La logística como gran oportunidad para Jaén

A la Campiña Norte de Jaén, conformada por las comarcas de Sierra Morena y La Campiña, se le conoce popularmente como la puerta de Andalucía. Desde hace más de 1.000 años es uno de los pocos pasos que conectan la meseta sur con el valle del Guadalquivir. Un territorio fértil en conexiones donde hoy confluyen la E-5/A-4, la A-32, A-44 y la N-323 y por donde circulan constantemente mercancías y personas. Un nudo logístico de primer nivel con mucho jugo aún por exprimir: hay terrenos en los que construir y el precio es más barato que en otras zonas.

Por ello, y llamadas por la fuerza de un sector tan dinámico como el logístico, grandes empresas (nacionales e internacionales) ya han construido naves y centros de almacenaje y gestión de envíos en algunos de los 26 pueblos de la zona. Una revolución que está impulsando, a su vez, el crecimiento de otros sectores de la economía local –como la artesanía y la actividad agroalimentaria– que podría ser un espaldarazo a la lucha más difícil a la que se enfrenta la provincia jienense: la despoblación y el desempleo. “Los ayuntamientos están convirtiendo todos los terrenos cercanos a la autovía en polígonos industriales. Es una demanda [de las empresas]. No es que lo crea, es que sé que esta zona se va desarrollar [en los próximos años]”, afirma Isabel Uceda, alcaldesa de Lopera y presidenta del Grupo de Desarrollo Rural de la Campiña Norte (Prodecan), una asociación sin ánimo de lucro que gestiona los fondos europeos LEADER, ayudas enfocadas a fomentar la creación de empresas en el medio rural para dar respuesta al abandono de ciertas zonas agrícolas de la Unión Europea. Para Uceda, el desarrollo de esta vertebración es el combustible necesario para sacar rendimiento al potencial económico de la zona, tanto por la calidad de sus recursos (el aceite de oliva es un ejemplo) como por la determinación de sus emprendedores y municipios para reinventarse.

Un ejemplo de la transformación logística que se vive en la Campiña Norte es Guarromán, un pueblo de no más de 2.000 habitantes donde, en los últimos años, más de una docena de empresas como Correos o Ikea han fijado una sede, en ocasiones, decisiva para su estrategia comercial. El Centro de Transporte y Logística del municipio, de unas 100 hectáreas y que sigue creciendo, es un punto geográfico estratégico para la recepción, clasificación y distribución de mercancías entre el centro y el sur de España. Por él, pasaron el año pasado 6.000 camiones, según estimaciones del alcalde de Guarromán, Alberto Rubio. Cualidades que llevaron a este centro a ser admitido como nuevo miembro de la Asociación de Centros de Transporte y Logística de España (ACTE) en 2020. El hecho refleja la importancia que está adquiriendo la zona para la logística: “En la Campiña Norte hay un eje muy potente que está formado por Bailén, Guarromán, La Carolina y Santa Elena. Estamos cerca de la A- 4 y eso es una oportunidad que muchas [empresas] están aprovechando”, subraya Uceda.

De la gran a la pequeña logística

Correos Express, la filial de paquetería urgente del Grupo Correos, es una de las empresas logísticas más importantes que se han instalado en Guarromán que ya ha comprobado el rendimiento que se le puede sacar a esta zona. Por sus instalaciones ya pasan anualmente varias decenas de miles de paquetes. Además de esta logística en mayúsculas, la empresa ha comenzado un proyecto piloto destinado a promover el desarrollo rural en toda la provincia de Jaén con el que intentar paliar la falta de ciertas infraestructuras de las que adolece. Con él, 98 carteros acercan los servicios de las oficinas postales hasta los domicilios de sus clientes: pago de recibos de la luz, venta de sellos, embalajes para paquetes, entrega del distintivo de la DGT e incluso la posibilidad de ingresar o retirar dinero de una cuenta bancaria. Una vez concluida este piloto, la empresa evaluará su desarrollo, los puntos de mejora, estudiará la incorporación de más prestaciones y su extensión a otras provincias de España.

El plan, además de ayudar en la logística diaria a las pequeñas empresas evitando desplazamientos a localidades mayores, también es una forma de mejorar el día a día de las personas mayores de los pueblos. Así lo piensa Charo Bejarano, cartera rural en Andújar. “La gente mayor no siempre dispone de autobuses y depende de que alguien la pueda llevar a la ciudad para hacer algunos trámites”, explica Bejarano. Es cartera en la comarca desde hace 15 años y afirma que no piensa dejarlo. “Llegas mucho a la gente. Eres su cartero, pero también su amiga y su confidente. Tienen confianza en ti. Por eso cuando necesitan un servicio, como un certificado, me preguntan antes”.

La digitalización como arma para reinventarse

La disponibilidad de los servicios que ofrecen empresas como Correos, el auge del comercio electrónico y las posibilidades de vertebración de la Campiña Norte pueden ayudar a que los pequeños negocios de la zona, azotados también por la falta de infraestructuras, crezcan. Lo sabe Nazaret Moris, cuarta generación de pasteleros en Linares. Su bisabuelo era maestro del merengue en España, sus abuelos, del chocolate y sus padres abrieron hace 20 años Excelsior, una pastelería donde todos los productos son 100% artesanos. Ella, que intercala el trabajo entre su ciudad natal y Madrid, ha tomado el testigo y ha llevado los pasteles de su familia a internet. “Mi novio es informático y creamos una tienda web donde puedes comprar desde cualquier parte del mundo. Hacemos envíos diarios”, relata Moris. Junto a su web, Excelsior también vende sus productos a través de Correos Market, la plataforma online donde productores locales venden a España y Portugal. El servicio de Correos permite, además, la recogida de la mercancía en el propio negocio para después enviarla.

