Los últimos días están siendo difíciles para la reputación de LeBron James. La estrella de Los Angeles Lakers, que en la noche del pasado domingo fue expulsado por segunda vez de un encuentro en 19 años de carrera, ahora debe pagar una multa de 15.000 dólares (13.200 euros) por haber hecho un gesto obsceno tras la victoria de su equipo ante los Indiana Pacers (116-124) del miércoles. La NBA ha juzgado de intolerable que el jugador se llevase las manos a los genitales tras el triunfo de los Lakers y también ha señalado el lenguaje inapropiado que utilizó este en las declaraciones postpartido.
Hubo otro incidente en el mismo encuentro que encendió los ánimos de la estrella. Dos aficionados de los Pacers fueron expulsados de las gradas del estadio Gaibridge Fieldhouse después de que LeBron advirtiera a los árbitros de que la pareja estaba dirigiéndose a él de manera inapropiada. Aunque no se ha confirmado lo que le dijeron al jugador, varios aficionados aseguran que fue un comentario deseándole la muerte a Bronny James, el hijo mayor de LeBron, lo que les ganó la expulsión. En la rueda de prensa posterior al partido, la estrella dijo al respecto que hay cosas que él nunca le diría a un aficionado y que igualmente “ellos no deberían decírselo a un jugador”.
Al margen de las polémicas, fue un buen encuentro para LeBron, que anotó 39 puntos (su mayor marca en esta temporada) y contribuyó sustancialmente al victoria de los Lakers en la prórroga. Así fue su regreso tras el partido de ausencia que la NBA le impuso por el codazo propinado al jugador de los Detroit Pistons Isaiah Stewart, que le costó también la ya mencionada expulsión.
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