La oposición clama en la Asamblea de Madrid contra la silla vacía de Ayuso


La silla de cuero rojo en la que se sienta Isabel Diaz Ayuso en la Asamblea de Madrid está vacía, pero la polémica sobre el contrato del Gobierno regional del que se benefició su hermano sobrevuela el pleno como si fuera un conjuro con el que la oposición intenta convocar su presencia. La presidenta regional está este jueves en Marsella (Francia) para una cumbre europea. Así, suma tres semanas sin dar explicaciones en la Cámara. Una circunstancia que le afean una y otra vez los diputados de la oposición de izquierdas, mientras los consejeros del Ejecutivo, huérfanos de la líder, se revuelven en sus escaños.

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“Es absolutamente lamentable que en el primer pleno que se celebra después de conocer el escándalo, Díaz Ayuso no vaya a dar la cara”, asegura la portavoz adjunta de Unidas Podemos, Alejandra Jacinto, antes de entrar en la Cámara. “Por mucho que se esconda, no va a poder esconder las presuntas comisiones que se habría llevado su hermano, que son la punta del iceberg”, añade. “Vamos a seguir estudiando todas las vías legales y la presidenta tiene la obligación de dar explicaciones inmediatas y suficientes porque ha quebrado la confianza de los madrileños”.

Ese preámbulo es solo un aviso de lo que está por venir. Con el consejero Enrique López como máximo representante del Gobierno en ausencia de Díaz Ayuso, la oposición no suelta la presa. Si el contrato de Tomás Díaz Ayuso ha provocado una guerra civil en el PP que ha acabado con la era de Pablo Casado, bien puede valer para derribar al Gobierno regional, piensan al unísono los estrategas de la izquierda.

“Nos quiere hacer creer que la presidenta de la Comunidad de Madrid no se dio cuenta de que su hermano se estaba llevando 283.000 euros de la Comunidad de Madrid”, lanza Pablo Gómez Perpinyà, de Más Madrid, en referencia al total de lo que cobró Tomás Díaz Ayuso por cuatro acuerdos con la empresa Priviet, pese a que solo uno de ellos fue para proporcionar mascarillas al Gobierno regional, según la versión de este.

“¿Usted cree que los madrileños son idiotas?”, le pregunta al consejero de Economía, Hacienda y Empleo, Javier Fernández-Lasquetty. “Ustedes han impedido la comparecencia del hermano de Díaz Ayuso, y una comisión de investigación, e incluso han expulsado a una diputada de la Cámara por mencionarle”, añade Perpinyà en recuerdo de lo ocurrido con Carmen López, representante del PSOE, que debió abandonar el hemiciclo en noviembre por mencionar al familiar de la presidenta ―”se dedica a ir por los hospitales a sugerir a las unidades de contratación a qué empresa hay que contratar”, dijo―.

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“La presidenta ha preferido volver a hacer la estrategia del avestruz”, le continúa Mónica García, la portavoz del partido que lidera la oposición. “¿Usted, señor Lasquetty, qué pensaba según iban apareciendo diferentes versiones sobre el contrato?”, se queja Juan Lobato, del PSOE. “Primera, no hay nada. Segunda, no hay nada de nada. Tercera, bueno, sí, 55.000 euros más IVA. Y la cuarta, aprovechando la guerra [de Ucrania], que los 283.000 euros que decía Casado eran verdad”.

Ausente la presidenta, no bajan las revoluciones en el Parlamento regional, acostumbrado ya a las hipérboles, las ovaciones norcoreanas y los gritos. Los consejeros de Díaz Ayuso se revuelven. Incómodos. Enfadados. Como espoleados a defender a la líder, responden a la oposición con la misma virulencia que reciben. “En política se puede hacer de todo, menos el ridículo”, llega a reprochar el consejero de Sanidad, Enrique Ruiz-Escudero.

Los ánimos están tan encendidos que la bancada del PP y la de Vox se arrancan a aplaudir enfebrecidamente al popular Daniel Portero, hijo del fiscal Luis Portero, asesinado por ETA en 2000 que, mientras critica el comunismo ―“el comunismo de Stalin generó más de 100 millones de muertos. Los comunistas de ETA asesinaron a mi padre, también”― cuela una afirmación entre aplausos que deja al resto de diputados patidifusos ―”los comunistas del régimen chino crearon el coronavirus”―. Pero el momento pasa casi desapercibido: este jueves, en la Asamblea, a los diputados les importa más quién falta que quién está en el hemiciclo.

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