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João Félix pisó Old Trafford ensimismado con el escenario en el que este martes el Atlético (21.00, Movistar Liga de Campeones) está obligado a ganar para pasar a cuartos de final tras el empate a uno de la ida. Se ajustó unos guantes de lana negros y le reclamó un balón a un utillero para ejercer de virguero antes de insertarse en un rondo con algunos de sus más allegados como Lodi, Felipe y Herrera, a los que se sumaron luego Griezmann y Reinildo.
La cita es una reválida para el futbolista, que por primera vez en mucho tiempo siente el respaldo total de su entrenador y de sus compañeros. La solera del coliseo del United, la trascendencia del envite y la presencia de Cristiano Ronaldo le han situado bajo los focos. “João cumple con lo que el equipo necesita, tenemos una manera de trabajar con los delanteros, ya sea con un bloque defensivo bajo o cuando achicamos para salir hacia delante. Está muy bien, está con alegría, entusiasmado y es muy importante a nivel individual para que luego pase a lo colectivo, que es lo que importa”, sentenció Diego Pablo Simeone en la sala de prensa de Old Trafford.
El fútbol puede construir paradojas tan insospechadas como la relación simbiótica que ahora protagonizan Simeone y João Félix. El atacante portugués, punto de alta tensión entre el entrenador y el club cuando no juega, se ha erigido como el futbolista más determinante del Atlético en las últimas semanas. El equipo y el técnico han enderezado los resultados que describían el peor momento de la era Simeone a lomos del fútbol y la eficacia goleadora del atacante luso (cuatro goles en los últimos cinco partidos ligueros), y el Atlético se ha incrustado en los puestos que dan acceso a la Liga de Campeones tras sobrepasar al Betis en la tabla con cuatro victorias consecutivas.
De una relación distante y rupturista se ha pasado a una de interés común en la que el jugador le da al técnico lo que le pide en términos de trabajo y este le ha correspondido con la libertad para operar por el frente de ataque con libertad. La catarsis se produjo tras la reunión que mantuvieron Miguel Ángel Gil y el director deportivo, Andrea Berta, con Simeone tras la alarmante derrota contra el Levante en el Metropolitano. De allí salió la versión más convincente de João Félix, solo comparable a su rompedor inicio del curso anterior, frenado por una lesión de tobillo que no fue reparada hasta la operación a la que se sometió al término de la pasada Eurocopa. De aquel encuentro, previo a otro del dueño del club con el plantel, también salió un apoyo público de la dirigencia a Simeone, aunque más tibio que en otras ocasiones. Desde aquel cónclave de emergencia, João Félix ha jugado los cinco partidos disputados posteriormente como titular.
Diagnosticador certero de los estados de ánimo y de forma por el lenguaje corporal de los jugadores en partidos y entrenamientos, según él mismo asegura, Simeone pronuncia convencido “que ahora João está enchufado”. Se basa en la actitud del jugador cuando el equipo pierde la pelota o en cómo se entrega en los entrenamientos para recuperarla en los rondos. “João la rompió”, comentó en privado Simeone al término del encuentro en El Sadar, el primero tras la debacle del Levante, y en el que el luso marcó a los tres minutos de juego. Su partido ante el United en el Metropolitano confirmó la mejoría con otro tanto en los primeros compases del encuentro y una retahíla de acciones brillantes en ataque y de trabajo defensivo. Su cambio en el minuto 80 fue cuestionado por una parte de la hinchada, algo que el técnico no acabó de comprender. Simeone detectó que el desgaste había sido brutal y João Félix no torció el gesto como en otras ocasiones. Otra señal de una convivencia más apaciguada.
Simeone contempla ahora a un futbolista que no da por cumplida su trascendencia y su peso en los partidos pese a que marque en los primeros minutos, como ha sucedido en los últimos envites. Abrió el marcador en Pamplona, en el Villamarín y ante el Cádiz antes del minuto tres. Entiende el entrenador que esto le ha reforzado para seguir metido en los partidos. Al Cholo le exasperaba que fuera un jugador de una acción brillante y que luego desapareciera o diera por bueno su trabajo. Las estadísticas dicen que ha participado en siete goles en sus últimos ocho partidos con el conjunto rojiblanco en todas las competiciones (cinco goles, dos asistencias), tantos como en sus 37 encuentros anteriores (cuatro goles, tres asistencias). Desde el partido ante el Levante también ha elevado su número de remates por partido de 1,4 a 2,7 y ha mejorado su precisión en los disparos a puerta, de un 44% a un 55%. Su acierto en el gol se ha elevado de un 10% a un 38%.
Simeone implora por que este sea el despegue definitivo de la contratación más cara del club (127 millones de euros). También la dirigencia, porque le revaloriza en el caso de que tuviera que venderle el próximo verano. En el anterior, tras la llegada de Griezmann, le hizo pedir a su agente, Jorge Mendes, que le sacara del Atlético ante la opción del Barcelona. Lo mismo que durante el pasado mercado invernal, cuando su situación llegó a ser la del quinto delantero del equipo. Solo el empeño del accionista mayoritario evitó la fuga.
El mismo crecimiento que ha detectado el entrenador también ha llevado a sus compañeros a buscar a João Félix con más asiduidad y fe cuando tira los desmarques. El grupo ha aceptado su liderazgo ante el momento que atraviesa. Y Simeone espera que sea el conductor o el finalizador de una palabra que no se le cayó de la boca en su comparecencia ante la prensa: contragolpe.
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