Una decena de edificios públicos de la sureña ciudad chilena de Panguipulli ha ardido esta madrugada en protesta por la muerte del malabarista Francisco Martínez Romero. Lo mató a tiros un carabinero el viernes en pleno centro de esta localidad turística de la región de Los Lagos tras negarse a ser sometido a un control de identidad, según han denunciado varios testigos. Los disparos fueron registrados en un vídeo que se ha viralizado con rapidez y ha motivado cientos de mensajes de repudio contra la cuestionada policía chilena y convocatorias de protestas para este sábado.
En la grabación se aprecia cómo el artista callejero es abordado por carabineros que lo apuntan con sus pistolas. Discuten y uno de los oficiales realiza dos disparos. En ese momento, Martínez Romero arremete contra él con los sables que usaba para hacer malabares frente al semáforo y es abatido en medio de la calle.
Su muerte tuvo una reacción ciudadana inmediata en esta ciudad situada 825 kilómetros al sur de Santiago. Decenas de personas salieron a protestar; otras se enfrentaron al personal policial e incendiaron edificios públicos, entre ellos la Municipalidad. El alcalde de Panguipulli, Rodrigo Valdivia, ha culpado a los carabineros de la magnitud de los disturbios: “Esta situación ha pasado debido a la inoperancia de carabineros”, ha señalado en declaraciones reproducidas por medios locales. “Primero, en el control de identidad [del malabarista], cuestionable desde todo punto de vista. Aunque la responsabilidad la van a establecer los tribunales”, ha continuado Valdivia, quien acusa a la policía de no resguardar los edificios municipales: “Se dedicó solo a atrincherarse en la quinta comisaría, que ya había sido afectada por intento de saqueos, en desmedro de nuestra municipalidad”.
El autor de los disparos está detenido y ha sido puesto a disposición judicial, mientras el Gobierno de Sebastián Piñera hace lo posible por controlar el nuevo escándalo generado por los carabineros, en el ojo del huracán desde el estallido social de octubre de 2019 y acusados de múltiples violaciones de los derechos humanos.
El subsecretario de Interior, Juan Francisco Galli, ha viajado a Panguipulli para analizar la situación desde el terreno. “Corresponde que la fiscalía investigue si esas circunstancias concurren en este caso, o si no había otra forma de repeler esta amenaza por parte del funcionario policial. Hay que esperar lo que determine el fiscal. Carabineros sólo usa su arma de fuego como último recurso frente a una amenaza inminente a su integridad física o su vida. Y si era la única forma de repelerla, hay que investigar”, ha declarado Galli en rueda de prensa. El subsecretario ha arremetido con dureza contra quienes incendiaron la Municipalidad: “Ninguna investigación judicial puede justificar que personas atenten en contra de servicios públicos”.
La indignación contra los carabineros se ha extendido con rapidez por todo el país, donde se multiplican las convocatorias a protestas para este sábado. La oposición ha condenado la actuación de esta fuerza policial y exige su reestructuración. “Condenamos enérgicamente este crimen”, ha manifestado el Partido Socialista en un comunicado donde critican también el “uso desproporcionado e injustificado de la fuerza” en un episodio que no es un hecho aislado.
“Carabineros de Chile es institución donde la autoridad se consolida por la violencia y la obediencia. El legado post dictadura y limitada capacidad política les permitió desarrollar autonomía en democracia. Chile hoy necesita un modelo distinto de policía”, ha exigido la socióloga Lucía Dammert, dedicada a temas de seguridad, en las redes sociales.
El pasado octubre, un joven de 16 años que se manifestaba en Santiago terminó herido luego de una caída de siete metros desde un puente al río Mapocho, el principal de la capital chilena, por acción de un carabinero que fue acusado de homicidio frustrado y detenido. Semanas después, el Gobierno cambió a la cúpula de la policía en aras de enfriar, sin éxito, el malestar social.