El padre de Sajia no pudo contener las lágrimas cuando la abrazó a pie de pista. La perdió en el aeropuerto de Kabul, en agosto pasado, en medio del caos provocado por la avalancha de miles de afganos que intentaban desesperadamente escapar de su país, y no sabía si volvería a verla. Ella fue la primera en bajar del A400M del Ejército del Aire que aterrizó a las nueve de la noche de este lunes en la base aérea de Torrejón de Ardoz (Madrid). La acompañaba su novio, que ahora se ha convertido en su marido, porque una mujer no puede andar con un hombre en el nuevo-viejo Afganistán de los talibanes si no es pariente suyo.
Detrás de Sajia, de 18 años, descendieron por la rampa trasera del avión militar 83 afganos, 44 mujeres y 39 hombres (entre ellos 35 menores de 16 años y unos cuantos ancianos, título que en el país asiático se atribuye a los que han cumplido los 50). Se les veía cansados tras un viaje de nueve horas, con escala en Creta, pero la mayoría expectantes y sonrientes, sobre todo los niños. Les esperaban los ministros de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares; Defensa, Margarita Robles; e Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá. “Es un día de emoción, alegría y esperanza”, dijo el primero. Sobre todo para los recién llegados, que iniciaban una nueva vida, dejando atrás el terror que ha vuelto a enseñorearse de su país.
Se trataba del primer vuelo de la segunda fase de la operación para evacuar a quienes colaboraron con los militares y los cooperantes españoles durante las casi dos décadas de presencia occidental en Afganistán. Esta tarde llegará a Torrejón un segundo avión, con unos 150 refugiados, aunque finalmente no será un avión militar sino un vuelo fletado a Air Europa.
“Esta es una manifestación de que España es un país serio, comprometido, que no deja a nadie atrás”, dijo Robles, quien subrayó que se trataba de “una magnífica forma de celebrar la Fiesta Nacional del 12 de octubre”. Albares, por su parte, se felicitó por un “éxito de país” y dijo que era una prueba de que “España cumple y este Gobierno también”. Ambos agradecieron su colaboración a las autoridades paquistaníes, con las que el jefe de la diplomacia española se reunió a principios de septiembre y sin cuya ayuda la operación habría sido inviable.
Nada más bajar del avión, los afganos fueron atendidos en un hangar, donde se les realizó una prueba de covid, se verificó su filiación y se comenzaron los trámites para concederles asilo. Su primera noche en España la pasarían en el albergue provisional instalado en la base, pero se espera que en unos días puedan disponer ya de hogar. Escrivá agredeció a los tres ayuntamientos que han ofrecido para acoger refugiados y animó a otros a imitarles.
El reto es integrar a familias completas. Los recién llegados pertenecen a 14 familias, alguna tan numerosa como para contar con 15 miembros, casi todas con un cabeza de familia varón, pero al menos dos encabezadas por mujeres.
El puente aéreo con el aeropuerto de Kabul que España puso en marcha en agosto logró traer a más de 2.000 personas, pero muchos quedaron atrás, incluso familias separadas como la de Sajia. Con los evacuados entre el lunes y el martes no se agota una lista que incluye casi un millar de nombres, pero nadie se atreve a asegurar cuándo podrá continuar la evacuación ya que, como señaló Robles, “son procesos largos y complicados”, pero España “tiene un compromiso” con ellos.
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