Excelsior se ha dado a conocer en los últimos años por el chachepó, un dulce típico de Linares que, tras estar en el olvido, volvieron a producir y vender con un empaquetado especial. Estos pequeños bizcochos con licor no solo se degustan en España, sino que también han llegado a Alemania, Reino Unido, EE UU, Bélgica, Singapur o Ghana gracias a su e-commerce.

El comercio electrónico también está siendo una salida para Juan Núñez y sus hijos Adrián y Juanma, una familia de alfareros de Bailén. En las últimas semanas no han tenido ni un respiro. “En estas fechas estamos desbordados de trabajo como nunca porque la gente, que pasa más tiempo en casa, está adornando ya sus jardines”, explica Núñez. A sus clientes habituales, algunos ya lo eran de su abuelo, se le suman varios del extranjero, que demandan cerámicas hechas a mano: alemanes, franceses y belgas. Pero ser alfarero, matiza, es duro. “La alfarería no es dar a un botón de una máquina para que salga la pieza. Es un oficio muy sacrificado que requiere muchas horas de aprendizaje. Por eso la gente joven ha tirado por otros oficios”, se lamenta. Aunque la cerámica está teniendo un nuevo renacer en la comarca, de las 80 alfarerías que Núñez recuerda que había hace unas décadas en Bailén, solo queda una decena. Sus hijos, la quinta generación de alfareros en la familia, son la esperanza de que la tradición local siga viva. En el último año sus ventas por internet han crecido de tal manera que ya son cinco trabajadores, con una producción diaria de 30 piezas.

La resurrección del vino de Sierra Morena

El vino también busca recuperar su sitio como producto con identidad y futuro en la Campiña Norte. La pareja formada por Araceli Sánchez y José Luis Navarro lo tenían claro y, tras llegarles por herencia una bodega centenaria, se lanzaron a crear el único vino de la Sierra de Andújar. “José Luis y yo compartimos vida y pasión por la cultura del vino. No podíamos permitir que desapareciera el viñedo familiar”, comenta Sánchez. Su vino Vitaca (acrónimo del nombre de su bodega: Viñedos y Bodega Viñas Tintas Capellanías) procede del último viñedo activo en la Sierra Morena andujareña. La cultura vitícola en su comarca, cuentan, se perdió en el siglo XIX con la plaga de la filoxera y, por otro lado, con la imposición del cultivo del olivo. “Es curioso que muy poca población conozca el pasado de la producción local vinícola. En el siglo XVII toda esa zona estaba llena de viñedos. Esta recuperación es fundamental para mantener la tradición”, relata Navarro. Desde que fabrican vino, sienten que sus vecinos vuelven a abrazar los caldos locales. Aunque muy enfocados en la venta local, las online no ha dejado de crecer. El año pasado etiquetaron unas 4.000 botellas y están trabajando en nuevas variedades de uva que se adapten al terreno para aumentar su producción dentro de unos años.

Vitaca es un ejemplo de la resurrección de un producto local olvidado en Jaén. A estos vinos de Andújar se le han sumado en los últimos años otras siete viñas, según cuenta David Hernández, director de Jaén de Vinos, un proyecto sin ánimo de lucro que fomenta el enoturismo en la provincia y conectar a los viticultores jienenses entre ellos. “Se está generando un crecimiento local y poco a poco la población empieza a creer que nuestros vinos son buenos”, explica Hernández. Este año, y ante el potencial de este nuevo sector, la Consejería de Agricultura de Andalucía destinará 5,9 millones de euros en ayudas para los viñedos, que también han sufrido el golpe de la covid-19.

El oro líquido mejor ubicado en el mapa

Hablar de la Campiña Norte es hablar de aceite de oliva virgen extra, uno de los mejores del mundo. Los datos económicos que giran en torno a este producto en toda la provincia jienense son destacables: una producción anual de unos 663.000 toneladas de aceite de oliva, más del 37% de la producción española, según datos de la Agencia de Información y Control de Alimentos. Es decir, y según estimaciones de la Comisión Europea, las 325 almazaras de Jaén extraen más aceite que Marruecos, Italia, Portugal e Italia juntos. Un sector que representa más de la mitad del empleo total en la Campiña Norte y el 71% del eventual. Entre los trujales (molinos de aceites) de esta zona están los de Aceites Baecula, una pequeña empresa en Bailén fundada en 1929 por la familia Sanz. Al pie del cañón sigue José Francisco, de 49 años, que rememora la evolución del negocio desde que su bisabuelo comercializase su primera cosecha: desde el molino de piedra hasta los envíos de pedidos por comercio electrónico. Para este año, estiman que molerán en torno a siete millones de kilos de aceituna (1,2 millones de litros de aceite), un 16% más que hace un año.

Junto a la calidad de su aceite y el boca a boca de sus clientes, Sanz recuerda que la ubicación de su almazara “en la entrada de Andalucía” fue una clave para dar salida a su producto por toda España. “Era una zona de paso, y mucha gente que veraneaba por aquí se llevaba los coches cargados con el aceite para todo el año. Los hijos de esas mismas personas empezaron a encargarlo por teléfono y ahora sus nietos nos lo piden por internet”, relata.


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