El Barça más fiable de los últimos años se quedó en blanco justo en el momento más importante de la temporada. Un apagón completamente inesperado en el tercer cuarto, en el que llegó a mandar por 13 puntos, condenó al equipo azulgrana ante la fe del Real Madrid, que será el que ocupe mañana el puesto en la final de la Euroliga a la que aspiraban Sarunas Jasikevicius y sus jugadores. Los blancos, que se impusieron por 83-86, se medirán por el título al vigente campeón, el Anadolu Efes, mientras que el Barça tendrá que conformarse con jugar ante el Olympiacos griego la penitencia que supone el partido por el tercer y cuarto puesto.
“Para ganar finales hay que llegar a ellas”. Esta frase del técnico Antoni Serra tras la primera derrota del Barça en una final de Copa de Europa, en 1984 ante el Banco di Roma, ha resultado una losa para el equipo azulgrana a lo largo de los casi cuarenta años que han pasado desde entonces. El Barça se ha convertido en un habitual de las Final Four pero la abundancia de presencias (16, solo superado por las 19 del CSKA Moscú) no ha tenido una traslación en la cosecha de títulos, solo dos, el del Sant Jordi de 2003 a las órdenes de Pesic y el de 2010 en París con Xavi Pascual al mando.
Aparte de esos dos éxitos, las 16 presencias del Barça en Final Four se han saldado con cinco subcampeonatos (90, 91, 96, 97 y 21) y nueve derrotas en semifinales (89, 94, 00, 06, 09, 12, 13, 14 y 22).
El relato de estos reveses es diverso y presenta todo tipo de circunstancias: desde la coincidencia en la historia con un equipo legendario (Jugoplastika de Split en los años 90) hasta la acumulación de lesiones en ediciones recientes pasando por la injusticia arbitral (tapón de Vrankovic en 1996). Pero, en cualquier caso, el Barça de basket ha vuelto a mostrar en Belgrado la ausencia de instinto asesino que le ha perseguido recurrentemente a lo largo de su historia en la máxima competición europea.
La decepción azulgrana es mayor aún al haberse producido a pesar de un encuentro extraordinario del gran líder del equipo, un Nikola Mirotic que estuvo a la altura del acontecimiento pero que no encontró excesivo apoyo de sus compañeros si exceptuamos rachas puntuales de Nico Laprovittola y de Brandon Davies. El jugador de origen montenegrino acabó con 26 puntos, 12 rebotes, 4 asistencias y un 39 de valoración.
Ningún jugador del Real Madrid se acercó a los números de Mirotic pero el equipo blanco lo compensó con un juego mucho más coral y con una enorme fe. Fue ese carácter competitivo el que le permitió salir del hoyo en que estaba a inicios del tercer cuarto (47-34). Ni la desventaja en el marcador ni los precedentes recientes (11-3 hasta ayer para el Barça en los 14 Clásicos de la era Jasikevicius) hicieron al equipo de Pablo Laso doblar la rodilla antes de hora. Por el contrario, el Barça nunca mostró el ‘feeling’ y la regularidad de los primeros meses de la temporada y su juego intermitente acabó de confirmar las dudas mostradas durante el durísimo playoff ante el Bayern Munich y las semanas previas.
Al Barça le queda la Liga Endesa para intentar completar una temporada brillante pero ya no excepcional. Los azulgrana tienen ya en el zurrón la Copa del Rey y su primera plaza final en la fase regular les concede ventaja de campo a lo largo de todos los playoff ACB. El sueño de la Euroliga, sin embargo, deberá seguir aparcado a la espera de una mejor ocasión.