“La olla a presión en Chile todavía no ha explotado”

Un manifestante pinta el monumento al General Baquedano durante una protesta contra el gobierno de Chile en Santiago.
Un manifestante pinta el monumento al General Baquedano durante una protesta contra el gobierno de Chile en Santiago.MARTIN BERNETTI / AFP

A horas del primer aniversario del estallido social el 18 de octubre de 2019, en Santiago de Chile se ha producido una disputa simbólica en el monumento al general Manuel Baquedano, en el epicentro de las protestas de la capital, la zona de Plaza Italia. En la tarde del viernes, el día de la semana donde se reactiva la movilización, un grupo de manifestantes encapuchados tiñeron de rojo la escultura en honor al militar del siglo XIX. Horas más tarde, el Ejército de Chile a través de un comunicado rechazó “la vandalización” de la obra, que este sábado amaneció nuevamente reparada: tanto la escultura como su pedestal fueron pintadas por la intendencia.

“El Ejército de Chile lamenta y rechaza la vandalización de la cual ha sido nuevamente objeto la figura del general Baquedano, quien fuera un héroe y un actor relevante en la definición de los límites territoriales que actualmente tiene Chile”, indicó la institución castrense sobre la escultura del artista chileno Virginio Arias (1855-1941). “Resulta sorprendente e incomprensible que el monumento que el propio el Estado de Chile erigió en reconocimiento a su ejemplar carrera militar y vida personal dedicada a la Patria y su memoria, sea vulnerada por la actitud de algunas personas que vuelcan su resentimiento y frustración sobre símbolos que representan a cada uno de los chilenos”, indicó anoche el Ejército.

Desde el estallido social de octubre de 2019, las esculturas se han transformado en un símbolo del estallido social chileno. Las obras de calles, avenidas y plazas se han transformado en un gran pizarrón de proclamas y las más disímiles demandas sociales. Las obras prácticamente desaparecen detrás de las decenas de rayados, pintadas de aerosol o elementos adheridos. Algunas han sido arrancadas y otras deformadas. Lo que ha sucedido con los monumentos y arte público ha abierto un profundo debate en la sociedad chilena. Depende de quien lo mire, se señala que las esculturas han sido intervenidas, dañadas o directamente vandalizadas.

El monumento al general Baquedano ha sido una de las obras que ha sido afectada mayormente, por su ubicación en el epicentro de las protestas y, desde hace décadas, epicentro de todo tipo de celebraciones, incluyendo los triunfos deportivos. De bronce y base de piedra verde, en las semanas álgidas de las movilizaciones fue intervenida parcialmente por expertos para evitar fracturas en algunas zonas de la pieza. Cuando explotó la pandemia en marzo y las protestas se detuvieron de golpe, sin embargo, las autoridades regionales la repararon con capas de pintura.

“En rigor, no se restauró: se le hizo una intervención de limpieza. Se cubrió el plinto de piedra verde y la escultura con una capa de pintura, pero técnicamente hablando no es una restauración”, explica Fernando Pérez Oyarzún, director del Museo Nacional de Bellas Artes, sobre el estado de la escultura antes de que ayer fuera pintada de rojo por los manifestantes. “Tampoco estaba en su estado original”, explica el arquitecto.

Para Pérez, “los monumentos encarnan sentimientos y símbolos y, por lo tanto, como están visibles, parte de la sociedad se manifiestan en ellos cuando ocurren tensiones sociales, como lo hemos visto antes en Chile y está ocurriendo en otras partes del mundo”. De acuerdo al director del Museo Nacional de Bellas Artes, “no significa que los que los intervengan o reaccionen ante los monumentos conozcan en detalle quién representa o por qué se erigió”. “No es una intervención artística, sino una reacción social que se expresa en el espacio público”.

Pocos santiaguinos saben que, bajo el monumento a Baquedano, se hallan los restos de un soldado desconocido que participó en la Guerra del Pacífico de fines del siglo XIX y que simboliza al pueblo, que fue al que le tocó salir a pelear. Cuando comenzaron las manifestaciones hace un año, tanto la fuente de agua como la figura en bronce del soldado cayeron destruidos y la municipalidad retiró los restos.

La Intendencia de Santiago hace un tiempo contrató a una empresa para limpiar los espacios públicos pintados y rayados por los manifestantes.

El Ejército en su comunicado pidió al Consejo de Monumentos Nacionales “agotar las medidas” para que se proporcionen mayores estándares de seguridad al monumento. En el caso de que ello no pueda ser garantizado, el Ejército solicitó que sea trasladado a otro un lugar público, cercano al céntrico edificio Ejército Bicentenario, “para que quede bajo la protección y resguardo del Ejército”. “La inmensa mayoría de los chilenos valora y respeta la herencia de nuestros antepasados y quiere progresar y desarrollarse en paz. Por el camino de la violencia y el vandalismo, el país no logrará sus aspiraciones de progreso”, remató el Ejército.

El Consejo de Monumentos Nacionales hoy a mediodía se pronunció sobre el asunto: “La situación de los monumentos nacionales que han sido afectados tras el 18 de octubre de 2019 es grave, pues se trata de bienes patrimoniales que son parte de nuestra historia, legado y memoria, y que debemos resguardar para las generaciones futuras”. El organismo dependiente del Ministerio de las Culturas señaló que se analizará la solicitud del Ejército de trasladar el monumento al general Baquedano a dependencias de la institución castrense.

El académico de la Universidad de Chile y doctor en Escultura, Luis Montes Rojas, explica que “desde el principio de la movilización social el monumento fue nuevamente comprendido en su dimensión política y la protesta lo utilizó como amplificador de la demanda”. “En particular, el monumento a Baquedano, que podría ser entendido como la principal escenografía de la revuelta y territorio en permanente disputa”, señala el escultor, que apunta a levantar un debate con altura de miras sobre el asunto: “Lo que vemos hoy es un monumento convertido en un signo sometido a sucesivas intervenciones, a cambios, en tránsito. Y por lo mismo, es que quizás debamos comprenderlo desde esa perspectiva, sin temor a levantar una discusión sobre su conservación y su futuro, que podría no estar ahí como lo ha planteado el Ejército”.

De acuerdo a Montes, “si en Chile los monumentos se han movido en innumerables ocasiones sin consultas y por mera decisión ornamental, hoy tenemos el deber de levantar una discusión con altura de miras, que pueda incluir a expertos y a la comunidad, en consonancia con la complejidad de la naturaleza de los monumentos públicos, que exige una mirada multidimensional que permita construir una perspectiva de análisis y una visión colectiva sobre los mismos”.


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