La NBA se retiró antes que Carter


Noche previa al jueves negro, en el Phillips Arena de Atlanta. En tiempos de confusión y desconcierto, Vince
Carter sabía que de repente llegaba su momento. Los rumores de suspensión de la temporada circulaban por las canchas de la NBA con el coronavirus en ciernes, y tras la disputa de la prórroga en el duelo entre Hawks y Knicks, lo de menos era ya el ganador. A 19 segundos del final y sin opción a vencer para los de Georgia, Carter salió del banquillo para jugar la última posesión, un lanzamiento triple frontal que entró como haciendo justicia, por lo menos, a una despedida mucho tiempo prevista pero finalmente repentina.

“Si acaba así, lo recordaré siempre. Al menos he anotado la canasta”, sentenció luego Carter tratando de contener la emoción con voz entrecortada. “Es una foma extraña de decir adiós porque tengo 15 partidos todavía en el tanque”.

Quince partidos para cerrar la que iba a ser su temporada número 22 en la liga, con 43 años y algunas ya siendo el jugador más veterano. Capaz de machacar todavía y haciendo gala de ciertas condiciones, sólo por la pasión por el basket y la profesionalidad se puede entender que Carter se haya convertido en el único jugador que se ha mantenido en activo en cuatro décadas distintas de la competición.

Inicialmente reconocido por la espectacularidad de su juego, sobrenombres como ‘Vinsanity’, ‘Air Canada’ o ‘Half-Man, Half-Amazing’ le colocaban como el heredero más claro del legado de Dominique Wilkins, el gran ‘matador’ de los años 80 y 90 en la liga. No ganó dos concursos como Wilkins pero sí lo hizo en el año 2000, con un número hasta entonces casi nunca visto como es el de hundir los antebrazos en el aro, como luego han hecho algunos de los grandes especialistas actuales. Su gesto posterior diciendo a la cámara que aquello se había acabado quedará como uno de los hitos del All Star.

Veinte años hace de aquello, de unos años en los que Carter fascinó como uno de los jóvenes emergentes de aquella franquicia de Toronto junto a otro jugador que avanzaba el futuro como Tracy McGrady. Natural de Daytona Beach y formado en la universidad de North Carolina, fue elegido en el draft por los Warriors pero traspasado a los Raptors convirtiéndose en la primera gran esperanza de la entonces joven franquicia canadiense. Fue mejor novato del año y en su tercera temporada, tras ganar aquel consurso de mates, ya promediaba casi 28 puntos por partido siendo elegido en el segundo mejor equipo de la liga.

Contribuyó al oro olímpico conquistado por Estados
Unidos en Sidney 2000, protagonizando en el torneo uno de los momentos más recordados de su carrera y de la competición, un mate volando por encima del pívot francés Frederic
Weiss, de 2,18, que definía su inmensa capacidad de salto y el riesgo que tomaba en sus acciones. Esa acción anticipó también el declive en la carrera del galo, que con el tiempo cayó en depresión y estuvo al borde del suicidio, según confesó él años más tarde.

“Me he preparado muy duro durante tiempo para poder jugar con chicos que tenían la mitad de mi edad. Ha sido un gran viaje”

Su salida de los Raptors le llevó a los Nets en el primer viaje de una trayectoria inacabable con paradas interesantes en Dallas y Memphis. Su resiliencia le permitió sobrevivir ya no tanto por su capacidad atlética y física, sino por su experiencia que fue transmitiendo constantemente a compañeros y rivales mucho más jóvenes. La pregunta sobre si Carter seguía en activo era una constante en cada inicio de temporada hasta amenazar la marca de longevidad, todavía en poder de Nat Hickey, con 45 años, y con Willis (44) y Parish (43) en el podio.

“Estoy agradecido, he vivido mi tiempo, salgo por la puerta y está bien. El basket ha sido bueno conmigo”, decía Carter la noche de su supuesta despedida. “Me he preparado muy duro durante tiempo para poder jugar con chicos que tenían la mitad de mi edad. Es como haber ganado un campeonato. Algunos quizá no lo ven así pero para mí ha sido un gran viaje”.


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