Día soleado en Wellington. Los cuartos de final del Mundial de Australia y Nueva Zelanda estaban al caer. Desde bien temprano, las diez de la mañana, las calles de la ciudad se llenaron de neerlandeses.
La avenida del Sky stadium se tiñó de naranja, repleta de neerlandeses disfrazados, con sobreros, garras de león en las manos para animar al combinado nacional, y tambores para hacer ruido en el trayecto de camino al estadio.
Unos tambores que no se hicieron notar durante el partido. Empezó el ambiente muy tranquilo en The Cake Tin, con muchos aficionados haciendo el vermut, perritos calientes y patatas en una mano y una bebida en la otra.
Durante la primera parte los espectadores no se volcaron demasiado a los equipos, solo algunos familiares de jugadoras se atrevieron a gritar “España, España”, dejando a los miles de neerlandeses debilitados y sin abrir la boca.
Solo cuando alguno de los combinados nacionales estuvo a punto de anotar gol la grada sonaba al unísono “¡oh!”, lamentando la ocasión errada o atajada por la guardameta, siendo Van Domselaar la mayoría de las veces.
En la segunda parte, los espectadores se entregaron más al partido. En el 60’ Stephanie Frappart pitó penalti a favor de Países Bajos, y se notó cierta alegría de la mayoría hasta entonces silenciosa.
Laia Codina estuvo excelente al poner un pie de oro para que Irene Paredes pudiera llegar a para frenar a Lineth Beerensteyn, provocando un penalti que acabó siendo rectificado con un balón a tierra.
España aún no había vivido una revisión de VAR de este tipo, en que la árbitra va a consultar el monitor y debe anunciar la decisión final. Extrañaba que el criterio hasta el momento era de dejar seguir el juego y que en esa acción hubiera señalado la pena máxima.
Y rectificó. El estadio entero abucheó la nueva decisión de la mejor colegiada del mundo, por el momento. Minutos más tarde, en el 80’, sucedió lo contrario.
Unas manos de Stefanie Van der Gragt que no vio la colegiada condenaron a las neerlandesas, que se volvieron a ver “perjudicadas” por el VAR.
Mariona Caldentey tenía en sus botas la responsabilidad de poner a España por encima en el marcador, y cumplió. Van Domselaar no pudo hacer nada ante el zapatazo de la balear.
Los pocos españoles presentes, junto a estadounidenses que esperaban estar en cuartos de final habiendo seguido el camino que finalmente tocó a Países Bajos también celebraron el gol de la Roja.
Justo después de conocer el tiempo añadido, las neerlandesas anotaron un tanto que también tuvo que ser confirmado con la ayuda del VAR. Se levantó la marea naranja para celebrar con banderas el gol de Van de Gragt, que arregló bien su error y forzó una prórroga que costó 12 minutos de tiempo de descuento.
Ninguna de las 32.021 personas presentes en el duelo de cuartos de final tenía prisa, pues en el tiempo extra se mantuvieron todos los asientos llenos.
Alexia Putellas recibió una clara ovación por parte de muchos neerlandeses. La catalana, acompañada por Eva Navarro, fue el revulsivo que Jorge Vilda propuso para volver a ponerse por delante en el electrónico.
No fue hasta el minuto 109 que la grada gritó con fuerza “Holand”, pero justo en ese momento Salma Paralluelo conducía el balón hacia la portería de Van Domselaar y anotaba el segundo para las rojas a diez minutos del final de la prórroga.