El Athletic está cavando su propia tumba lejos del abrigo de San Mamés. La derrota de ayer en Balaídos solo vino a incidir en la muy mala trayectoria a domicilio. Los rojiblancos no ganan como visitantes desde el 11 de septiembre, cuando derrotaron al Elche en el Martínez Valero (0-4). Desde entonces, los números dejan mucho que desear por decirlo de una manera muy suave. El equipo de Valverde empató en los dos siguientes desplazamientos, frente a Sevilla (1-1) en el Sánchez Pizjuán y Getafe en el Coliseum Alfonso Pérez (2-2), y a partir de ahí se sucedieron dos derrotas seguidas contra Barça (4-0) y Girona (2-1), un partido que dejó muy mala impresión antes del parón por el Mundial de Qatar.
Los leones recuperaron su competitividad a domicilio con un buen empate en el Benito Villamarín ante un rival del potencial del Betis, pero han sido incapaces de sumar un resultado positivo en las dos últimas salidas, el derbi de Anoeta ante la Real (3-1) y el encuentro de ayer en Balaídos (1-0).
Lo cierto es que los bilbaínos solamente han sumado 9 puntos de 27 posibles en los compromisos como foráneos, unos números muy pobres para un equipo que quiere pelear por Europa.
Valverde optó por realizar cambios ayer en su once teniendo en cuenta que solo tres días antes habían jugado en Mestalla el choque de los cuartos de final de la Copa, pero tras el descanso cambió el paso. No le debió gustar demasiado lo que había visto en el primer periodo y dio entrada a Sancet por Ander Herrera, que nuevamente fue titular tal y como ocurrió ante el Valencia. De esta manera, Txingurri recuperó el sistema super ofensivo de principio de temporada, con un único pivote defensivo, ayer Dani García, y dos hombres por delante, Muniain y el de Mendillori. Pero ni por esas. El Celta fue mucho mejor en la segunda parte a pesar de la entrada posterior de Vesga, Zarraga, Raúl García y De Marcos. No hubo manera de cambiar el signo del encuentro para acabar sumando una nueva derrota a domicilio. Es la tónica de la temporada.