La nueva ruta de la cocaína pasa por Turquía


El 16 de junio, siguiendo un soplo, los agentes de Aduanas del puerto de Mersin (en el sur de Turquía) ordenaron registrar los contenedores de un mercante procedente de Ecuador. El escáner arrojó imágenes sospechosas y los perros policía lo confirmaron: entre la carga de bananas había 1.300 kilos de cocaína, el mayor hallazgo en la historia de Turquía. Siete días más tarde, en el mismo puerto y nuevamente en un contenedor de bananas ecuatorianas, se hallaron otros 463 kilos. Podría parecer asombroso en un país que, tradicionalmente, no ha estado vinculado a esta droga y, sin embargo, no lo es. El nombre de Turquía ha comenzado a sonar con fuerza en las rutas del tráfico de cocaína, pues ese era el destino de las 4,9 toneladas decomisadas el año pasado en el puerto colombiano de Buenaventura; de los más de 1.000 kilos hallados en el puerto panameño de Cristóbal el año anterior; de otros 500 kilos en un buque inspeccionado al entrar al canal de Panamá el pasado mayo… También turcos eran los tripulantes de varios barcos cargados de cocaína que han sido apresados por la policía española en aguas del Atlántico durante los últimos años.

“Además de las grandes capturas, en los últimos años ha habido unos 3.000 decomisos individuales de cocaína en Turquía, lo que demuestra que se ha vuelto un país de consumo de esa sustancia, algo que hace diez años no ocurría”, explica Laurent Laniel, analista científico del Observatorio Europeo de las Drogas y la Toxicomanía (EMCDDA, en sus siglas inglesas). En marzo, la policía detuvo a un joven empleado del AKP, el partido islamista gobernante en Turquía, después de que entre sus fotografías y vídeos publicados en las redes sociales -en coches de lujo, fastuosos hoteles o junto a ministros y el propio presidente Erdogan- apareciese esnifando cocaína. El hombre, de 25 años, alegó que era “azúcar glas” y quedó en libertad, pero fue tal el revuelo que los agentes volvieron a detenerlo y, esta vez sí, lo imputaron. En Turquía, la posesión de estupefacientes está penada con entre dos y cinco años de cárcel y, de hecho, varios raperos han sido condenados por considerar que sus canciones incitaban al consumo de drogas.

La prevalencia del consumo de cocaína en Turquía está entre las más bajas de Europa. Solo uno de cada 1.000 turcos de entre 15 y 34 años admite haberla consumido durante el último año, frente a los 30 por cada 1.000 en España o Francia. “Son cifras bajas, pero no insignificantes, existe un mercado que alimentar”, apunta Laniel, para quien un aumento del consumo es “el precio de haberse convertido en país de tránsito”.

De la heroína a la coca

Turquía ha sido siempre clave en las rutas de la droga. Las mafias turcas dominan desde los años ochenta la distribución de heroína afgana en Europa, y Turquía es el país europeo que más heroína, marihuana, éxtasis y anfetaminas (estas últimas conocidas como Captagon) decomisa al año, y también es el cuarto en hachís, según estudios del EMCDDA. La cocaína, en cambio, había estado hasta ahora fuera de la cartera de productos que manejaban las organizaciones criminales turcas.

“El aumento de la producción de heroína en Afganistán hizo que bajase su precio, por lo que algunos mafiosos turcos empezaron a mirar a otros productos más rentables. En Holanda, empezaron a hacer trueques de heroína por cocaína a inicios de la década pasada”, explica Cengiz Erdinç, periodista turco especializado en narcotráfico. Holanda se ha convertido en el punto neurálgico de la droga en Europa por sus conexiones logísticas. “Los puertos de Rotterdam (Holanda) y Amberes (Bélgica) son centros de negocios, también para el crimen organizado. Los narcos turcos tienen ahí sus representantes permanentes y ahí conocen a otros narcos holandeses, colombianos, peruanos y se crean conexiones entre esas personas”, explica el analista Laniel. “El crimen organizado turco ha sido durante años un gran organizador del tráfico de heroína hacia Europa y tiene la ubicación geográfica, la experiencia y la infraestructura para ejercer un papel clave en la distribución de la cocaína hacia Europa y también hacia Oriente Próximo, que es una región de la que carecemos de estadísticas precisas, pero de la que creemos, porque hay mucho dinero, que es un importante mercado de consumo de cocaína”, añade.

Los decomisos de cocaína en territorio turco se han disparado: si en los 2000 apenas se incautaban 100 kilos al año, en el último lustro se ha superado la tonelada anual y, en 2020, fueron casi dos. A esto hay que añadir las más de siete toneladas capturadas en Latinoamérica en envíos destinados a Turquía. No significa necesariamente que la actuación policial se haya hecho más efectiva (no en vano, purgas y conflictos políticos internos han desarbolado en parte a la unidad antinarcóticos de la Policía turca), sino que hay un volumen de cocaína mucho mayor que entra al país, según la plataforma de investigación Insight Crime. Los expertos estiman que -en todo el mundo- solo entre el 10% y el 20% de los envíos de cocaína son descubiertos.

