Es un hecho. Ferrari vuelve a pelear por un triunfo en las 24 Horas de Le Mans. El automovilismo mundial aplaude. La firma de Maranello regresaba a la máxima categoría en esta edición después de una ausencia de nada menos que 50 años en una carrera en la que tantas historias protagonizó la marca del ‘Cavallino Rampante’. No gana en la máxima clase desde la edición de 1965, con el Ferrari 250LM de Jochen Rindt y Masten Gregory, el año antes de recibir la recordada derrota de Le Mans 66 ante Ford y Bruce McLaren. 58 años después de ese revés histórico, y en su vuelta a las andadas cinco décadas más tarde de decir adiós a la categoría, ahora Ferrari vuelve a pelear por la corona más deseada junto al actual campeón, el Toyota 8 en una edición loca y apasionante a partes iguales. Un premio enorme el que el destino quiso hacer a los miles de fans que llenaron el trazado en la edición centenario de la mítica carrera, en el primer año de Ferrari en la nueva era del Mundial de Resistencia, la de los Hypercars, con un futuro prometedor.
No era un espejismo lo que se vio en las primeras 8 horas de carrera. La noche terminó por confirmar la batalla por el triunfo entre Ferrari y Toyota, concretamente, entre el Ferrari #51 de Giovinazzi, Pier Guidi y Calado. No pudo ser para el Ferrari #50 de Miguel Molina, quien también estaba en la batalla. Así es Le Mans. Mientras que el Ferrari #51 pelea por ganar después de salirse de la pista y quedarse enganchado en la grava tras tener que esquivar a dos GT, el #50 dl catalán Miguel Molina tuvo mucha más mala suerte. Pasadas las 2 de la mañana, a las 10 horas de carrera, su coche sufría una fuga por culpa de una piedra que le hacía perder a la tripulación del español un total 6 vueltas en boxes respecto al líder. Decían adiós al triunfo.
Abandono del Toyota 7 y el 8 pelea por ganar
Cara y cruz también para Toyota. Al inicio de la noche, el Toyota #7 tenía que abandonar después de un toque por detrás de dos coches de categoría inferior. Por su parte, su compañero de marca, el #8 se veía beneficiado por el Safety Car que precisamente provocó su ‘hermano’ japonés, que le permitió recuperar terreno con el líder e ir a por la primera plaza cuando se reanudó la carrera.
El Peugeot 94, adiós a una batalla increíble
Pero la noche tenía más sorpresas guardadas. La de Peugeot fue de las que más heló a un público entregado. El Peugeot #94 estaba haciendo una carrera espectacular, sin errores, con gran consistencia, lo que le permitía sorprender a su gente en su regreso a Le Mans 12 años después. No tenían el coche más veloz, pero su enorme ritmo en lluvia y su consistencia en seco, con una cita sin errores, le hacían estar en plena lucha por todo, habiendo liderado en varias ocasiones. Sin embargo, se escuchó un chillido de lamento y rabia en las gradas a eso de las 3 de la mañana. El coche francés número #94 se fue contra el muro y eso le impidió seguir soñando. Los franceses pueden seguir haciéndolo con un podio que sería magnífico con su otra unidad, el Peugeot 93.
Albert Costa, líder en LMP2
La noche fue plácida para el coche #34 del Inter Europol. Después de una enorme remontada en las primeras 8 horas, la tripulación liderada por el catalán Albert Costa superó con creces la dura y temida noche de Le Mans, alejándose de los problemas y con otro gran relevo con un ritmo excepcional de Albert para seguir en la lucha por el triunfo en la clase de plata de Le Mans (LMP2). Una vez amaneció, su compañero Fabio volvió a hacerse con el liderato en su dura pelea con el WRT de Robert Kubica y, a falta de 6 horas y media, Costa volvía a encabeza la prueba con unos 20 segundos de ventaja sobre su principal oponente. Albert solo sufrió un pequeño susto al superar las 9 de la mañana, con una pequeña excursión por la grava sin consecuencias. Costa quiere el triunfo.