Lo tengo claro. La Liga debería suspenderse. Llegados a este punto, me interesan mucho más las opiniones de los expertos y profesionales llamados a poner en riesgo su salud con tal de que la burbuja siga forrando bolsillos privados. Los virólogos hablan por boca de ciertos representantes públicos y su mensaje más reciente recalca la “imprudencia” de afirmar ahora que el fútbol pueda reanudarse antes del verano.
Los futbolistas guardan silencio, pero seguro que en privado comparten inquietud y escepticismo. Más que razonable. Cómo explicar sin sonrojo que el ciudadano viva en distintos niveles de estados de alarma, con mascarillas y geles para salir a por el pan, y los futbolistas puedan compartir horas sobre el verde con cientos de colegas de profesión. No hay protocolo viable.
En Europa la tendencia va en contra de los postulados de
Tebas
y el CSD. La Premier negocia su vuelta con el gobierno “si la situación mejora”. Las cifras de infectados y de muertos en el Reino Unido no son halagüeñas.
En el Calcio italiano hay acuerdo con el gobierno, respetarán su decisión. Su ministro de Deporte ha dado pistas: “Será cada vez más complicado reanudar la Serie A.”. La Ligue 1, suspendida hasta septiembre al no cumplirse las condiciones sanitarias mínimas para su retorno. La Eredivisie cumpliendo con la prohibición de todo tipo de espectáculo público y masivo hasta septiembre. En la Jupiler League belga suspendieron hasta septiembre siguiendo las recomendaciones de expertos y su gobierno. No se contemplan las puertas cerradas ni los negocios privados de empresarios o accionistas de bolsa.
Aquí Tebas habla de cuartos de hora, distancias y medidas de aislamiento para el infectado sin dejar de hacer rodar la pelotita, cual ruleta rusa. Once partidos por club de altísimo riesgo.
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