Europol, la policía europea, ha confirmado que los grupos criminales turcos ya han comenzado a involucrarse en el trasiego de cocaína directamente desde Latinoamérica, tanto para llevarla a Turquía como para distribuirla en nombre de otras organizaciones: ese fue el caso de una nueva red del narco gallego Sito Miñanco, desarticulada en la Operación Mito y que llevó a la detención en 2018 en aguas del Atlántico de varios barcos con toneladas de cocaína pilotados por turcos.

En los informes de la Policía turca de la última década se aprecia un cambio de tendencia: si anteriormente la mayoría de incautaciones se hacía en los aeropuertos de Estambul, a correos con pocas cantidades y fundamentalmente procedentes de África, ahora han aumentado los envíos de grandes cargamentos de cocaína por barco, especialmente camuflada entre bananas procedentes de Ecuador o impregnada en plásticos. Es algo que concuerda con los datos de un informe de Ameripol -el mecanismo de cooperación policial de las Américas-, que ya en 2013 advertía de la apertura de nuevas rutas de entrada de la cocaína en Europa “a través del Canal de Suez, Turquía, Grecia y Europa del Este”.

Saludos pa’ mi turco desde Culiacán”

Las relaciones políticas y económicas entre Turquía y Latinoamérica se han reforzado en la última década. Empresas turcas han invertido en el continente -por ejemplo, Yilport gestiona los terminales de Puerto Bolívar (Ecuador) y Paita (Perú)- y las importaciones desde países latinoamericanos a Turquía se han multiplicado por 20 en las últimas dos décadas, lo que facilita ocultar el contrabando de droga.

Pero, ¿quién es la contraparte de las mafias turcas en Latinoamérica? “Sobre todo el cartel de Sinaloa. Son ellos los que envían la cocaína a Turquía, los colombianos no tienen esa fuerza”, explica una fuente de seguridad conocedora de estas relaciones. “La táctica que usan es inundar el mercado, envíos a cascoporro a varios países. Para ello solo tienen que sobornar a trabajadores en los puertos de salida y luego cuentan con un grupo local aliado en el puerto receptor”.

El año pasado trascendieron en las redes sociales una serie de vídeos de grabación supuestamente recientes en los que presuntos criminales turcos y mexicanos intercambian mensajes, lo que ha sido evaluado por medios de los dos países como la prueba de una alianza. “Saludos desde Turquía hasta México, Sinaloa. Puro cartel, puro Mayo Zambada”, dice en uno en español un grupo de diez hombres con acento turco y que posteriormente hace el saludo del lobo, típico de la extrema derecha turca, que siempre ha mantenido relaciones con algunos grupos mafiosos. Parte de esos hombres, a cara descubierta, aparecen en otro vídeo parecido. Hay otros dos en los que jóvenes armados, con la cara medio tapada y una bandera de Turquía a la espalda, envían saludos a Ismael El Mayo Zambada, considerado líder del cartel tras la captura de Joaquín Guzmán Loera, alias El Chapo. Pero el más intrigante es otro, grabado supuestamente en Jabal Turkman, zona de la provincia siria de Latakia, donde operan rebeldes de etnia turcomana apoyados por Ankara. Dos individuos en ropa de camuflaje frente a una ametralladora antiaérea hacen disparos al aire y envían saludos a Sinaloa. Quien está grabando muestra la pantalla de un teléfono móvil en la que se lee en mayúsculas: “SALUDOS DESDE SIRIA [H]ASTA MEXICO Y TEXAS INGRANDO PARK [.] LOS COMANDANTES WILLY WILLIAM GABRIEL PEDRO CHRIS [.] PURO SINALOA PURO MAYO ZAMBADA CARTEL DE MUNDIAL”.

SALUDOS DESDE SIRIA [H]ASTA MEXICO Y TEXAS INGRANDO PARK [.] LOS COMANDANTES WILLY WILLIAM GABRIEL PEDRO CHRIS [.] PURO SINALOA PURO MAYO ZAMBADA CARTEL DE MUNDIAL

Resulta cuanto menos curioso que unos milicianos involucrados en la guerra de Siria conozcan Ingrando Park, un barrio de Houston (Texas) con cierta actividad pandillera, y los nombres de pila de supuestos integrantes de la organización sinaloense.

