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La lucha contra el cambio climático reactiva la protesta escolar contra los coches

El curso pasado, las familias y niños de 120 colegios de 17 ciudades españolas (de Madrid y Barcelona a Girona y Melilla) cortaron las calles frente a sus centros educativos para pedir menos coches, menos ruido y menos contaminación en los entornos escolares. El movimiento, conocido como Revuelta Escolar, ha estado latente unos meses por el parón estival, pero este viernes vuelve a la carga en 40 centros impulsado por la lucha contra el calentamiento global. Yetta Aguado, una de las promotoras de la iniciativa en Madrid, apunta: “No queremos solo que haya menos tráfico junto a los colegios, sino también mejorar la calidad del aire y trabajar para que los centros se adapten mejor al cambio climático”. Las movilizaciones han empujado a algunos ayuntamientos a tomar medidas en varias calles escolares, pero las protestas seguirán.

La primera semilla se plantó en Barcelona en diciembre de 2020 y desde ahí llegó a centros de toda España, que cada dos semanas cortaban el tráfico el viernes a la salida del cole. “La Revuelta Escolar ha servido para demostrar que somos muchas las familias que no estamos de acuerdo con este modelo de ciudad y que pedimos mejorar la seguridad y reducir los niveles de contaminación y ruido”, señala Guille López, de 39 años y padre de dos niños de ocho y seis años en la capital catalana. “El año pasado hicimos muchos cortes y se nota el cansancio, pero también hay energía para seguir. De hecho, el viernes pasado ya se movilizaron algunos coles, y se han sumado nuevos para este viernes”, añade. Por ahora, serán 25 centros en Barcelona y otros 15 en Madrid, pero esperan más en próximas convocatorias. Este curso, las movilizaciones serán una vez al mes (el primer viernes) en lugar de cada dos semanas. Los catalanes, además, lo combinarán con el Bicibús, una iniciativa con la que padres y madres acompañan en bici a sus hijos al colegio, cortando el tráfico.

Las administraciones están tomando nota. Janet Sanz, teniente de alcalde de Barcelona, lo explica así: “La Revuelta Escolar nos ha ayudado a acelerar medidas como la pacificación de muchas calles junto a los colegios. Y es un movimiento tan transversal que casi nadie se atreve a criticarlo”. ¿En qué consiste esa pacificación que han llevado a cabo ya a un centenar de centros? “En algunos casos quitamos aparcamientos o carriles de tráfico, en otros ampliamos aceras y ponemos bancos, ponemos una señal de prohibido circular a más de 20 km por hora… Siempre se pone una protección con vallas y un itinerario de colores que lleva a la puerta del cole”. En su opinión, “repensar la ciudad para que sea segura para los niños es un elemento de justicia”. Guille López está de acuerdo con el planteamiento, pero pide más celeridad: “Se ha actuado sobre 100 colegios, pero en la ciudad hay más de 500. Si nos creemos que es un problema de salud, hay que actuar ya”.

Antes y después de la actuación para hacer un entorno escolar seguro en el Colegio Lestonnac, en Barcelona.

En Madrid, las protestas llevaron al Consistorio —mucho menos ambicioso— a incluir el término “calle escolar” en su reciente ordenanza de movilidad (a propuesta de Más Madrid), donde se supone que se restringirá la circulación en horario de entrada y salida de los centros. Ha pasado mes y medio y no han hecho esos cortes. Yetta Aguado, de 43 años y madre de una niña de seis, dice: “Primero hablaron de esos cortes de tráfico y luego se desdijeron y hablaron de una limitación temporal de la velocidad. El movimiento sigue adelante porque todavía no hemos visto los resultados”. Y añade: “Queremos ir más allá y pedir una revegetación de los patios, fachadas y azoteas, además de instalar placas solares donde se pueda. Hay un interés evidente en todo lo que tiene que ver con el cambio climático y los colegios pueden ayudar”. El Gobierno municipal estudia cómo ampliar zonas de sombra y espacio peatonal en proyectos piloto en ocho centros de la ciudad.

