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La magia de Muniain sigue intacta


Desgraciadamente, Iker Muniain está acostumbrado a los parones. Dos veces le llegó un stop forzado debido a lesiones de larga duración. Pero en cada regreso volvía más fuerte. El actual paréntesis no tiene nada que ver con aquellos infortunios, sin embargo la nueva puesta en escena fue idéntica. El navarro fue el líder que necesitaba el Athletic en el terreno de juego. Con el 10 a la espalda y el brazalete de capitán en el bíceps.



El primer gol de los leones en la era post coronavirus lleva la firma de Muniain. Su quinta diana en la presente Liga. No marcaba desde el 10 noviembre contra el Levante. Precisamente la última vez que coincidieron en el once Williams, Iker, Córdoba y Raúl García. El de la Txantrea se movió en la media punta, con Iñaki como referencia y con Raúl en la derecha a pesar de que el Athletic jugara al despiste al comunicar la alineación titular a través de las redes sociales.


Y la primera amarilla post coronavirus para los bilbaínos también fue para Muniain. En el 6’, por un fuerte recado a Thomas. No mantuvo la distancia de seguridad. Pero lo suyo es más construir que destruir y al cuarto de hora cogió la batuta para mover al equipo a su antojo. Estaba en su salsa. Todas las acciones de ataque del Athletic pasaban por los pies del 10, quien conseguía encontrar vías de agua en el Atlético.

Muniain activó por la derecha a Capa e intentó lanzar a Williams. Su mapa de calor echaba humo. Estaba en todos los frentes. También se asomó por la izquierda para colocar un servicio de lujo a la cabeza de Yeray. Su peinada se encontró con Oblak, que si no es el mejor portero del mundo poco le falta.

El premio para el Athletic llegó en una gran combinación colectiva, de derecha a izquierda. Yuri optó por un centro raso y Muniain se sacó un gran recurso de la chistera para estrenar el marcador. Ganó la posición y remató con el empeine exterior de la bota derecha, con lo que el esférico tomó el efecto necesario para alejarse de Oblak y así hacer imposible su estirada. La magia continúa intacta.

La segunda parte se inició por los mismos derroteros, con Iker ofreciéndose a todos sus compañeros. Aunque con el paso de los minutos las piernas empezaron a pesar. Garitano desplazó al de la Txantrea a la izquierda con la entrada de Sancet y el Athletic fue perdiendo el mando poco a poco. Las intervenciones de Muniain eran cada vez más lejos de la portería y le costaba ganar duelos en el cuerpo a cuerpo.

Una pérdida en campo propio que acabó en una falta peligrosa a favor del Atlético fue una de las últimas acciones de Muniain antes de ser sustituido. Le cedió el brazalete a De Marcos y siguió los últimos minutos, con los bilbaínos jugando con tres centrales, desde el banquillo improvisado en la grada de San Mamés.


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