La Facultad de Matemáticas de la Universidad Complutense de Madrid está de fiesta este sábado. No es un festival de música, ni la visita de alguien famoso lo que genera tanta expectación, sino la 25ª edición del Concurso de Primavera, en el que las matemáticas son las protagonistas.
“Tú tranquilo. Si te pones nervioso, respira y ya está”, le dice un padre a su hijo, justo antes de que el adolescente cruzase la entrada de la facultad para enfrentarse al examen. Los nervios, para los que esperaban turno en el aula, y la satisfacción de haber acabado la prueba y poder comerse una napolitana de desayuno, eran el contraste entre unos y otros. “Es la gran fiesta de las matemáticas. Para ellos, es toda una experiencia venir a la universidad, se lo toman muy en serio. Estoy seguro de que muchos acabarán estudiando aquí”, afirma Esteban Serrano, profesor de Matemáticas del instituto San Juan Bautista y miembro del comité organizador del concurso.
Más de 2.400 alumnos, desde 5º de Primaria hasta 2º de Bachillerato y de diferentes colegios e institutos de la Comunidad de Madrid, participaban en esta edición, acompañados de sus padres, de profesores y de alrededor de 80 estudiantes universitarios que acudían como voluntarios. Es “la mayor concentración de matemáticos de España”, según los organizadores. Para participar, han pasado un proceso de selección en el que solo dos de cada clase por centro educativo han sido elegidos para acudir a la convocatoria. De todos ellos, 150 serán los ganadores. Y los tres primeros recibirán un premio especial.
¡Empieza el concurso con mucho salero! ¿Cuántos saleros de 25 gramos podremos llenar con dos kilos y cuarto de sal?, reza una de las preguntas para los alumnos de 5º y 6º de Primaria. La prueba, adaptada al nivel de los alumnos, consta de 25 problemas y tienen una hora y media para resolverlos. “Las preguntas del concurso no son iguales a las que aparecen en los libros de texto, ni a las que se hacen en clase. Puede que estemos planteando lo mismo, pero los enunciados son más enigmáticos y los estudiantes los reciben de otra manera porque son más divertidos”, explica Serrano.
Esta convocatoria, que se inspira en otras de alcance internacional, se desarrolla también a la vez en La Rioja y País Vasco. Durante meses, 20 profesores de la ESO, especializados en matemáticas y miembros del comité organizador, preparan las pruebas y las corrigen en varias ocasiones para que no haya ningún error el día de la puesta en escena. Poco después de acabar la jornada el día del concurso, en torno a las dos de la tarde, los exámenes ya estarán corregidos. Gonzalo Barroso, alumno de Bachillerato del colegio Las Irlandesas en La Moraleja, ha salido muy contento. Quedó el primero de su clase en la selección y ya tiene claro que estudiará una ingeniería informática y matemática. “Me ha parecido menos difícil de lo que esperaba. Estoy contento”.
Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete
Juan Alberto Torresano, profesor de instituto Satafi en Getafe, celebra la iniciativa, a la que ha acudido en varias ocasiones para acompañar a sus alumnos, menos los dos años en los que se lo ha impedido la pandemia: “Nosotros tenemos la idea de que a los chavales hay que sacarlos. No pueden estar encerrados en el centro y no ver lo que hay fuera. Igual que se les apunta a fútbol o a teatro, las actividades científicas están más olvidadas y este concurso los acerca a ellas. En las clases puede ser más monótono y este día despierta su ilusión y los estimula”.
En la pizarra de una de las aulas más espaciosas de la facultad, los voluntarios han dejado escrito a los estudiantes la hora de comienzo y de término de la prueba y, junto a ellas, un mensaje rodeado de corazones para todos los participantes deseándoles suerte. Cinco minutos después de que haya comenzado el examen, una alumna entra apurada por la tardanza, todos la tranquilizan y le dicen que aún está a tiempo. El organizador Esteban Serrano cuenta que el número de chicas es menor que el de chicos, ya que suele haber un descenso conforme va subiendo el nivel.
“No es la adolescencia que se suele mostrar en los medios, pero también existe y es mayoritaria. Están aquí un sábado y lo han elegido ellos, pese a tener que madrugar”, añade Serrano. Varios de sus alumnos lo saludan entre el barullo formado en las inmediaciones. Dos de ellos, Daniel Meco y Luis Noguera, han sido seleccionados para participar desde que cursaban 1º de la ESO. Esta es la última vez que pueden hacerlo, al año que viene empezarán su carrera en la universidad porque están en el último año de Bachillerato. “No tiene nada que ver con la clase. Consiste más en pensar, hay distintos métodos de hacer el mismo problema. Te lo puedes llevar a tu terreno y hacerlo a tu manera, pero que te dé la misma solución. Al final y al cabo es optimizar tiempo”, responden bajo sus mascarillas, recomendables para hacer la prueba, aunque ya no sean de uso obligatorio en las aulas.
Suscríbete aquí a nuestra newsletter diaria sobre Madrid.
Source link