De hecho, hay vinculaciones entre la Revuelta Escolar y protestas climáticas como las de Madres por el Clima (de las que forma parte Aguado) o Fridays for Future, que inició la adolescente Greta Thunberg y prendió en todo el mundo. Así lo explica Patricia Molina, de 42 años y con dos niños de ocho y cinco años en el colegio Cervantes de Bilbao: “Nosotros nos hemos manifestado para pedir un entorno escolar seguro, pero también nos sumamos a la manifestación de Fridays for Future. Para nosotros forma parte de lo mismo, cambiar la movilidad en la ciudad, fomentar que se vaya al cole andando, está alineado con la lucha contra el cambio climático”.

Calle Lersundi de Bilbao, junto al Colegio Cervantes, peatonalizada tras las protestas de la Revuelta Escolar. Fernando Domingo-Aldama

La relación causa-efecto entre las protestas y las mejoras tiene un buen ejemplo, precisamente, en Bilbao. “Los técnicos municipales nos dijeron que gracias a la Revuelta Escolar habían podido usar esos cortes de tráfico para ver cómo habían afectado a la movilidad y comprobar que el impacto no era tan grande”, dice Pablo Rey, de 41 años y padre de dos niños pequeños, además de presidente de la Asociación de Madres y Padres del Colegio Cervantes de Bilbao. Al inicio del curso, el Consistorio peatonalizó las calles junto a tres centros educativos, incluido el suyo, cuyas obras acabaron esta misma semana. “Si no hubiéramos protestado no habría ocurrido, y una vez que se hace, a todo el mundo le parece lógico. Animo a las familias de todos los alumnos a protestar e insistir hasta conseguir lo mismo”, prosigue.

Caminos escolares seguros

“Cada vez sentimos que los aspectos del cambio climático nos afectan más directamente y eso hace sacar energía para estas movilizaciones”, comenta Rocío Tapiador, de 40 años y una de las impulsoras de las protestas en Zaragoza. “Creo que es un tema que cada vez va a estar más encima de la mesa. Hay preocupación por la contaminación atmosférica y acústica y su impacto en la salud, y reducirla en los entornos escolares es una necesidad”, continúa Tapiador. Por ahora, la capital aragonesa no se suma a las protestas de este viernes, aunque no descartan hacerlo más adelante. Allí, el Ayuntamiento tiene en marcha un programa de caminos escolares seguros que promueve rutas andando y en bici para alumnos de infantil, primaria y secundaria.

Señales y zona de juegos para marcar un camino escolar seguro en Valencia.

Mònica Torres

Esas rutas seguras también se hacen en otras urbes, como Madrid, Barcelona o Valencia. Giuseppe Grezzi, concejal de Movilidad valenciano, señala: “Hemos trabajado con la asociación Camins Escolar para establecer 89 caminos seguros para 19 centros. Los señalizamos con colores en el suelo y con una señal con forma de lápiz”. Además, han actuado sobre 12 colegios con urbanismo táctico, quitando aparcamientos y colocando juegos, jardineras y bancos. Grezzi confía en que la movilización impulse los cambios: “Estamos encantados con la Revuelta Escolar, necesitamos el apoyo de las familias para cambiar la ciudad. Cuando hay una petición ciudadana, la crítica es mínima incluso cuando quitamos espacio al coche, porque la gente sabe que es una iniciativa de las familias. Eso nos impulsa a actuar más rápido”.

Las protestas han llegado también a urbes más pequeñas como Olot (Girona) o Mollet del Vallés. En Girona, el Ayuntamiento ha actuado en 14 centros ampliando aceras, quitando aparcamientos y cerrando calles a la entrada y salida del cole, mientras que en Badalona (Barcelona) se ha permitido a los centros que coloquen conos a la entrada y salida para que los vehículos no puedan acceder. Las protestas continuarán. Guille López lo resume así: “Los problemas no desaparecen y las familias seguimos preocupadas y con ganas de reivindicar otro modelo de ciudad”.

