A poco más de una semana del tiroteo en Buffalo (Nueva York), la masacre de Robb Elementary de Uvalde (Texas), vuelve a conmocionar a los Estados Unidos. Hasta el momento se reportaron 22 víctimas fatales, incluyendo a 19 estudiantes (la mayoría de 10 años), dos maestros y el atacante, que fue abatido por la policía.
Según dijo el teniente Chris Olivarez, vocero del Departamento de Seguridad Pública de Texas, todas las víctimas mortales y heridos estaban dentro de una sola aula, donde el atacante, Salvador Ramos (18 años), se había atrincherado. Ramos -que llevaba chaleco antibalas- actuó solo y sus motivos no están claros, según las autoridades.
Tres días antes de la masacre, Ramos había subido una story a su cuenta de Instagram donde se podían ver dos rifles tipo AR15, según confirmaron sus compañeros. El atacante habría adquirido legalmente los rifles en un concesionario local de armas en dos fechas distintas, 17 y 20 de mayo, según dijo el senador de Texas, John Whitmire, quien recibió la información de las fuerzas de seguridad.
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Un excompañero -que prefirió mantenerse en el anonimato-, le dijo a CNN que pocos días antes del ataque Ramos le había enviado una foto de un “arma AR” que tenía en su poder, junto a un bolsa llena de municiones. El joven dijo que Ramos era criticado por otros compañeros debido a su ropa y la situación económica de su familia, y que cada vez se lo veía menos en la escuela hasta que dejó de ir.
Además, las autoridades creen que el atacante le habría disparado a su propia abuela antes de los incidentes en la escuela primaria Robb, según le dijeron agentes a CNN. La mujer está internada y su estado es grave.
Se trata del tiroteo escolar más letal en casi una década: en diciembre de 2012, un hombre armado mató a 26 personas, entre ellas 20 niños, en la primaria Sandy Hook de Connecticut.
El presidente Joe Biden -que tuvo como eje de su campaña presidencial la “epidemia de la violencia con armas de fuego”- se refirió a la tragedia y le pidió al Congreso que endurezca las leyes sobre armas.
“Como nación, tenemos que preguntarnos cuándo, en nombre de Dios, vamos a enfrentarnos al grupo de presión de las armas, cuándo, en nombre de Dios, haremos lo que todos sabemos en nuestras entrañas que hay que hacer”, dijo Biden en un discurso televisado.
El presidente estadounidense acusó al grupo de lobby de bloquear la promulgación de leyes más estrictas sobre el control de las armas y, por la masacre, ordenó que las banderas ondeen a media asta hasta la puesta de sol del sábado. “Estoy harto de esto. Tenemos que actuar”, dijo sin entrar en detalles.
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El líder de la mayoría del Senado norteamericano, el demócrata Chuck Schumer, instó a los republicanos a trabajar con su partido en un proyecto de ley de reforma de armas, pero reconoció que es “poco probable”.
Actualmente hay dos proyectos de ley que ya han sido aprobados en la Cámara de Representantes, de mayoría demócrata: uno que aumenta de tres a 10 días hábiles el periodo que una persona con licencia debe esperar antes de vender o transferir un arma a otra sin licencia, dando más tiempo para que se pueda completar la comprobación de antecedentes; el otro proyecto amplía la verificación de antecedentes para todas las ventas o transferencias de armas de fuego en el país.
Pero las expectativas de que los proyectos sean aprobados en el Senado -donde se necesitan al menos 60 legisladores sólo para comenzar a tratar el proyecto- son bajas, debido a la fuerte oposición de los republicanos.
Schumer instó a los republicanos a “trabajar con nosotros” para alcanzar un acuerdo bipartidista sobre la legislación de la reforma de las armas, pero reconoció que se trata de una “posibilidad muy remota” y que “ya nos hemos quemado muchas veces”.
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Del otro lado, el líder de la minoría republicana, Mitch McConnell se solidarizó con las víctimas y culpó al atacante -a quien describió como un “joven demente” y un “maníaco”- de la masacre, en línea con la idea de varios republicanos de que son los problemas de salud mental el motivo principal de muchas de estas tragedias, en lugar del fácil acceso a las armas.
Los tiroteos masivos en Estados Unidos han dado lugar con frecuencia a protestas públicas y a llamamientos para que se realicen controles de antecedentes más estrictos en la venta de armas y otros chequeos habituales en otros países, pero esas medidas han fracasado repetidamente ante la fuerte oposición liderada por los republicanos.
Una vez más, el tiroteo en la escuela Robb está reviviendo el debate entre los defensores de un control más estricto de las armas y los que se oponen a cualquier legislación que pueda comprometer el derecho a portar armas garantizado por la Constitución.
El año pasado, el gobernador de Texas, Greg Abbott, promulgó una ley que le permite a casi todos los residentes mayores de 21 años (excepto los que estén bajo algún tipo de prohibición del estado o federales) a portar armas sin licencia o capacitación.
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