La nada más absoluta del Athletic en ataque


Podría haber estado jugando el Athletic hasta la vuelta del parón y el marcador visitante de Balaídos no se hubiera movido. Es difícil cuando se genera tan poco en posiciones ofensivas. La defensa se muestra solvente, sin embargo al cuadro rojiblanco se le apagan todas las luces cuando se asoma a campo contrario. Y el enfermo no mejora. Sobre todo a domicilio. Los números son escalofriantes cuando el Athletic se pone el traje de visitante. De no ser por la seguridad mostrada en San Mamés



Desde que Williams marcara en el minuto 53 del choque en Girona del pasado curso, ningún jugador zurigorri, con la salvedad de Raúl García, sabe lo que es marcar fuera de casa. Fue el 29 de marzo. 847 minutos de fútbol con una dependencia absoluta de los goles del navarro cada vez que el Athletic actúa como visitante.

El Athletic acumula 847 minutos sin que ningún león, con la excepción de Raúl García, sea capaz de marcar un gol a domicilio

En sus últimos nueve desplazamientos ligueros, los leones solo han firmado tres tantos. Dos fueron de Raúl García, uno de ellos de penalti en Butarque, y el restante fue un autogol de En-Nesyri tras un córner. Es decir, nueve encuentros fuera y únicamente una diana en juego corrido, la de Raúl García en Getafe. Las dos restantes se produjeron a balón parado. Un rendimiento tremendamente escaso.

La producción en ataque del Athletic en Vigo se acercó a la nada más absoluta. Sacar algo más que un empate a cero se antojaba una quimera con el bagaje que presentaron los de Garitano. Presionaron arriba como de costumbre, aunque no lo tradujeron en ocasiones. No es que lo del Celta fuera un aluvión, pero le sirvió para anotarse la victoria por la mínima.

Solo dos disparos entre palos. Uno de Vesga poco antes de alcanzar el descanso, tímido a rabiar y con la derecha, y otro de Sancet cuando llevaba tres minutos en el terreno de juego. El navarro se revolvió bien fuera del área y se sacó un lanzamiento que Rubén Blanco atrapó en dos tiempos.

Poco más que rascar. Quizás el que estuvo en mejor posición fue De Marcos a los diez minutos tras una acción elaborada por Capa y Williams. Pero el de Laguardia pecó de generosidad y cedió atrás para Muniain. Raúl García sí lo probó en el arranque del segundo periodo ante tanta inactividad. Su disparo lejano golpeó en un rival y acabó en córner.

El alambre sobre el que caminó el Athletic tenía un peaje. Encajar un gol a falta de quince minutos era mortal de necesidad. Los bilbaínos se quedaron sin respuesta. Les entraron las prisas, pero ni por esas consiguieron inquietar lo más mínimo a la parroquia celeste. Y el ejemplo más claro fue que Aduriz ingresó en el verde en el 81’ y apenas entró en contacto con el esférico. No le llegó ni un balón a zona de remate. Sumar así era casi imposible.


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