Protestas en Francia, campañas en Alemania

Isabel Ferrer / Elena Sevillano / Silvia Ayuso

La preocupación por los entornos escolares seguros se extiende por Europa:

Países Bajos

Cerca del 80% de los alumnos de primaria viven en un radio de tres kilómetros del colegio en Países Bajos. Como la mayoría de estos centros están ubicados en zonas residenciales, suelen ir a clase en bicicleta, o bien a pie, acompañados de sus padres. Sin embargo, la asociación Tráfico Seguro, que ha calculado estas cifras, señala a su vez que entre un 12% y un 15% de los menores son llevados en coche, con el consiguiente problema de seguridad en unas calles donde se crean enseguida tapones. La propia asociación lanzó en abril una campaña sobre la inseguridad creada por el tráfico en las cercanías de las escuelas. Hay dos conclusiones: los progenitores al volante prefieren ir en coche “para evitar los riesgos de la circulación para los menores”, y un 69% de los ciudadanos quiere mejorar la seguridad en los accesos a las escuelas. Para fomentar el manejo seguro de la bicicletas en horas punta de la primaria —a partir de las 8.00 al entrar, y a las 12.00 o las 15.00 al salir, según las escuelas— la Asociación para el Tráfico y el Turismo (ANWB, en sus siglas en holandés) dispone de una guía. Distribuida por edades, ayuda a enseñar a los niños entre 4 y 10 años a manejarse en el tráfico, tanto a pie como en bici. Abarca desde cruzar la calle a no despistarse si ven a sus amigos o alguna mascota, y tiene un apartado adicional hasta los 14 años. En la educación secundaria, el uso de la bici y del transporte público es mayoritario entre los escolares holandeses.

Alemania

En Alemania proliferan las iniciativas que promueven que los niños vayan a pie o en bicicleta al colegio. Con tres objetivos: permitir que ganen autonomía a partir de los siete u ocho años, evitar que los padres atasquen las puertas de los colegios con los coches y mejorar la calidad del aire de los entornos escolares. Al evitar el uso del vehículo privado se reducen las emisiones. Además es muy habitual que a la hora de entrada y salida de las clases haya policía controlando la velocidad a la que circulan los coches que pasan por delante de los centros educativos. No pueden superar los 30 kilómetros por hora. En las ciudades está directamente mal visto dejar a los niños enfrente de la escuela con el coche. Las campañas que promueven los entornos escolares seguros recomiendan que, en caso de que el colegio esté lejos del hogar y sea necesario usar el coche, los padres aparquen a varias calles de distancia y recorran el último tramo andando. Es el caso de una campaña actual del Ayuntamiento de Berlín, que muestra a padres y madres vestidos como héroes de cómic y se lee: “Mi madre es una heroína. Me lleva al cole ¡en bicicleta!”.

Francia

La calle Severo del distrito 14 de París todavía está en plenas obras, pero ya se perfilan las nuevas formas de esta antigua vía de circulación normal que, en breve, formará parte del proyecto rues scolaires (calles escolares), que se extiende poco a poco por Francia para aumentar la seguridad y reducir la contaminación en los alrededores de los colegios: aceras más anchas, árboles donde antes aparcaban coches, que de todos modos no podrán estacionar en horario escolar. Y sobre todo, una vía prácticamente cerrada al tráfico —solo podrán pasar los residentes— y a velocidad muy restringida. Durante el pasado verano, se cerraron a la circulación o peatonalizaron 59 calles de París en las que hay una escuela maternal o de primaria, con lo que la cifra total de calles escolares creadas en la capital francesa asciende a unas 150, según el Ayuntamiento. La idea se aplica ya también, de forma experimental, en otras grandes ciudades francesas como Lille o Lyon. La inquietud comenzó en 2019, después de que la prensa publicara estudios de organizaciones medioambientales que demostraban los altos índices de contaminación en zonas escolares de regiones como la parisina. La presión, con manifestaciones delante de algunos colegios especialmente afectados, continuó durante todo ese año y se incrementó a comienzos de 2020, de cara a las elecciones municipales de esa primavera en las que muchos padres exigieron a los candidatos un compromiso en la materia.

Reino Unido

Londres comenzó a implantar medidas para reducir el número de coches en los entornos escolares en 2018, impulsado por School Streets, una iniciativa popular similar a la Revuelta Escolar. Se trata de un movimiento que busca mejorar la calidad del aire, aumentar la seguridad de los menores e impulsar la movilidad sostenible para que los menores vayan andando o en bicicleta a la escuela. Antes de la pandemia, había 131 escuelas en Inglaterra, Gales y Escocia que cortaban el tráfico en sus alrededores durante el horario de entrada y de salida. Transport for London, la autoridad de transporte de la capital británica, respaldó después el programa, por lo que ya hay más de 450 escuelas londinenses que se han sumado a estos cortes de tráfico.

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