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La ocasión perdida de la Penya

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Una de las novedades bibliográficas de basket de este Sant Jordi ha sido el ensayo de Ricard Casas ‘Escucha tu baloncesto’ en el que invita a entrenadores a abrir sus mentes, a ‘leer’ situaciones y retos que plantea el juego con respeto a una esencia del mismo que es básico interpretar.

La ‘escucha’ del basket del Joventut en las últimas semanas daba que pensar que algunos objetivos posibles iban a quedarse demasiado grandes. Las lesiones son imponderables que siempre cabe esperar que lleguen pero la de Pau Ribas en este momento de temporada resultó especialmente grave para un equipo con ambición. Cabía pensar en un paso al frente del resto del perímetro que no se ha dado, bien sea por falta de confianza o porque las cosas no han funcionado ya desde el inicio. Kyle Guy ha resultado ser un jugador de físico limitado, inconstante y nunca bien adaptado al basket de contacto europeo. Es una lástima señalarlo en este momento vistos su implicación y deseo, pero sus números en los cruces de Eurocup (0-5, 0-6, 1-5 en triples por no mencionar las pérdidas) hacen pensar en un mal momento o en fragilidad mental.

Sin él, la Penya carecía de un referente anotador sólido en el perímetro pero la fluidez del juego que ha caracterizado al equipo en las últimas temporadas ha brillado por su ausencia en las últimas semanas. Exceptuando los partidos ante Valencia o Girona, las penetraciones o ‘puertas’ atrás que dan lustre al juego de la Penya no se ha prodigado, como tampoco el aprovechamiento de las situaciones de bonus o el mejor uso de espacios. Por no decir que la defensa ha necesitado durante toda la temporada dar un paso más para que las aspiraciones se multipliquen.

Carles Duran siempre ha sido abonado a la máxima de que para lograr los objetivo es básico jugar bien y escucharle decir el pasado martes que eso ya no era importante de cara al partido de Las Palmas, que bastaba con “ganar por un punto”, no encajaba demasiado con la sintonía habitual de los últimos años o hacía pensar que también era consciente de estas necesidades. Se logró ante el Hapoel, resistiendo una remontada anárquica de los israelíes desde el final del segundo cuarto, pero se iba a precisar de mejora en las siguientes rondas.

El mazazo anímico en la afición, justo es misma tarde en la que por unas horas fue posible soñar con una final de Eurocup en el Olímpic y en la clasificación posible para Euroliga al ver como el Prometey desaparecía del mapa, es innegable. La temporada no se ha acabado pero la sensación ahora, tanto en la Copa como en la Eurocup, es de que se ha dejado perder una ocasión inmejorable para dar un golpe en la mesa esta temporada. En cualquier caso, sin embargo, lo logrado mejora los resultados de la pasada campaña: de eliminación en cuartos en Copa se ha pasado a eliminación en semis y de batacazo en octavos en Eurocup a caer en semis. Así que el balance definitivo, como suelen decir siempre los técnicos, habrá que dejarlo para al final.

Quizá la Penya no estaba jugando en las últimas semanas su mejor baloncesto y a veces, es posible lograr resultados en esta situación. Algunos equipos grandes lo consiguen pero es muy difícil. En estas circunstancias, sin embargo, lo más esperanzador para que el Joventut mantenga su competitividad hasta el final de la ACB será escuchar esa esencia del basket que le ha llevado no sólo a ganar sino a hacer disfrutar.




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