Desde el otro lado del Atlántico han trascendido al menos tres vídeos que apuntan a la relación entre las dos partes. “Saludo pa’ mi compa turco de aquí de Culiacán, Sinaloa”, se escucha en uno en el que aparecen dos personas armadas en un Jeep pero sin mostrar su rostro. En otro aparecen tres individuos a cara descubierta en un vehículo, muestran sus fusiles de asalto y envían saludos -”¡Mi turco!¿quiubo pa’?”- de parte del Mayo Zambada. En un tercero, un joven al que no se le ve la cara muestra varias armas de gran calibre. En estos dos últimos suenan las canciones turcas Ya musalla ya mapus (O muerto o prisionero) y Ölürüm Türkiyem (Muero, mi Turquía), muy utilizadas por la extrema derecha ultranacionalista de Turquía.

La primera persona en avisar públicamente de contactos entre Turquía y el cartel sinaloense fue Edgardo Buscaglia, académico de la Universidad de Columbia (Nueva York) y asesor de instituciones y Gobiernos en la lucha contra el crimen organizado. Sus fuentes en México le informaron hace más de una década de que, además del envío de cocaína, Sinaloa estaba contratando a químicos de varios países, entre ellos Turquía, para mejorar su producción de drogas sintéticas y heroína.

Pero, sobre todo, afirma este experto, Turquía interesa al cartel mexicano como lugar para lavar sus ingresos ilegales: “Sinaloa se ha convertido en una empresa criminal multinacional, muy diversificada hacia todo tipo de delitos. Turquía les representa un país de bajo costo porque es una economía regional importante, bien conectada con Europa, además de sedienta de capitales y con controles antiblanqueo débiles”.

Otro factor del incremento del tráfico de cocaína a través de Turquía, arguye Buscaglia, es el colapso económico de Venezuela, que presuntamente ha llevado al Gobierno de Nicolás Maduro a “depender de vínculos con la delincuencia organizada para que le ayude a traficar diversas mercancías -oro, petróleo, drogas…-, y así poder financiar su presupuesto”. La ONU ha alertado de la presencia del cartel de Sinaloa en la frontera entre Venezuela y Colombia, donde también operan y mueven estupefacientes grupos disidentes de las FARC y el ELN, y hay informes que denuncian contrabando de oro entre Turquía y Venezuela. Un mafioso huido de Turquía, de hecho, ha llegado a acusar al hijo de un ex primer ministro turco de viajar a Venezuela para negociar nuevas rutas del tráfico de cocaína, extremo que fuentes del Gobierno de Ankara y de la diplomacia venezolana han negado tajantemente.

En 2018, la Fiscalía venezolana desarticuló una red de narcotráfico dirigida por el turco Özer Murat que enviaba cocaína a París, Estambul y Líbano. También en Paraguay han sido detenidos narcos turcos: Munir Öztürk y Eray Üç, capturados en febrero de 2017 y huidos de prisión diez meses después. Forman parte de la red del libanés Ali Issa Chamas -actualmente encarcelado en EE UU-, que enviaba cargamentos de cocaína a Turquía y Oriente Próximo y financiaba al grupo islamista Hezbolá.

Todo ello apunta a que hay diferentes grupos criminales turcos presentes en Latinoamérica (las mafias turcas no están tan estructuradas como las italianas o los carteles mexicanos) y que operan con diferentes socios. Varios medios opositores turcos han denunciado que, pese a los grandes decomisos en Turquía y con destino al país, las investigaciones han sido poco profundas y las detenciones escasas. Con todo, en una presentación del pasado mayo, la división antinarcóticos de la Policía turca reconocía que, efectivamente, “la creciente cantidad de cocaína” decomisada indica que “se ha establecido una nueva ruta de distribución de la cocaína de Suramérica a Europa y Asia a través de Turquía”.

Durante la última década, la producción mundial de cocaína se ha doblado hasta alcanzar casi 2.000 toneladas anuales. “Y esa cocaína se tiene que vender”, subraya el analista Laurent Laniel. Para los narcos de Latinoamérica, los mercados de Europa y Asia son más jugosos, pues la cocaína se paga mejor que en Estados Unidos y de ahí que el volumen de incautaciones de esta droga en el Viejo Continente se haya multiplicado por cuatro en la última década. Siguiendo su política de constantes cambios de ruta para burlar la vigilancia, las costas de España han dejado paso a los puertos de Rotterdam y Amberes como principales entradas de la cocaína en Europa. Sin embargo, operaciones como la iniciada en 2017 por las fuerzas de seguridad francesas y holandesas contra el sistema de comunicaciones encriptadas EncroChat, muy usado por los narcos, han facilitado decomisos en esos lugares, por lo que las mafias estarán buscando puertos alternativos, opina el periodista Erdinç, quien cree que por ello Turquía ha ganado peso en la ruta de la cocaína y lo hará más en los próximos años.


Source link