retumbó el Txuri Urdin
Por mucho que el club lo intentase con dos lonas gigantes en la tribuna este y en el fondo sur, además de otros murales en el fondo familiar, Anoeta no es nada sin su gente. Los más de 30.000 incondicionales y fieles que han poblado sus gradas jornada no estaban para levantar la bufanda de la Real cuando el ‘Txuri Urdin’ retumbó con fuerza a las 21:55 horas. La salida al césped también fue un tanto cómica. Primero salió la Real, de uno en uno y cumpliendo la distancia de seguridad. Llegó el turno para el trío arbitral y luego Osasuna, que no pudo ingresar al terreno de juego hasta que todos estaban en su asiento. Aplausos para nadie. Quizá para la prensa y los 14 miembros de la directiva presentes en el palco. Tras el ‘once’, comenzó el fútbol.
Lo único que rompió el silencio fue el sonido de los cohetes. Primero con el gol de Adrián. Pum. El gol de Oyarzabal se gritó en toda Gipuzkoa. Doble lanzamiento pirotécnico. Pum, pum. La Real ha vuelto, ahora sólo faltan ellos. No estamos todos.
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