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La lotería del Draft: una historia de teorías de la conspiración y sueños rotos

La lotería del Draft: una historia de teorías de la conspiración y sueños rotos

La lotería del Draft de la NBA es algo prácticamente único en el mundo de los deportes. El azar es el gran protagonista, con 14 franquicias viendo cómo parte de su futuro puede depender de unas simples bolas de bingo. En este sorteo se deciden los 14 primeros puestos del Draft cada año, y el drama está asegurado. Unos suben, otros bajan. Siempre hay algún ganador y algún perdedor, aunque después deba confirmarse todo en la pista.

Hasta 1984 el pick número 1 del Draft se decidía lanzando una moneda al aire entre los equipos con peor balance de cada conferencia. El ganador elegía el primero, el perdedor el segundo, y el resto en orden inverso a su resultado en la temporada regular. En 1985 el sorteo se hizo con sobres en un gran bombo de lotería y entre los 7 equipos que se quedaron fuera de los playoffs, dando igualdad de probabilidades a todos, con conspiranoicos resultados.

En 1986 se decidió que se sortearían solo los tres primeros puestos del Draft, con el resto de los equipos de la lotería eligiendo después por orden de balance, y en 1989 se comenzó a dar más probabilidades en la lotería a los equipos con peor balance, sentando las bases del sistema actual. En los siguientes años se fueron produciendo retoques, hasta que en 2019 se hizo el último gran cambio, dando las mismas probabilidades a los tres peores equipos y sorteando los cuatro primeros puestos.

Hay que poner el énfasis en eso último: no se sortean todos los puestos, sino los cuatro primeros. Después de eso el resto van por orden de clasificación. Es decir, el 10º equipo de la lotería nunca podrá obtener el pick 6 del Draft en el sorteo. Puede lograr uno de los cuatro primeros, quedarse como está, o bajar algún puesto si uno de los equipos que tiene detrás pega un salto.

Sea como sea, la lotería del Draft ha dado lugar a muchas conspiraciones y a algún que otro corazón casi infartado.

Un sistema que alimenta a las teorías de la conspiración

La ya mencionada lotería de 1985 quizás sea la que ha dado lugar a la mayor teoría de la conspiración de la historia de la NBA. Que se celebrara con unos sobres rudimentarios, la mano “inocente” de David Stern eligiendo, y con igualdad de probabilidades para todos alimenta a esas teorías. Cuando el comisionado de la NBA sacó el sobre que contenía el logo de los New York Knicks, lo cual aseguraba que podrían seleccionar a Patrick Ewing, las teorías empezaron a volar. Que si se escuchan unos murmullos antes de que Stern coja el sobre, que si la esquina de este estaba doblada, o que lo habían metido en un congelador anteriormente para que estuviera frío y fuera fácil distinguirlo… muchos dan por hecho que hubo tongo.

Patrick Ewing, en un partido de los Knicks

NBAE

Desde entonces el sistema que se sigue es diferente. El sorteo se realiza en una habitación aislada justo antes de la emisión de los resultados por televisión. Presentes en esa sala están el operario del bombo, un representante de cada franquicia involucrada, otro de la propia NBA, un notario de una prestigiosa firma de abogados y un par de periodistas. En el bombo se introducen bolas de ping-pong numeradas del 1 al 14, y se sacan cuatro de ellas, dando lugar a 1.001 combinaciones posibles. Dichas combinaciones se reparten también ante el notario justo antes del sorteo. El proceso se realiza cuatro veces para repartir así los cuatro primeros picks.

Este proceso tan controlado y certificado bajo la firma de un notario no ha logrado terminar con las teorías de la conspiración. Sea quien sea el afortunado, es fácil encontrar al menos un motivo por el cual a la NBA le convenía especialmente que ese equipo eligiera el primero. Es el caso, por ejemplo, de la lotería de 2012. La liga había traspasado a Chris Paul mientras controlaba a los New Orleans Hornets, pero ya había encontrado a un nuevo propietario para la franquicia, Tom Benson, quien cambiaría el nombre a New Orleans Pelicans. Con solo un 13,7% de probabilidades su regalo de bienvenida fue el número 1 del Draft, Anthony Davis.

Anthony Davis, durante su etapa en Nueva Orleans

Propias

En el año 2008 los Chicago Bulls seguían sin haberse recuperado de la retirada de Michael Jordan una década antes. Habían tenido algunos equipos interesantes, pero el que fuera uno de los equipos top de la liga estaba lejos de la élite. En la lotería del Draft de aquel año sucedió algo que casi era un milagro: los Bulls se llevaron el pick 1 del Draft cuando solo tenían un 1,7% de probabilidades de llevárselo. El prometedor Derrick Rose, nacido, además, en Chicago, era el elegido.

No menos llamativa fue la suerte de los Cleveland Cavaliers a principios de la década pasada y justo en los años en los que LeBron James llevaba sus talentos a South Beach. Los Cavaliers ganaron la lotería del Draft en 2011 con un 2,8% de probabilidades (Kyrie Irving), en 2013 con un 15,6% (Anthony Bennet) y, de nuevo, en 2014 con un 1,7% (Andrew Wiggins, traspasado semanas después por Kevin Love cuando LeBron regresó a Cleveland). Las probabilidades de que eso pase son más o menos de una de cada 1.500 ocasiones.

Kyrie Irving junto a David Stern en el Draft de 2011

Lo que pudo ser y no fue

La lotería del Draft no solo da lugar a teorías de conspiración, también a muchos what-if: ¿qué podría haber sido si la suerte nos hubiera sonreído? A lo largo de la historia podríamos hacer muchos ejercicios de realidades alternativas, pero hay algunos casos que se quedaron muy cerca de cumplirse.

En el Draft de este año el gran premio es el francés Victor Wembanyama, el jugador llamado a ser la próxima gran estrella de la NBA. De entre todos los equipos que optan a llevárselo, los Chicago Bulls son de los que menos probabilidades tienen, con un 8,5%. Su pick, además, irá a Orlando si no entra entre los cuatro primeros. ¿Os imagináis que ese pick estuviera protegido solo para la primera elección y que los Bulls vieran cómo su elección salta al top 2, solo para quedarse a las puertas de la gloria?

Victor Wembanyama es el gran reclamo del Draft 2023

Getty Images

Pues eso mismo le pasó a los Memphis Grizzlies, y en el Draft de LeBron James, ni más ni menos.

El comienzo de esa historia se produjo en la temporada 1997-98. Los Grizzlies se encontraban por aquel entonces en Vancouver, y su general manager era Stu Jackson, conocido en la liga también por haber desempeñado el cargo de vicepresidente ejecutivo de la NBA posteriormente. Jackson tuvo la idea de hacerse con Otis Thorpe, un interior que a sus 35 años ya daba sus últimos coletazos y que aquella temporada promedió 11,2 puntos por partido para marcharse al año siguiente traspasado a Sacramento.

Hasta aquí todo bien, un traspaso con resultados mediocres más para la historia, y en especial para la larga lista de fallos que Jackson cometió en Vancouver y que a la larga terminó por finalizar con el baloncesto NBA en la ciudad canadiense. Pero los fantasmas de esta transacción llegaron a Memphis cinco años después. Porque lo que Stu Jackson dio a los Detroit Pistons a cambio de Thorpe fue una primera ronda protegida, que fue saltando año a año hasta llegar al Draft de 2003, el de LeBron, Carmelo, Wade y compañía. Y esa ronda tan solo estaba protegida para el pick número 1.

Pau Gasol, emocionado tras ser elegido en el Draft de 2001

Propias

La campaña 2002-03 fue dura para los Grizzlies, pero de crecimiento al mismo tiempo. En su segundo año en la liga, Pau Gasol se erigió como líder del equipo promediando 19 puntos y 9 rebotes. Mike Miller y Shane Battier prometían calidad exterior durante años y Jason Williams daba espectáculo a las riendas, aunque muchos dudasen sobre si su estilo era el ideal para un equipo ganador. El veterano Hubie Brown regresaba a los banquillos para dirigir al grupo. De cualquier forma, se trataba de un equipo en crecimiento que, con un par de refuerzos, saltó a ganar 50 partidos la temporada siguiente y encadenó tres presencias consecutivas en Playoffs hasta la lesión de Pau Gasol en el Mundial de 2006.

Pero quién sabe lo que hubiese podido suceder si las pelotitas del ping pong de la lotería hubiesen caído de otra forma. Los Grizzlies llegaban al sorteo con pocas esperanzas de mantener su pick, ya que eran el sexto equipo con más posibilidades de llevarse el número 1 (6,4%). Pero las bolas iban saliendo, y Memphis avanzaba hasta quedarse al final solamente junto a Cleveland.

Lograr el número uno suponía conseguir a LeBron James, el jugador que iba a marcar una época, y sumarlo a Pau Gasol y a un equipo que fue de playoffs al año siguiente. Caer al número dos significaba enviar el pick a Detroit. Todos sabemos quién terminó por llevarse el número 1 y, por lo tanto, a LeBron James. Jerry West tuvo que poner buena cara en el escenario mientras veía cómo los sueños de sus Grizzlies se esfumaban.

Ahora sólo queda resolver la incógnita de cada año: ¿Quién alabará a las bolas de ping-pong y quién las despreciará después de la lotería del Draft de 2023?




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